la escollera de la tarde
y es tan noble la luciérnaga del recuerdo,
que trae hasta el reloj las horas
-aun cuando no estás-
de la dulzura mansa que vivimos.
Sobre arco de sensitivo abrazo
aletea su transparencia
por el camino breve de tu nombre.
Y no parece la noche, tan desierta.
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