miércoles, 29 de octubre de 2014

POÉTICA EN PUERTA


ENTREVISTA A MARITA RODRÍGUEZ-CAZAUX POR “POESÍA CONGREGADA”


                                                                                                Por Fernando Veglia
Marita Libro II

 “…la poesía parece provocarme, perseguirme, sin obedecer a razones de lógica o de ley; entonces, me manejo con cierta arbitrariedad, como con las pasiones, si me habita me dejo habitar.”

P.: ¿Cómo nace su relación con la poesía? ¿Cómo la desarrolla?
R.: Nace de la manera más temperamental, si se piensa en el justo significado del vocablo, innatamente, sin poder librarme de sentirla. Como una necesidad de “andarme” por sobre y debajo de ella. Diferente a la relación que mantengo con mis cuentos, la poesía parece provocarme, perseguirme, sin obedecer a razones de lógica o de ley; entonces, me manejo con cierta arbitrariedad, como con las pasiones, si me habita me dejo habitar.
P.: ¿Qué autores la influenciaron?
Por formación los grandes, y aquellos -bajo traducciones- que me tentaba leer como Lord Byron, Leopardi, Kavafis, Amy Lowell, Tagore, Valery, Pessoa, Bridges. Sin embargo, la que me influenció fue la lírica de habla castellana, por la riqueza de nuestro idioma, los multiplicados recursos y paisajes que concede su acento, y destacándose entre ellos los americanos: Borges, Storni, Ferrer, Gelman, Pizarnik, Girondo, Paz, Neruda, Parra, Mistral, Huidobro, Delmar, Silva, Pombo, Debravo, Buesa, Vilariño, Benedetti, Gertrudis Gómez, Guillén, Loynaz, Vallejo, Martí.
P.: ¿Qué la motivo a escribir “Poesía Congregada”?
R.: Poesía Congregada es una compilación de tres poemarios, “Pasos desnudos”, “Luz raída” y “Pulso sensual”. Quise aunarlos para franquear extramuros, y creo que ha sido buena idea porque puedo, a partir del vuelo de estos poemas, concebir otra poética. Inaugurarme en otro estilo, escudriñarme en la sinceridad irreversible de la que habla Benedetti.
P.: ¿Qué encontrará el lector?
R.: Ojalá que halle disfrute y reflexión. Y la tentación de entrar en la poética. Quisiera contagiar el ansia, la necesidad de seguir evitando la monotonía y tentarlo a escribir esos estados de ánimo.
P.: ¿Qué género poético sobresale?
Apunté a lo diverso, a tantear emociones a través de diferentes recursos. Poemas respetuosos de métrica, ritmo y rima, otros absolutamente libres, irreverentes, trasgresores. Caligramas, odas, romances, elegías. Personajes cotidianos, célebres, históricos. Escenografías, formatos y letras que aporten originalidad. Justamente por eso, yo diría que es un poemario anárquico que recurre a las cualidades estéticas y al contenido.
P.: ¿A qué público está dirigida?
R.: Aspiro que sea a todos los públicos. Al curioso, al cuestionador. Al que concilia, al que proyecta, al que yerra. Al que va a contramano o al que camina rutas de mapamundis. Porque la poesía no es elitista, muy por el contrario, la lírica socializa, conmueve, sacude, abarca  a todos. Contagia libertades, se multiplica. Esta pregunta, me permite confesar que, si no alcanzo esta cualidad, entonces, equivoqué el rumbo.
P.: ¿Qué editorial la apoyó?
EDITORIAL DUNKEN, su director, su gente. Para un poeta, es casi un milagro hallar una editorial que publique y certifique su obra. Y que -además-, aporte profesionales para el armado y la diagramación, impresión, presentación, participación en Ferias del Libro nacionales e internacionales, publicidad, distribución, disponibilidad de venta, ya es un milagro sobresaliente.
P.: ¿En dónde presentará “Poesía Congregada”?
Se presenta, y a puertas abiertas, el viernes 28 de noviembre en el Salón de Editorial Dunken, un lugar lindísimo porque es un pueblo de libros. Y con una energía movilizadora, entrañable. Yo siempre presenté mis libros allí, especialmente porque, al entrar, se penetra el perfume de la tinta viva. Los estantes cubiertos de libros son como un abrazo.  No podría hallar otro sitio mejor.
P.: Para despedirnos, ¿Qué es poesía?
Un calidoscopio con miríadas de giros, tantos como universos humanos. Para mí, es un acto natural, la única manera que conozco de vivir esta vida. Es darle forma de idioma a un planeta interior, es el encuentro con la mayor inquietud. El salvataje, la revolución, una entidad. García Lorca, la menciona como misterio que ronda los misterios. Y creo que es eso.

Artículo publicado por periódico Irreverentes

PRESENTACIÓN VIERNES 28 DE NOVIEMBRE  
EN  EL SALÓN DE EDITORIAL DUNKEN  AYACUCHO  357 - CABA
 ENTRADA ABIERTA AL PÚBLICO 
Tapa 2




Horario:  De 18:00 hs. a 20:00  hs. 

jueves, 23 de octubre de 2014

DEDICATORIAS






El libro ya está bautizado, tiene nombre. Lo tengo entre las manos, lo peso, lo huelo. Hojeo al azar, me detengo en alguna palabra. Perfecto. Que nadie lo dañe, es casi un hijo.

Pero, el destino del libro -y el de los hijos- es partir. Entonces, habrá que cederle libertades, nuevos rumbos. Presentarlo en sociedad, que se atreva y halle universos de comunicación en vidrieras, anaqueles de librería, estantes de bibliotecas. Sin embargo, antes, hay un espacio entrañable que me pertenece y que tiene perfume mítico: la dedicatoria.

Frente a mí, un par de ojos expectantes. El gesto no admite dudas, quiere llevarse el libro recién dado a luz, y con las palabras que harán que, también, le pertenezca. 

Abro otra vez el libro, la portadilla en blanco. Por un instante, recuerdo aquellas famosas frases de los grandes, “A Pilar, que no dejó que yo muriera” o a Abelardo asegurándole a Sylvia que hay un solo libro incesante y una sola mujer. Me cruza el pensamiento la frase lapidaria de Camilo José Cela, “a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera” y la de Walker, “A la persona más fuerte que conozco, yo”. 

Los ojos enfrentados, parpadean, insisten, me atraviesan. Ayuda, necesito ayuda. Rememoro las palabras de la primera maestra en mi librito de lectura “Para la inquieta niña a quien todo asombra…”. Los ojos siguen en el mismo punto, yo, sin encontrar la palabra justa. Personalizada. Eso es, algo pensado para su inquietud, para su estatura y su tono de voz. Esencialmente personal. Otra vez, el bache, la laguna, y las palabras de Borges en círculos sobre las letras, “De Usted es este libro…”. Salto de imagen en imagen, el dueño de los ojos, se vuelve una interrogación silente.

Necesito luz, inmediata. Un disparador que me lleve al vocablo más adecuado, un término que rodee el universo de los ojos que me miran y haga que se estiren en un mohín de satisfacción.

Pienso que las obras deben revelar la intimidad del autor y que en este caso, el autor tiene que hacerlo notar no solamente en el Pórtico, sino en la dedicatoria. Los ojos me miran como si adivinaran este pensamiento, parecen de acuerdo. Yo también adivino su pensamiento, “La entrega de un libro, además de un delicado obsequio, es un elogio”.

Quizá, deba escribir como Daniel Pennac, que “estamos habitados por libros y por amigos”, porque es justamente lo que siento, ahora, lapicera en mano, apenas apoyada la muñeca derecha en la portadilla.
Sé, sin mirar, que los ojos están sobre mi mano, atisbando el ritmo, la forma de la primera letra. Oigo un suspiro suavecito, retraído,  involuntario. 

Sonrío, todos sonreímos al escribir una dedicatoria, es un gesto obligado porque es un acto feliz,
aunque leer conlleve el milagro de alejarnos de la obligatoriedad de ser felices contra viento y marea y dejarnos ser -hacia adentro-, como nos da la real gana. Nada puede otorgarnos liberación más fecunda que no sea la lectura. Lo repito y me tranquilizo, porque noto que mi voz interior está a punto de sacudir un sonido, es tan expuesto que debe compartirlo también el dueño de los ojos ensimismados en mi mano. Leer la vida, resalto en mi cabeza con el convencimiento de Umbral, leerla y de la manera más profunda.

Cierta tibieza me confirma que sobre mi hombro, a hurtadillas, el cuerpo va acercándose y se estira, se agita, y en ese realismo fantástico que nos circunda, veo mi pulso apretar sobre la hoja la lapicera.

A vos, escribo, y le agradezco; sin él, mi libro sería un hijo huérfano. Apunto la fecha, firmo. Alargo la mano y le entrego el libro. Lo toma, lee, relee, y me mira y se le quedan los ojos como pájaros que están a punto de levantar vuelo.

Tras el abrazo, el libro, se va entre sus manos. Como los hijos, tras un sueño dirigido.


                                                                 
                                                                                   Marita Rodríguez-Cazaux





Foto: DEDICATORIAS:

El libro ya está bautizado, tiene nombre. Lo tengo entre las manos, lo peso, lo huelo. Hojeo al azar, me detengo en alguna palabra. Perfecto. Que nadie lo dañe, es casi un hijo.

Pero, el destino del libro -y el de los hijos- es partir. Entonces, habrá que cederle libertades, nuevos rumbos, presentarlo en sociedad, que se atreva y halle universos de comunicación en vidrieras, anaqueles de librería, estantes de bibliotecas. Sin embargo, antes, hay un espacio entrañable que me pertenece y que tiene perfume mítico: la dedicatoria.

Frente a mí, un par de ojos expectantes. El gesto no admite dudas, quiere llevarse el libro recién dado a luz, y con las palabras que harán que, también, le pertenezca. 

Abro otra vez el libro, la portadilla en blanco. Por un instante, recuerdo aquellas famosas frases de los grandes, “A Pilar, que no dejó que yo muriera” o a Abelardo asegurándole a Sylvia que hay un solo libro incesante y una sola mujer. Me cruza el pensamiento la frase lapidaria de Camilo José Cela, “a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera” y la de Walker, “A la persona más fuerte que conozco, yo”. 

Los ojos enfrentados, parpadean, insisten, me atraviesan. Ayuda, necesito ayuda. Rememoro las palabras de la primera maestra en mi librito de lectura “Para la inquieta niña a quien todo asombra…”. Los ojos siguen en el mismo punto, yo, sin encontrar la palabra justa. Personalizada. Eso es, algo pensado para su inquietud, para su estatura y su tono de voz. Esencialmente personal. Otra vez, el bache, la laguna, y las palabras de Borges en círculos sobre las letras, “De Usted es este libro…”. Salto de imagen en imagen, el dueño de los ojos, se vuelve una interrogación silente.

Necesito luz, inmediata. Un disparador que me lleve al vocablo más adecuado, un término que rodee el universo de los ojos que me miran y haga que se estiren en un mohín de satisfacción.

Pienso que las obras deben revelar la intimidad del autor y que en este caso, el autor tiene que hacerlo notar no solamente en el Pórtico, sino en la dedicatoria. Los ojos me miran como si adivinaran este pensamiento, parecen de acuerdo. Yo también adivino su pensamiento, “La entrega de un libro, además de un delicado obsequio, es un elogio”.

Quizá, deba escribir como Daniel Pennac, que “estamos habitados por libros y por amigos”, porque es justamente lo que siento, ahora, lapicera en mano, apenas apoyada la muñeca derecha en la portadilla.
Sé, sin mirar, que los ojos están sobre mi mano, atisbando el ritmo, la forma de la primera letra. Oigo un suspiro suavecito, retraído,  involuntario. 

Sonrío, todos sonreímos al escribir una dedicatoria, es un gesto obligado porque es un acto feliz, aunque leer conlleve el milagro de alejarnos de la obligatoriedad de ser felices contra viento y marea y dejarnos ser -hacia adentro- como nos da la real gana. Nada puede otorgarnos liberación más fecunda que no sea la lectura. Lo repito y me tranquilizo, porque noto que mi voz interior está a punto de sacudir un sonido, es tan expuesto que debe compartirlo también el dueño de los ojos ensimismados en mi mano. Leer la vida, resalto en mi cabeza con el convencimiento de Umbral, leerla y de la manera más profunda.

Cierta tibieza me confirma que, sobre mi hombro, a hurtadillas, el cuerpo va acercándose y se estira, se agita, y en ese realismo fantástico que nos circunda, veo mi pulso apretar sobre la hoja la lapicera.

A vos, escribo, y le agradezco, sin él, mi libro sería un hijo huérfano. Apunto la fecha, firmo. Alargo la mano y le entrego el libro. Lo toma, lee, relee, y me mira y se le quedan los ojos como pájaros que están a punto de levantar vuelo.

Tras el abrazo, el libro, se va entre sus manos. Como los hijos, tras un sueño dirigido.

Marita Rodríguez-Cazaux



Artículo publicado por Editorial DUNKEN

miércoles, 22 de octubre de 2014

PRESENTACIONES DE AUTORES NÓVELES


En el Salón Dunken, los escritores con Lorena Librera (derecha) artista plástica que ilustró la tapa de la antología 




Presentación de la antología de cuentos DESNUDOS SOBRE EL PAPEL
con los escritores Ricardo Tejerina, Carla Demark, y Marita Rodriguez-Cazaux

PRESENTACIONES DE AUTORES NÓVELES






Ricardo Tejerina, Maximiliano Braslavsky, Clara Merlo, Marita Rodríguez-Cazaux





Autores con Marita Rodríguez-Cazaux y Ricardo Tejerina en el Salón Editorial Dunken

ENTREVISTA A GERMÁN CÁCERES 

EVOCANDO VIÑETAS 2

Germán

“Se sabe que la historieta argentina está considerada históricamente como una de las mejores del mundo”

P.: ¿Cómo nace su pasión por la historieta?
R.: La pasión nació durante mi infancia. Antes (ya cumplí algunos años) los chicos no contábamos ni con televisión ni con Internet. Además, los padres en general no nos llevaban a ver las películas de aventuras que nos gustaban. Entonces nosotros apelábamos a las historietas. Por suerte tenía un amigo cuyo padre compraba todas las revistas en circulación (pero no lo hacía por su hijo sino porque quería leerlas él) y después me las prestaban. Algo que quiero comentar es que en esa época era habitual leer, había más tiempo, y así accedí a novelas de Alejandro Dumas, Emilio Salgari y Julio Verne, entre otros.
P.: ¿Cómo surge la idea de dedicarle otro libro al género?
R.: Colaboro con artículos en laduendes.blogspot.com.ar. Cuando Alejandro Aguado -el titular de la página- y yo observamos que hay textos suficientes como para armar un libro, entonces concretamos la idea bajo el sello de La Duendes editora.
P.: ¿Qué ofrecerá “Evocando Viñetas II”?
R.: Evocando viñetas 2 se divide en tres partes: 1) “Buceadores de imágenes”, 2) “Acerca de filmes y de encuentros” y 3) “La historieta en libros”. La primera consta de notas sobre algunos prestigiosos dibujantes argentinos. La segunda, de artículos sobre personajes de historietas internacionales y de encuentros y festivales sobre el género como los de Lobos y de Comodoro Rivadavia, y la tercera está compuesta por reseñas de historietas editadas en libros.
P.: ¿Cuál es la diferencia y la semejanza con “Evocando viñetas I”?
R.: En la pregunta anterior resumí el contenido de Evocando viñetas 2, que coincide con la Nº 1 en que ambos libros traen notas; en cambio ésta incluía reportajes, material que no hay en la Nº 2 porque estoy pensando con Alejandro Aguado en incluir los últimos que hice en un libro que también contenga los realizados por él y otros colaboradores de La Duendes.
P.: ¿A qué público está dirigida?
R.: Evocando viñetas 2 es un ensayo dirigido a los aficionados, pero como señala el consagrado historietista Jorge Morhain en el prólogo “Hay que procurar que además llegue a manos de los neófitos. A ver si descubren el arte maravilloso de las viñetas”.
P.: ¿En dónde lo presentará? ¿Habrá e-book?
R.: El libro recién acaba de aparecer y no hubo tiempo de pensar en la presentación. Por ahora no habrá e-book.
P.: ¿Qué opinión le merece la historieta argentina, sus creadores, su mercado editorial?
R.: Se sabe que la historieta argentina está considerada históricamente como una de las mejores del mundo. El mercado editorial se está adaptando con creatividad y esfuerzo a su achicamiento debido a la competencia que presentan otros medios como Internet y los videojuegos. Un hallazgo que está funcionando es su divulgación a través de libros y de blogs, iniciativas en la que La Duendes se ha erigido en un referente.
P.: Por último, ¿podría mencionar tres personajes emblemáticos de la historieta argentina?
R.: Entre tantas ilustres historietas nacionales me resulta muy difícil elegir tres personajes emblemáticos. Sí puedo mencionar el más representativo, que es, sin duda, El Eternauta, genial creación del guionista Héctor Germán Oesterheld.

*Publicada por periódico Irreverentes con motivo de la reciente presentación del libro de Germán Cáceres.
Tapa I
 

martes, 21 de octubre de 2014

PRESENTACIONES


PRESENTACIONES A SALA LLENA
                                        Por Ricardo Tejerina


Ricardo y Marita
Carla y Ricardo
















De la Redacción de Vitamina

Con llenos totales se presentaron el sábado último tres antologías de Editorial Dunken. Los volúmenes: Desnudos sobre el papel (cuento), Viajá conmigo (cuento) y Cazuela (poesía), convocaron a una granada concurrencia de autores y allegados que a su tiempo colmaron el salón editorial.

Como habitualmente, la coordinación general estuvo a cargo de Sabrina Vega asistida por Jairo Fiorotto y las presentaciones conducidas por la poeta Marita Rodríguez-Cazaux y el escritor Ricardo Tejerina. 

Tomando los tres libros, más 200 autores lograron la publicación, hecho que se suma a la gran cantidad de nuevas plumas (más de diez mil) que Editorial Dunken ha proyectado en los últimos 10 años. En la actualidad, a través de ROI (Recepción de Obras Inéditas), la casa ha consolidado su lugar de líder absoluta en publicaciones gratuitas de autores independientes, hecho que le valiera la Declaración de Interés Cultural de sus actividades por la Legislatura porteña.

Compilaron en esta oportuinidad: Clara Merlo y Agustín Pepe (estudiantes de Edición de la UBA) y Carla Demark. El volumen Desnudos sobre el papel, ofrecido por la también compiladora de 52 motivos para no morir (presentado en la Feria del Libro última) contiene un crisol de relatos de singular valía, junto al prólogo de la compiladora que enmarca con precisión a las obras antologadas.

Como sostienen los versos de una obra incluida en "Cazuela", en un punto todos somos letras de otros, y está bien. Letras compartidas, apropiadas y resignificadas para seguir adelante en la historia de lo escrito.



* Publicado por Vitamina C Digital 
Al Autor y la publicación todos los derechos reservados y las atribuciones.


*Ricardo Tejerina, escritor y articulista argentino.

Brillante presentación de la novela del escritor Ricardo Tejerina
 "El Carnaval del Diablo"

RESEÑAS LITERARIAS

“100 BALAS”

                                                                                                Por Germán Cáceres
100 Balas
En este nuevo título de la saga (“Un fiambre en el horno”, Nº 9) se destaca de entrada la lograda portada de Dave Johnson, de fuerte impacto por sus figuras estilizadas y su elaboración de la gama cálida (rojo y amarillo), que equilibra con una franja de gris azulado que une los lados izquierdo y derecho de la tapa.
También el prólogo de Carlos Trillo aporta una semblanza sagaz y erudita de la novela negra.
Risso y la colorista Patricia Mulvihill plantean una estética bella y contundente con viñetas de hermosa gradación (hay páginas enteras monocolores), en cuyo interior, además, contrastan negros plenos que representan sombras, edificios y siluetas de todo tipo.
Las viñetas están diseñadas y yuxtapuestas en función de la composición total de la página.
La originalidad e impulso creador que despliega Risso en sus planos y enfoques –cuyas angulaciones parecen propias de una historieta experimental- da como resultado un diseño revulsivo. Los personajes están dibujados con rasgos humorísticos que tienden a la fealdad.
Los diálogos de Azzarello son directos, ríspidos y concisos, y reproducen con verismo el lenguaje sórdido de la población carcelaria. El trazo de Risso es fiel a este planteo.
Azzarello no usa ni textos superiores ni inferiores, escribe a través de imágenes, sean los cuadritos mudos o con diálogos.
100 Balas va más allá de la novela negra o de la croock story (aquella que es protagonizada por el delincuente) y se sumerge en el infierno escatológico del presidio.
Algunos presos –los más sádicos- poseen cuerpos titánicos y deformes. Sus peleas ponen en evidencia una agresividad morbosa (la sangre y las heridas se muestran sin ningún pudor), que implica un descenso a los horrores de la condición humana y se sumerge, así, en una auténtica cloaca existencial. Un policía opina que “en este zoo no hacen falta médicos…sino veterinarios”.
Eduardo Rizzo es muy imaginativo para crear múltiples e impresionantes formatos de viñetas, para luego yuxtaponerlas e imbricarlas. De esta manera se obtiene una historieta visualmente portentosa.

“100 Balas” de Brian Azzarello (guión) y Eduardo Risso (dibujo). (Norma Editorial, Barcelona, 2004, 96 páginas)

lunes, 20 de octubre de 2014

RESEÑA LITERARIA

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“El cuervo y otros poemas”, de E. A. Poe

Por Fernando Veglia
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El cuervo y otros poemas fue un regalo de Navidad. La persona que me lo obsequió me dijo: “Este libro te gustará. Poe es para ti”. Tan convencido lo afirmó que evité decirle, quizá para no machacarle la ilusión, que había leído otros libros del autor.
Leí la obra ávidamente, internándome, palabra a palabra, en ese universo de melancolía (“El día más feliz”), locura (“El cuervo”), amor (“Para Annie”), desesperación (“Al silencio”) y muerte (“Los espíritus de la muerte).
La primera lectura me dejó la sensación de haber estado amparado en las penumbras, en esa antigua disputa entre luz y oscuridad. Una segunda lectura, quizá más minuciosa o detallista, me colocó al borde de un precipicio; tuve ganas de cerrar las ventanas, temiendo que una diabólica melancolía acabase con mi razón.
Los poemas de Poe eran intensos, estaban cargados de profundos sentimientos. No pasaban inadvertidos a mi espíritu; podían arrastrarme al fondo de un oscuro abismo, mantenerme cautivo y liberarme, en el instante preciso, para que pudiese ascender a la superficie.
Perturbado, abandoné el libro en la biblioteca y, por algún indescifrable artilugio, no podía evitar escuchar su llamado, una especie de graznido moribundo. Supuse que estaba enloqueciendo y que debía hacer algo para impedirlo.
Inusualmente y sin que me lo solicitasen, presté la obra a un amigo, haciendo excelentes recomendaciones y suponiendo que eso bastaría para librarme del terrorífico y persistente sonido.
Olvidé el asunto hasta que, seis años después, necesité hacer esta reseña. Telefoneé a mi amigo y afirmó que no poseía el libro, que lo había prestado y no recordaba a quién. Añadió que los poemas le habían fascinado.
No lo podía creer; era claro que, cuando lo leí, había sido víctima de la sugestión. Maldije hasta cansarme, hasta caer derrotado en un sillón. Entonces, volví a escucharlo. Era el graznido, guiando mi vista al último estante de la biblioteca, al fino lomo de un libro usado. Era ese maldito y rítmico graznido, diciendo que nunca se había marchado y que nunca se marcharía. Retornaba a las penumbras, al borde del precipicio, al universo de Poe.

viernes, 17 de octubre de 2014

POÉTICA GALEGA


MARCHEI DE MIN

                           
                                     A miña nai 


Fuxí de min polo camiño verde.
Fun bordeando a maxia do verán,
 o resol dun xardín cheo de infancia.

Despoxado, truxo o aire lembranza.
Rumorosa cadencia do norte 
a carón dos méus mesmos pasos.

Cando saltei as pedras do regato
o lazo azul da miña trenza era axitado mar.

Sombra de peregrino campanario,
rezo silandeiro, no atrio de San Xulián
a Santa Compaña perdíase.

Os ollos, aínda antes quelos pasos,
dende Padrón despederon Cesures,
Valga, Caldas de Rei, a Gloria.

Apuroume a inxustiza, o medo.

No Axuntamento
quedóume o corazón de nena
pechado na cárcere dun Pasaporte.

Grillones tiñan meus tornecelos
ao subir a escalinata do barco. 

Non tiña estrelas a noite.
Fuxía dos soles, a tibieza.  
O océano, 
un mantelo de sal enriba da ferida.







PARTÍ DE MÍ 

                                         A mi madre


Partí de mí por un camino verde.
Fui bordeando la magia del verano,
 el resol de un jardín lleno de infancia.

Despojado, trajo el aire recuerdos. 
 Rumorosa cadencia del norte
al lado de mis pasos, iba.

Cuando salté las piedras del regato
el lazo azul de mi trenza era agitado mar.

Sombra de peregrino campanario, 
rezo silente, en el atrio de San Julián,
la Santa Compaña se perdía.

Los ojos, antes que los pasos, 
desde Padrón despidieron Cesures,
Valga, Caldas de Rei, la Gloria.

Me apuraron la injusticia, el miedo.

En la Intendencia,
quedó mi corazón de niña
 en la cárcel de un Pasaporte.

Grilletes tenían mis tobillos
al subir la escalinata del barco.

No tenía estrellas la noche.
Huía de los soles, la tibieza.

El océano, 
un manto de sal sobre la herida.



* * *




A  NAICIÑA 
obra del escultor gallego Francisco Asorey (Cambados, Pontevedra)





Representa a una madre con su hijo en brazos, ataviados con vestimenta popular gallega.
Las figuras miran al frente, casi sin interconexión, recordando a las vírgenes románicas.
Nótese el color claro en las pupilas de ambas figuras.

Famoso por sus tallas policromadas, en esta obra las dos figuras descansan y se yerguen de la tierra, representada a modo de tosco tronco de árbol, que trepa casi hasta la rodilla de la figura femenina en contraste con los pliegues de la falda. Los rostros son realistas y expresivos, siendo el del niño especialmente tierno.
Destaca la policromía típica de Asorey, que engrandece la madera sin cubrirla, y el uso totalmente novedoso de elementos metálicos en la vieira con la imagen de Santiago a caballo que el niño tiene entre las manos.

La iconografía de esta obra es universal; ya desde el paleolítico la mujer es la representación de la vida, de la tierra y la fecundidad; con el paso del tiempo esta idea se conserva, pasando al cristianismo como Madre de Dios, pero Madre ante todo. (...) Así la Naiciña se convierte en la MADRE, la tierra, GALICIA, que da y cuida de sus frutos, siendo una de las mejores alegorías en el terreno escultórico.

Esta obra policromada se presentó en la Exposición Nacional del año 1922, donde solamente fue merecedora de una beca (una bolsa de viaje) como premio al artista para recorrer España y ampliar conocimientos artísticos. Esto levanta un gran clamor en Galicia al considerarse una injusticia. Lleva a la formación de una comisión presidida por Cabanillas para homenajear a Asorey en Cambados el 22 de agosto de 1922, estando presentes  en el evento intelectuales,artistas y amigos.



Fuente: Internet (Fragmento) A sus Autores pertenecen todos los atributos y derechos.
La imagen tiene como fin en el presente blog literario, mostrar la obra del talentoso escultor gallego.






HAY MADRES
que han dado a luz y otras que, sin parir, también.
Madres que adoptaron y otras que fueron adoptadas como madres.
Madres que son -además- padres, y padres que son madres.
Madres de muchos hijos, propios, ajenos, prestados.
Madres Teresa sin nombre y sin prensa.
Hay abuelas, tías, madrinas, amigas madres, e hijos que, un día, se convirtieron en madres de sus propios padres.
Hay madres que acompañan y sostienen, madres de silencios y reflexiones, madres de sueños y realidades.
Hay madres que besan fotos con el pensamiento puesto en memorias sin perder el sentir de vida y madres perdidas en la memoria enferma sin perder el sentimiento materno.
Madres que saben más de lo que saben y madres que comprenden lo que no se sabe.
Hay madres a quienes se dedicaron las más bellas odas y madres a quienes se les adeudan aún.
Por eso,
Feliz día para ellas, madres de todos los colores.
Y para todos.


* * *




























miércoles, 15 de octubre de 2014

PRESENTACIONES EN EDITORIAL DUNKEN

Foto: Este sábado 18 de octubre, desde las 10 horas en el salón de Editorial Dunken (Ayacucho 357, CABA), se estarán presentando 3 nuevos libros de la #ConvocatoriaROI.

10 hrs:
Desnudos sobre el papel - libro de cuentos compilado por Carla Demark.

12 hrs:
Viajá conmigo - libro de cuentos compilado por Clara Eugenia Merlo.

14 hrs:
Cazuela - libro de poesías compilado por Agustín Pepe.


10:00 hs.
Desnudos sobre el papel - Cuentos

Compilado por Carla Demark

12:00 hs.
Viajá conmigo - Cuentos 

Compilado por Clara Eugenia Merlo

14:00 hs.
Cazuela - Poemas

Compilado por Agustín Pepe




Presentan las mesas literarias los escritores 

Marita Rodríguez-Cazaux y Ricardo Tejerina


Entrada abierta al público
Editorial Dunken - Ayacucho 357 - CABA

lunes, 13 de octubre de 2014

RELATO



Popstar

by fernandoveglia
Popstar


Un, dos, tres, cuatro, cinco… ¿Cuántos faltan? No se ve bien ¡Fila de mierda! Todo sea por unos pesos en blanco, por irme de casa. Estoy cansado de los comentarios malintencionados ¡La cara del viejo cuando le diga que me inscribí! Seguro se molesta ¿Y por qué te inscribiste? ¿Qué vas a hacer con la carrera? ¿Por qué no conseguís trabajo de otra cosa?.. ¿Por qué lo hacés? Tus padres te bancan, te apoyan… Esa frase me fastidia, me revuelve el estómago: “Te bancan”. Me presionan para que me reciba ¿Y después qué? ¿Y si no consigo trabajo de administrador de empresas? ¡Morí! Continúo viviendo con ellos, la abuela, mis hermanos y el mismo perro ¿Hasta cuándo? Eso sí, con un título conseguido con el esfuerzo de todos. Tengo trabajos basura desde los diecisiete, ayudante de panadero, ayudante en una tienda, corredor de seguros, lava autos y un sin fin. Nunca me llamaron de un laburo relacionado con lo que estudio y esta oportunidad no la puedo dejar pasar. Además el límite de edad es de veinticinco, tengo veintitrés ¡Opa! Avanza dos pasos, va lento… pero va.

En el predio de la universidad, los alumnos, de diversas carreras, observaban con desprecio la fila de aspirantes a policías del conurbano bonaerense. La fila era larga, excedía el espacio interior y salía a la acera, como si fuese la lengua de un gigante burlón. Esteban estaba en la humillante espera. Sentía que era señalado por el dedo de sus convicciones, promesas y luchas. Cursaba el último año de la carrera de administración de empresas, pero la falta de trabajo y la presión familiar, lo obligaban a tomar una decisión que nunca había imaginado: ser policía. El destino lo había colocado contra las cuerdas y debió aceptar con resignación la aplastante derrota.

¿Qué cara pondrá mi madre? Me da lástima; ella creyó en mí. Se la jugaba y fracasé. Es lo que hay, es esto o seguir prendido. Mi padre “remisea” a la fuerza, mi vieja cose desde siempre, mis hermanos pelotudean y yo policía ¡Qué garrón! ¿Qué dirán mis compañeros cuando les cuente? Van a querer que no abandone. Daiana seguro que me dice lo usual: “Sos inteligente, no podés abandonar ahora”. La voy a extrañar aunque sea “careta” y ame al imbécil de Juanjo. Pensar que tuvimos una historia en primer año y se cortó por mi culpa ¡Qué desastre! Uno, sólo resta uno…

―Buen día –saludó el oficial de policía.

―Buen día –contestó Esteban.

―¿Nombre y apellido?

―Esteban Paz.

―¿Edad?

―Veintitrés años.

―¿Domicilio?

―Castagnon setenta y cinco, Isidro Casanova.

―¿Estudios?

―Secundario completo.

―¿Por qué quiere ser policía?

―Porque quiero servir a la comunidad.

. . . . . . .

Los primeros días de mayo resultaron inusualmente fríos. Sin embargo, una heladería, llamada Amanra, continuaba abierta hasta nueve de la noche. La obstinación de su dueño obligaba al empleado, un muchacho llamado Ricardo, a permanecer inactivo, largas y tediosas horas, detrás del mostrador.

A las ocho y media, el reloj era verdugo y señor, la ansiedad crecía en las sienes del muchacho, como si cargase con un niño gritón sobre los hombros; si alguien deseaba comprar un helado, minutos antes de la hora de cierre, era atropellado por oleadas de fastidio y mal humor.

Cuando el reloj marcaba las nueve, la heladería cerraba pero Ricardo no podía retirarse; debía esperar a Miguel, su dueño, un hombre robusto, de ojos celestes, pelo canoso y un humor detestable. Una vez que las ventas eran supervisadas y el dinero recaudado, culminaba la jornada.

Ricardo observaba el reloj de pared, nueve y cinco. Había bajado la cortina y trapeaba el piso. Sólo esperaba a Miguel.

Maldito gordo, va a demorar como ayer. Miguel, necesito horario de invierno, hace dos meses que llego tarde a la universidad, creo que lo merezco ¿Cómo qué no? Trabajo de las diez de la mañana hasta esta hora ¿Cuántos clientes pensás que entran de las siete a las nueve? Observá los tickets ¡Qué hijo de puta! Por suerte, este año me recibo y me voy.

Ricardo escurría el trapo de piso en un balde blanco y sucio. Su mente sólo tenía espacio para pensar en una cosa: el futuro.

¿Cuándo venís, gordo? Si Juanjo le dijo al papá que necesito el trabajo, tengo un cincuenta por ciento de probabilidades de ser aceptado. Me recibo a fin de año de administrador de empresas, trabajo de lo mío, después me recibo de contador, por fin de economista y consigo mi propio estudio contable, mi hogar, mi auto.

Sonriendo bobamente, guardó los útiles de limpieza en un gabinete. En un minúsculo baño, se mudó de ropa y tomó, de su mochila, varios apuntes. Necesitaba distraerse leyendo.

Los ruidos de los automóviles, los efímeros diálogos de los peatones y el constante tic tac del reloj aguijoneaban la ansiedad de Ricardo. No podía esperar más, debía llegar a clase a las ocho y eran las nueve y veinte.

¿En dónde está? Me hace llegar tarde. Justo hoy que necesito la respuesta de Juanjo. Me voy, tiene todo el dinero en la caja, la heladería limpita, sus llaves.

El muchacho salió disparado hacia la puerta de escape de la cortina ciega. Estaba girando la llave de espalda a la calle, cuando la voz de Miguel lo detuvo: “¿Qué hacés, pibe?

. . . . . . . . .

Daiana y Juanjo eran novios; el amor los había unido en la universidad. Cursaban el último año de Administración de Empresas. Obtenidos los flamantes títulos, planeaban convivir. Juanjo trabajaba en el estudio contable de su padre y Daiana era secretaría en una escribanía.

La joven pareja disfrutaba del último recreo, en un bar frente a la universidad.

―¡Qué pocos somos hoy! ¿Sabés algo de los chicos? –preguntó Daiana.

―Ni idea, hoy estuve ocupado en el estudio. Tuve que acompañar a mi padre a la A.F.I.P.; un cliente intimado –comentó Juanjo con indiferencia.

―¿Qué sucederá con Esteban? No viene desde el lunes.

―Andará en otra cosa ¿Te llamó?

―No, para nada.

Ricardo entró al bar, buscando a sus compañeros. Observó, hasta que logró ver la sonrisa de Daiana.

―¡Richard! ¡Qué tarde! –exclamó Daiana, sonriente.

―No podía irme de la heladería. Encima, cuando me estaba por escapar, me agarró el dueño. Pero llegué ¿Qué vieron en clase? –preguntó Ricardo.

―Nada. Estuvimos matando el tiempo. El profesor hablaba boludeces –respondió Juanjo, sonriendo de costado.

―¡Qué pesado! ¿Pasó lista?

―No me acuerdo ¿Da, pasó lista?

―Creo que sí.

―Díganle que llego más tarde, o no la voy a poder rendir como regular –pidió Ricardo, preocupado.

―No te preocupes ¿Querés tomar algo? –preguntó Ricardo, con intenciones de calmar a su compañero.

―No ¿Hablaste con tu papá de lo mío?

Juanjo se toma la cabeza ―¡No! Me olvidé. Hoy tuve un día difícil. Mañana le digo. Perdóname.

―No te olvides, por favor. Cuento con vos. Quiero irme de la heladería.

Daiana jugaba con un saquito de azúcar, como si fuera un trompo. De pronto, rompió el silencio ―¿Richard, sabés algo de Esteban?

―Ni idea, al “Negro”, no lo veo desde el otro viernes. Tiene problemas en la casa.

―¿Con los padres?

―Algo así, no sé bien, no me cuenta mucho.

―Pobre, si sigue faltando va a quedar libre…

―Llamalo, si tanto te importa… –espetó Juanjo.

―¡Juanjo! –exclamó Daiana, preparándose para enfrentar una escena de celos.

Ricardo rió, salvando a la joven pareja de una pelea posterior.

―¿Vas a entrar, Richard? –preguntó Juanjo, camuflando su mal humor.

―No, me voy.

Los tres abandonaron el bar, lentamente. Parados en la puerta de la universidad, derrocharon tiempo con palabras huecas y amables. Ninguno deseaba ir a clase. La voz de Esteban los interrumpió, ofreciéndoles una excusa más para faltar.

―¡Hola! –saludó Esteban.

―¡Esteban! ¿Qué te sucedió? –exclamó Daiana contenta.

―Vengo a despedirme…

Juanjo y Ricardo lo miraron como si fuese un extraño al que examinar.

―¡No me digas que vas a abandonar! –reaccionó Ricardo.

―Sí, los dejo. Me inscribí en la policía –contestó Esteban.

Juanjo sonrío de costado; si bien se mostraba triste, festejaba la decisión. No olvidaba que Esteban y Daiana tuvieron un romance.

―¡Estás loco! ¡Sos el mejor! ¿Lo pensaste bien? –exclamó Daiana, incrédula.

―No puedo seguir más sin un trabajo estable. Vine a decirles que me gustó ser su compañero, que los aprecio, no nos perdamos…

La última hora de clase fue anunciada por una bulliciosa multitud de estudiantes, ingresando a la universidad. Los cuatro compañeros, atravesados por una marea humana, debieron callar.

―Esteban, es una lástima. Llamame para lo que necesites –propuso Juanjo.

Daiana abrazó efusivamente a Esteban, diciendo :¡Te voy a extrañar!. El muchacho, separándose de ella, atinó a decir: Los voy a extrañar a todos…

―Yo no entro, me voy con Esteban ¿Vamos? –dijo Ricardo, triste, aún incrédulo.

―Entonces, nos vemos. Mañana hablamos, Ricardo –sentenció Juanjo.

Daiana y Juanjo, finalmente, fueron a clase. Esteban y Ricardo caminaron hacia la parada de autobuses

―¿Qué hiciste? ¿Sos boludo? –preguntó Ricardo.

―No doy más, mandé todo al diablo y me inscribí –respondió Esteban, harto.

―¿Estás seguro? Terminá la carrera, dejate de joder.

―¡No puedo! ¡Lo único que sé, es que no tengo un peso!

―¿Qué dijeron tus padres?

―No lo saben.

―Con tus calificaciones podés conseguir una pasantía ¿Por qué no hablás con los profesores?

―No me jodas. Sabés cómo es.

―Pero no hablás con nadie, alguien te puede dar una mano…

―No te enojes, pero más que manos necesito trabajo. Porque no soy el adecuado, porque vivo en zona oeste o por lo que se le ocurra al entrevistador no engancho. A pesar de las notas y toda la pavada…

La vereda, de baldosas acanaladas, abrió la boca y tragó a ambos jóvenes, la noche pintó de negro todo el lugar y el viento lo arremolinó, convirtiéndolo en el punto negro y diminuto que estuvo frente a ti, clavado en la pared. Curioso por naturaleza, te acercaste y descubriste que era una mosca. Sigilosamente, doblaste en dos un trapo o enrollaste un periódico y la golpeaste. El insecto, herido de muerte, cayó pesadamente al suelo. Sin embargo, el zumbido, como señal de vida en agonía, despertó aún más tu instinto de conservación y lo pisaste, varias veces, para poder dormir tranquilo.

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Relato incluido en el libro Líneas (Ed. de los Cuatro Vientos, 2005)
*Fernando Veglia, (Buenos Aires, 1979) escritor y articulista argentino.