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miércoles, 15 de enero de 2020

APORTES LITERARIOS




A MÍ, DÍGANME “PRECIOSA” 






*Del latín pretium, precio.


Françoise d'Aubigné, casada con el poeta Paul Scarron, participó en el salón literario creado por su marido en su propia casa y conoció a personalidades de las letras y las artes del París de mediados del siglo XVII; aprendió a relacionarse con damas de la alta sociedad y tejió una tupida red de contactos que la llevarían directamente a Versalles. Entre ellos, Athenaïs (de nombre de pila Francoise de Mortemart), quien la destinó a ser la institutriz de los siete hijos que había tenido con el Rey Sol. 

En la década que siguió a la Fronda (1652/1662)-los años del matrimonio de Françoise d'Aubigné con Monsieur Scarron-, París vivió una de las temporadas mundanas más intensas dedicadas a la galantería. 

Al morir el libertino Scarron, autor de una obra maestra indiscutible Le Roman comique y numerosos escritos, la joven viuda quedó en una situación económica precaria y la perspectiva de vivir en la corte del monarca más espléndido de la época era algo que no podía eludir. Continuó allí, revestida de todas las gracias, la cultura “preciosa”, entonces de moda. 

El antiguo código aristocrático del amor cortés sufrió una postrera metamorfosis y cedió el paso a un deseo generalizado del placer. Hombres y mujeres fueron llamados a hacer de la ficción amorosa un juego colectivo que habría de generar armonía y reforzar la cohesión de una sociedad en transformación. Cautivar, hacerse grato, presentarse como intérprete de los deseos de otro eran imperativos comunes a todos aquellos que se reconocían en la moral mundana. 

En Madame Scarron, la perfecta adhesión al modelo galante no obedecía únicamente a un deseo de reconocimiento social, sino que correspondía también a sus convicciones de “preciosa”: Por primera vez en la civilización occidental, un grupo de mujeres reflexionaba de manera sistemática acerca del carácter específico de la condición femenina y, consciente de su propio “precio”, es decir, de su valor específico, reivindicaba el derecho de decidir sobre su propia vida y leer, cultivarse, frecuentar el arte. 

Su evolución y el peso que estaban adquiriendo las mujeres en el mundo de las letras acabaron por despertar la irritación y la hostilidad hacia las “preciosas”, las cuales fueron objeto de una virulenta campaña satírica, empezando por la burla de las Précieuses ridicules (Las mujeres sabias) de Moliere. 

Madame Scarron, se había acercado a la ideología de las preciosas por la mediación de una literata de excepción, Mademoiselle de Scudéry. 

Madeleine de Scudéry, hermana menor del escritor Georges de Scudéry, nació en El Havre, Normandía, estableciéndose en París durante la última mitad del siglo XVII. Utilizó como escritora el seudónimo de Safo y su propio nombre, algo poco común en la época en que las mujeres preferían ocultarse detrás de seudónimos masculinos. 

Fue la primera mujer que obtuvo el premio de elocuencia de la Academia Francesa. 

Sus personajes clásicos u orientales, como héroes y heroínas, las acciones y forma de hablar eran tomados de las ideas de moda del momento, fácilmente identificados con los contemporáneos de Mademoiselle de Scudéry. 

Habitual visitante del palacete de Rambouillet, antes de abrir su salón literario, el que durante mucho tiempo marcó el tono del Preciosismo, del que fue una de las más célebres representantes recibió en el propio regularmente a las celebridades de la época, los Montausier, Francois de La Rochefoucauld,  Madame La Fayette, Sevigné, Conrart, Chapelain, Pomponne y Pellison, donde en "Los sábados de Mme. de Scudéry" desarrollaban conversaciones eruditas y galantes. 

Escribió voluminosas novelas galantes en clave, desprovistas de toda semblanza histórica, pero en las que se podían reconocer los retratos de personajes tales como Luis II de Borbón-Condé, Mme. de Longueville, entre otros, trasladando a la antigüedad la vida de la sociedad mundana de su época: Ibrahim ou l’Illustre Bassa (4 volúmenes, 1642); Artamène ou le Grand Cyrus (1649-1653), la novela más larga de la literatura francesa (10 volúmenes); Clélie, histoire romaine (10 volúmenes, 1654-1660); Almahide ou l’esclave reine (8 v. 1660); Matilde d’Aguilar, histoire espagnole (1667). 

Sin entrar en análisis profundos sobre la vida interior de los personajes cuyos retratos adquirían, a menudo, un notable relieve, sus obras dieron vida a nuevas emociones: la melancolía, el tedio, la inquietud, el desasosiego y otras fantasías que prefiguraban a Rousseau. Publicadas en la Morale du monde ou Conversations (10 volúmenes), (1680-1682), las conversaciones llenas de sentido e ingenio de sus personajes se convirtieron en una especie de manual de la sociedad cultivada. 

Estas novelas pusieron de moda las novelas preciosistas, dando una visión idealizada del amor y una pintura poética de la sociedad mundana. En Clélie, histoire romaine se encuentra la famosa Carte de Tendre en la geografía galante relegando, en ocasiones, el amaneramiento que había desviado la corriente preciosista de su modernismo original. 

En Clélie, Herminius representa a Paul Pellisson; Scaurus and Lyriane son Paul Scarron y su mujer Françoise d'Aubigné, luego marquesa de Maintenon); y la descripción de Sapho en el vol. X de Le Grand Cyrus la autora se describe a sí misma. 

Sin embargo, Madeleine de Scudéry puso de manifiesto en su Artamène ou le grand Cyrus su aversión hacia el matrimonio, expresada por su heroína, llamada Safo, que declaraba que esta institución era una tiranía. Madeleine fue congruente consigo misma, ya que nunca se casó. Esta novela fue considerada por algunos críticos literarios como la primera novela moderna en la que –sin que fuera prohibida por la Fronda-, sin hacer apología de la sedición política, dejó entrever las simpatías, sin hacerse ilusiones, que Madeleine sentía por los Frondeses. El personaje de Safo constituye el primer aviso de la toma de conciencia acerca del hecho de que, tras la Fronda, las mujeres quedarían relegadas no pudiendo poner de manifiesto sus conocimientos y su talento más que en la esfera privada. Por lo demás, el retrato de Safo en el reino de los Sauromates –la mansión legendaria de las Amazonas- en el décimo volumen de Artamène, coincide con el retrato de la Gran Mademoiselle. Con Pellison, con el que mantuvo una relación de gran fidelidad, influyó en La Fontaine y Moliére que, con el nombre de Magdelon, intentara ridiculizarla en Las Preciosas ridículas (Précieuses ridicules). 

Durante el último tiempo de vida publicó varias de sus conversaciones. Su Vida y correspondencia fue publicada en París por MM. Rathery y Boutron en 1873. 





Las “preciosas” contribuyeron al refinamiento de la vida social, a la penetración de los intelectuales y de los artistas en los círculos culturales y, en definitiva, a la implantación del nuevo estilo de vida, interesándose por ilustrarse en una época donde el conocimiento le estaba prohibido a la mujer. 

La corriente preciosista ha producido resultados importantes en la literatura. Se le debe una revisión cuidadosa de los valores lingüísticos, con una nueva clasificación de las palabras, según conceptos de corrección o de dignidad estilística; este escrúpulo, traducido luego en la actividad lingüística depuradora de Vaugelas (1595-1650) y en el Dictionnaire de l'Académie Française (1694), dominaría la época clásica y constituye el esfuerzo colectivo más importante en cuanto a la creación de una lengua literaria pura y refinada.




Fuente:    Amantes y reinas de Benedetta Craveri, de Ediciones Siruela (2006)
                Internet

Imágenes: Internet 
Todas las imágenes corresponden a sus autores.

jueves, 1 de agosto de 2019

APORTES CULTURALES

Carlos Penelas para PALABRA ABIERTA

Y sabed que es verdadero:
un hombre ama de fino corazón,
mujer que nunca vio,
solo por oírla alabar.

Amanieu de Sescas


La aproximación a lo poético es el clima, la emoción en un mundo de significados, de hondura infrecuente. El poema crea una atmósfera, un ámbito que es también ruptura del tiempo, presente de la conciencia, modulación. Es cuando se transforma en distensión, en tensión, en hueco que abre la proyección temporal. Ese mundo es símbolo, metáfora del hombre. El hombre es el sueño de la sombra, nos enseñó Píndaro. Pero el amor en el poeta es la búsqueda de lo imposible, melancolía y huésped de otro espacio, de otro sueño, de una lejanía. De esa lejanía interior nace la lírica.
Benjamín Disraeli advirtió: “La magia del primer amor consiste en ignorar que pueda terminar un día.” ¿Es verdaderamente esa la magia? Nos inclinamos por la visión utópica, la pasión que triunfa sobre el olvido. La creación que obsesivamente va plasmando en una mujer el recuerdo y la raíz de otras. Tal vez la tragedia interior se esconda en una frase de Rougment: “El amor feliz no tiene historia”.


Un amor como el de Tristán e Isolda concluido en matrimonio es impensable. Un amor sereno, dulce y pacífico como el de madame Sabatier y Baudelaire también. Necesitan de una imposibilidad para consumar su destino. Los poemas enfebrecidos y bellos, la admiración en silencio prueban que el poeta ama idealmente a una mujer que es creada desde su corazón, desde su soledad, desde su sensualidad. De allí la castidad del poeta, el deseo y la posesión se separan y se excluyen. No importa la timidez o el libertinaje. Gravita el afecto, la ternura, la voz redentora que es furtiva en la mirada y en el ensueño. Estamos hablando en última instancia del amor sublimado. Con ironía nos dice nuestro querido Bernard Shaw: “El amor es una tremenda exageración de la diferencia que existe entre una persona y todas las demás”. De todas formas seguimos pensando y sintiendo como Anacreonte:

Y otra vez amo y ya no amo
y deliro y no deliro,
estoy loco y no estoy loco.


¿Para qué sirve el vivir?, nos preguntamos. Hay siempre un murmullo oculto, un nacimiento de voces que alivia la fatiga. La intuición estética lucha cotidianamente contra burócratas, contra seres mediocres. Burgueses, amanuenses del poder. El amor y el poema están más allá del éxito, de la moral, de las reglamentaciones absurdas. Una línea poética estremece el alma, enseña y evoca desde el instante metafísico. El poeta anima una dialéctica sutil, revela la solidaridad de la forma y del ser. Pero no olvidemos que hay una sabiduría poética que impide el desborde o el exceso; un universo simbólico en la textura del lenguaje que incrementa el aura del misterio.


Lope de Vega nos introduce en la vigilia del amador:


En fin, señora, me veo
sin mí, sin vos y sin Dios.
Sin Dios, por lo que os deseo
sin mí porque estoy sin vos
sin vos porque no os poseo.

Para el poeta auténtico un sueño es la realidad. Imagino el mirador de Espenuca. Sueño con milicianos españoles, con huelgas insurgentes, con campesinos trasterrados, con la España del 36. Con viejos combatientes que traen banderas desflecadas por el dolor y la injusticia. Hay imágenes y tonos predominantes, los signos, la niebla, los bosques, los mares que se alzan en la memoria. Es una forma de convocar al mundo de la dicha y del ensueño, la mitología interior, la intuición totalizadora del hombre y el universo.

En este mundo aceptamos que el ideal de la vida sea el fervor de lo efímero. Desde la vela blanca, desde la aurora. Ese instante es la vida íntima. “El amor nace, vive y muere en los ojos”, nos enseñó Shakespeare.

El amor obedece a un presente establecido e inalterable. Decía Rougemont que “Tristán e Isolda no se aman. Lo que aman es el amor, el hecho mismo de amar. Se necesitan el uno al otro para arder”.

Creemos que es así. Intuimos también que amar al Amor más que el hecho de amar es un topos en la lírica universal. Tenemos dos ejemplos fundamentales: Jorge Manrique y Antonio Machado. Fluyen más allá, por eso su trascendencia. Para ellos el amor es posible aun sin amada. Vivimos desde el poema un destino abierto y oculto.




Amor (Cupid) kisses Psyche by Antonio Canova, Louvre. Wikimedia Commons.


El poeta, el músico, el pintor, el creador necesita crear mitos, leyendas, sueños. Desde allí la búsqueda de esa mujer, de ese ideal, de una utopía. Desde la primitiva poesía china o los poetas hindúes, desde el mundo greco-romano, desde Dante, Petrarca, Quevedo, Rubén Darío o Pushkin el sentimiento amoroso tiene su evolución y su historia. Hay —debemos decirlo— modas en los sentimientos, en la manera de manifestar el sentimiento. El amor forma también parte de la evolución y la historia del arte, sin duda. Y cada época tiene su estilo de amar y ser amado, de vivir la amistad y la admiración. Cada generación modifica el erotismo de la antecedente.

El erotismo idealizado difundido en nuestra cultura crea espejismos. Buscamos, en el fondo, la pasión y la desgracia. Aparece el mito social o religioso. Pero el poeta ve en los ojos de la amada la hora inmóvil, la noche y el alba como ofrendas de eternidad. El poeta auténtico no hace confidencias sobre su amor. Protege un sentimiento de irregularidad, el don de maravillarse, el placer de admirar el rostro del hechizo. En el enamoramiento hay una encrucijada entre el cosmos y el enamorado, una fantasía que cobija la fábula, el rito, lo abstracto de la existencia, lo irreal y lo real.

Lo inmedible provoca soledad y pavor, la desnudez es al mismo tiempo despojamiento interior, vuelo, sentimiento cósmico. El poeta, a partir de la creación, reclama infinitud, desmesura, pasión, drama. Nace la revelación y el abismo, lo absoluto de esa marcha peregrina en la que necesita sentir finitud y asedio. O como sintió Goethe: “Un hombre y una mujer verdaderamente enamorados son el único espectáculo de este mundo digno de ofrecer a los dioses.”


Para finalizar, la palabra de Ramón Piñeiro:



La lírica es la exteriorización de la soledad ontológica del hombre, una trascendencia que pudiéramos llamar confidencial, puesto que es la comunicación de la intimidad radical del hombre, casi un hablar consigo mismo.


[Buenos Aires, agosto de 2019]




©Carlos Penelas. All Rights Reserved.


Carlos Penelas nació el 9 de julio de 1946 en la ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, y reside en Buenos Aires, capital de la República Argentina. Es Profesor en Letras egresado de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, y es en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde cursó Historia del Arte y Literatura. Obtuvo primeros premios y menciones especiales en poesía y en ensayo, así como la Faja de Honor (1986) de la Sociedad Argentina de Escritores —de la que fue en 1984 director de los talleres literarios— y otras distinciones. Fue incluido, por ejemplo, en las antologías Poesía política y combativa argentina (Madrid, España, 1978),Sangre española en las letras argentinas (1983), La cultura armenia y los escritores argentinos (1987), Voces do alén-mar (Galicia, España, 1995), A Roberto Santoro (1996), Literatura argentina. Identidad y globalización (2005). Publicó a partir de 1970, entre otros, los poemarios "La noche inconclusa", "Los dones furtivos", "El jardín de Acracia", "El mirador de Espenuca", "Antología ácrata", "Valses poéticos", "Poemas de Trieste", "Homenaje a Vermeer", "Elogio a la rosa de Berceo", "Calle de la flor alta" y "Poesía reunida". A partir de 1977, en prosa, fueron apareciendo los volúmenes "Conversaciones con Luis Franco", "Os galegos anarquistas na Argentina" (Vigo, Galicia, España, 1996), "Diario interior de René Favaloro", "Ácratas y crotos", "Emilio López Arango, identidad y fervor libertario", "Crónicas del desorden" y "Retratos", etc.


El presente blog literario se honra en compartir el articulo del escritor Carlos Penelas para Palabra Abierta.

Al Autor y Palabra Abierta, pertenecen todos los derechos y atribuciones.

miércoles, 24 de julio de 2019

AMOR CORTÉS

Reconocida como una filosofía del amor nacida en la Provenza francesa en el siglo XI, la expresión "amor cortés" (amour courtois), fue acuñada por Gaston Paris en 1883;​ mientras que en la época de los trovadores se usaban expresiones como fin'amor ("fino amor", "amor puro", "amor verdadero" en occitano).


Su interpretación, orígenes e influencias continúan siendo todavía un asunto debatido; aunque como puntos centrales de la teoría del amor cortés se suelen señalar su concepción idealizada, platónica y mística del amor.





Después de la cabalgata,
entre druidas y hadas,
se desmonta la dama.​

Una gacela blanca,
herida de lanza,
acecha entre las ramas.​

Pequeños pies con alas,
desnudos de joyas,
yacen en la almohada.​

Mientras el caballero
derrama en su oído
del cortejo las palabras.​



El amor cortés era un concepto literario de la Europa medieval que expresaba el amor en forma noble, sincera y caballeresca.

Se origina en la poesía lírica en lengua occitana. El trovador, poeta provenzal de condición noble y más respetado que los juglares plebeyos, era la figura destacada en este tema. 

La relación que se establecía entre el caballero y la dama era comparable a la relación de vasallaje, convirtiéndose el caballero en un súbdito de la doncella.

Generalmente, el amor cortés era secreto y entre los miembros de la nobleza​ dado que los matrimonios eran arreglados entre las familias y se realizaban por conveniencia, el amor cortés no era un amor bendecido por el sacramento del matrimonio, en el seno de parejas formales; sino, en la mayoría de los casos prohibido e incluso adúltero.​

             ... q'ieu e midonz jassam / en la chambra on amdui nos mandem / uns rics convens don tan gran joi atendi, / qe.l seu bel cors baisan rizen descobra / e qe.l remir contra.l lum de la lampa

            ... que yo y mi señora yazcamos en la cámara en la que ambos fijemos una preciosa cita, de la que espero tanto placer que descubra su hermoso cuerpo, besando y riendo, y que lo contemple contra la luz de la lámpara.​

Iniciado como una ficción literaria​ creada para el entretenimiento de la nobleza y la justificación ideológica de su posición social, su capacidad atractiva lo transformó en un vehículo de "educación sentimental" que influyó en los comportamientos reales, siendo considerado una práctica enriquecedora y sofisticada, una experiencia intermedia entre el deseo erótico y el espiritual, que aunque pueda parecer contradictorio, era vivido como "un amor a la vez ilícito y moralmente elevador, apasionado y disciplinado, humillante y exaltante, humano y trascendente".​

Aunque sus precedentes se han rastreado en la poesía árabe (Ibn Dawoud, Ibn Hazm),​ o entre la iteratura de los cátaros,​ o en la prosopia eclesiástica; sus comienzos pueden localizarse a finales del siglo XI en las cortes condales, ducales o principescas de Aquitania, Provenza, Champaña, Borgoña y la Sicilia normanda.

Se extendió durante el siglo XII, en buena parte por la protección de poderosas damas, como Leonor de Aquitania (nieta de Guillermo IX de Aquitania, vinculado al comienzo del movimiento -quizá el primer trovador en occitano, tras volver de las Cruzadas-) y María de Francia, condesa de Champaña y mecenas de Chrétien de Troves (Lancelot ou le Chevalier de la charrette). 

Continuó en los siglos finales de la Edad Media (Leys d'amors o Flors del Gay Saber "de los siete trovadores de Tolosa", siglo XIV), extendiéndose por los reinos cristianos de Europa Occidental (la lírica catalana -Guilhem de Berguedan-, la lírica galaico-portuguesa -Martín Codax-, el minnesang alemán -Gottfried von Strassburg- o el dolce stil nuovo italiano de la época de Dante, autores ingleses como Geoffrey Chaucer, John Gower o Thomas Malory), y entroncando con el pre-Renacimiento y con otros temas y géneros (particularmente, los libros de caballerías).

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Entre los más destacados cultivadores del tema poético del amor cortés estuvieron MarcabrúBernart de VentadornGiraut de Bornelh​ o Peire Vidal. También lo hicieron destacados personajes de la época, como los reyes Alfonso II de Aragón (llamado "el Casto") y Ricardo I de Inglaterra (llamado "Corazón de León"), el duque Guillermo de Aquitania (llamado "el Trovador"), el conde Raimbaut de Aurenga (Raimbaut de Orange),​ o Rober d'Alvernhaobispo de Clarmont.

A continuación poema de Jorge Manrique, uno de los autores que sigue el amor cortés en su concepción del amor, el amante sirve a la dama en una "feudalización" del sentimiento.

ACORDAOS POR DIOS, SEÑORA


Acordaos por Dios, señora,
quánto ha que comencé
vuestro servicio,
cómo un día ni una hora
nunca dexo ni dexé
de tal officio.
Acordaos de mis dolores,
acordaos de mis tormentos
qu’e sentido,
acordaos de los temores
y males y pensamientos
qu’e sufrido.


Acordaos cómo en presencia,
me hallaste siempre firme
y muy leal,
acordaos cómo en ausencia
nunca pude arrepentirme
de mi mal.
Acordaos cómo soy vuestro
sin jamás haber pensado
ser ajeno,
acordaos cómo no muestro
el medio mal qu’e passado
por ser bueno.


Acordaos que no sentistes,
en mi vida una mudanza
que hiziesse,
acordaos que no me distes
en la vuestra una esperanza
que viviesse.
Acordaos de la tristura
que siento yo por la vuestra
que mostráis;
acordaos ya, por mesura,
del dolor qu’en mí se muestra
y vos negáis.


Acordaos que fuy sujeto
y soy a vuestra belleza
con razón;
acordaos que soy secreto,
acordaos de mi firmeza
y afición.
Acordaos de lo que siento
quando parto y vos quedáis
o vos partís;
acordaos cómo no miento,
aunque vos no lo pensáis
según dezís.


Acordaos de los enojos
que m’avés hecho passar
y los gemidos;
acordaos ya de mis ojos,
que de mis males llorar
están perdidos.
Acordaos de quánto’s quiero,
acordaos de mi desseo
y mis suspiros;
acordaos cómo si muero
destos males que posseo,
es por serviros.


Acordaos que llevaréis
un tal cargo sobre vos
si me matáis,
que nunca lo pagaréis
ant’el mundo ni ante Dios,
aunque queráis;
y aunque yo sufra paciente
la muerte, y de voluntad
mucho lo hecho,
no faltará algún pariente
que dé quexa a la’rmandad
de tal mal hecho.


Después que pedí justicia,
torno ya pedir merced
a la bondad,
no por c’aya gran cobdicia
de vivir, mas vos aved
ya piedad;
y creedme lo que os cuento,
pues que mi mote sabéis
que dice assí:
Ni miento ni me arrepiento,
ni jamás conoceréis
ál en mí.


Por fin, de lo que dessea
mi servir y mi querer
y firme fe,
consentid que vuestro sea,
pues que vuestro quiero ser
y lo seré.
Y perded toda la dubda
que tomastes contra mí
d’ayer acá,
que mi servir no se muda
aunque vos pensáis que sí,
ni mudará.


Según Georges Duby,​ no hay que ver en el amor cortés una promoción de la mujer, sino un juego masculino, educativo para la formación de los jóvenes (como Enrique el Joven), que encauza sus pulsiones y sentimientos al igual que los ejercicios militares y los torneos entrenan sus cuerpos. 

La idealización de la dama no es obstáculo para dar libre curso a la libido con mujeres de rango inferior, como muestran las pastourelles​ o las serranillas del Marqués de Santillana. La mujer objeto del amor cortés es una prueba; suele ser la esposa del señor, inalcanzable, pero a la que se galantea y se intenta seducir para mejor complacer al propio señor, que se presta al juego. La alta posición social de damas y caballeros sirve para diferenciarse del pueblo vulgar y de los burgueses que, aunque puedan incluso competir con su dinero, no pueden competir con ellos culturalmente.​
Un tratadista anónimo de mediados del siglo XIII distingue cuatro pasos en el progreso del caballero enamorado hacia su dama: fenhedor (no ha manifestado sus sentimientos), pregador (los ha manifestado), entendedor (la dama le ha sonreído o dado prendas) y drutz (ha culminado la relación con un contacto íntimo -otra cosa es lo que esto signifique, un mero contacto físico o el coito completo, teniendo en cuenta que la idealización del amor podía significar pasar la noche juntos sin tocarse -assag-,​ o con una espada entre ambos, como Tristán e Isolda-). En latín, los cuatro pasos del amor se nombraban como visus (contemplación), alloquium (conversación), contactus (caricias) y basia (besos).​


Entre los géneros y subgéneros de la lírica del amor cortés los hay muy variados (cansó, joch partit, tensón, serenade, etc.) En el denominado aube ("alba", con versiones en poesía trovadoresca y en la lírica tradicional), tras pasar la noche juntos, los amantes (el trovador y la midons) se lamentan de que llegue el alba y hayan de separarse; y aparecen otros personajes convencionales: el gilós22​ ("celoso", el marido), el guaita (amigo del trovador, que vigila toda la noche por si llega el gilós) y los lauzangiers (testigos del encuentro que pueden avisar al gilós de lo que ha sucedido).

Características 

Origen cortesano de la Dama, ella reside y se encuentra en un lugar físico determinado, corte señorial, castrum o burgo, pertenece a la élite urbana. 
Total sumisión del enamorado a la dama (por una transposición al amor de las relaciones sociales del feudalismo, el enamorado rinde vasallaje a su señora). Esto origina el "sufrimiento gozoso". 
La amada es siempre distante, admirable y un compendio de perfecciones físicas y morales. 
El estado amoroso, por transposición al amor de las emociones e imaginería religiosas, es una especie de estado de gracia que ennoblece a quien lo practica. 
Los enamorados son siempre de condición aristocrática (aunque también es común que el enamorado sea de un grado social inferior al de la amada). 
El enamorado puede llegar a la comunicación, con su inaccesible señora, después de una progresión de estados: suspirante (fenhedor, en occitano), suplicante (precador), oyente (entendedor) y amante (drut). 
Se trata, frecuentemente, de un amor adúltero. Por lo tanto, el poeta oculta el objeto de su amor sustituyendo el nombre de la amada por una palabra clave (senhal) o seudónimo poético. 

Relación con la mística

... el concepto platónico del eros era el ingrediente fundamental del misticismo occidental.
El amor cortesano, en todas sus variedades, depende de manera similar de la tradición del eros.
Si el amor cortesano fue modelado sobre el amor místico, o a la inversa, como creen algunos, es algo que no nos concierne. En algunos sentidos son completamente antagónicos: el amor cortesano se limita a los seres humanos, mientras que el amor místico se dirige a Dios; el cortesano cultiva el deseo sexual mientras que el místico desea eliminar todo excepto lo espiritual; el cortesano es herético o no religioso y representa, por ende, actitudes mundanas a las que el místico pretende renunciar. 
Al mismo tiempo, el amor cortesano y el místico se asemejan de maneras que revelan su ascendencia platónica. Esto se aplica particularmente al concepto trovadoresco de fin' amors -el término provenzal para el amor puro- que combina la teorización neoplatónica del Medio Oriente con elementos del misticismo cristiano, y culmina con una idealización del amor humano que conduce a una gran poesía, aunque lleve en última instancia a la frustración sexual.

Con el surgimiento del culto a la virgen María en el siglo XI queda claramente establecida la estrecha relación entre estos diferentes elementos de la tradición del eros. 
Cuando, durante el siguiente siglo, el trovador Bernard de Ventadour se dedica a su Dama (denominada madonna), no la está confundiendo, desde luego, con la Madre de Dios. 
Y san Bernardo de Clairvaux no se adhiere al amor cortesano, al que condena, cuando se dirige a la Madonna como "la más bella entre las mujeres", agregando que Dios espera su consentimiento antes de continuar con la salvación del mundo. Pero ambos Bernardos tienen en común una búsqueda idealista de la bondad y la belleza, la elevadora aspiración del amor, y la firme convicción de que el valor de su objeto es algo externo al amante mismo.



Fuente Internet​

miércoles, 10 de julio de 2019

ARTÍCULOS LITERARIOS


POETAS EN PENUMBRAS

Tres grandes grupos literarios marcan el siglo XX: la Generación del 98, la denominada Generación del 27 y, posteriormente, la del 50. Ante ellas nace una pregunta inmediata y hoy ya ineludible: ¿no hay mujeres entre los intelectuales del momento en cada uno de estos grupos, mayoritariamente comandados por hombres?

Y aun más, pensando en el día de la poesía que se celebra el 21 de marzo: ¿qué mujeres poetas escribieron sus obras en aquellos años? ¿Qué ha sido de sus nombres y de sus obras? De esta forma, queremos proponer aquí algunas sugerencias para recuperar, redescubrir y sobre todo incorporar a nuestra tradición cultural la producción poética de las mujeres adscritas a cada una de estas tres generaciones.




Carolina Coronado retratada por Federico de Madrazo.


GENERACIÓN DEL 98

Bajo este epígrafe podemos situar los nombres de Unamuno, Baroja, Blasco Ibáñez, Azorín, Valle-Inclán o el más joven de todos, Antonio Machado. Mucho más difícil nos resultaría dar con un solo nombre femenino. Pero los hay.

Algunas autoras están todavía muy vinculadas al Romanticismo y su poesía tiende hacia ese estilo, como el caso de Carolina Coronado, Sofía Casanova o Rosario de Acuña. Pero el interés por el mundo que les rodea y las circunstancias históricas en que se insertan sus vidas no les resultan ajenos en absoluto.

Sofía Casanova llegó a ser corresponsal en la Primera Guerra Mundial. En 2017 se reeditó su poemario Fugaces, de 1898. Por su parte, Carolina Coronado escribirá poemas relativos a la nueva situación del país tras el Desastre del 98, con versos tan explícitos como estos:


«¡Mejor morir!… antes que gente extraña

pregunte por burlar nuestros sonrojos:

“¿En qué lugar de Europa estuvo España?"».

Esta preocupación por la decadencia española desembocará, como sabemos, en posiciones regeneracionistas con propuestas diversas para sacar al país de esa crisis. Es el caso de Blanca de los Ríos, candidata al Premio Nobel y que dirigió una revista de explícito título, Raza española, entre 1919 y 1930. Entre sus obras líricas se encuentra el poemario titulado Esperanzas y recuerdos, que reeditó y amplió en 1912.

Aunque no escribió poesía, es imposible dejar fuera en relación con el tema del regeneracionismo y la pedagogía a María de Maeztu, que tuvo que exiliarse y murió en Argentina en 1948. Carmen Baroja, conocida por sus Recuerdos de una mujer de la generación del 98, también escribió versos, algunos de los cuales se han recuperado en el libro Tres Barojas. Poemas, de 1995.

Pero también encontraremos mujeres con posiciones mucho más radicales que las mencionadas, como Belén de Sárraga, librepensadora, masona, feminista y republicana que pasó gran parte de su vida en América, donde murió exiliada en 1951.


Consuelo Álvarez Pool

O Regina de Lamo, madre de la gran escritora Carlota O’Neill y abuela de Lidia Falcón. Anarquista y feminista convencida, su activismo a favor de los derechos de la mujer ha quedado plasmado en numerosos artículos y en algunos poemas.

También muy combativa es Consuelo Álvarez Pool, periodista, telegrafista y primera mujer jefa de prensa, que publicó poemas en los medios a comienzos de siglo.

Imposible no dejar constancia de otros nombres, aunque no llegaran a escribir poesía: la periodista Carmen de Burgos, la escritora de ideología conservadora Concha Espina, y la dramaturga María de la O Lejárraga, cuya vida evidencia el paso adelante de mujeres ajenas a las convenciones que las constreñían.
Generación del 27 o de la República

De nuevo ocupan los primeros puestos de este grupo literario nombres como los de García Lorca, Cernuda, Alberti, Miguel Hernández y un largo etcétera bien conocido.

La recuperación de las escritoras adscritas a este movimiento es una labor incansable que ha logrado rescatar la obra de María Teresa León, o la hasta hace muy pocos años desconocida Luisa Carnés.

Entre las poetas los nombres se multiplican: Ernestina de Champourcin, con una poesía enmarcada en el diálogo con Dios, la canaria Josefina de la Torre, cuya obra se centra en la nostalgia del pasado perdido, la maternidad no realizada y el amor, o Concha Méndez, modelo de mujer moderna y ajena al estereotipo tradicional femenino, que desarrollará una poesía atravesada por la experiencia del exilio.
Documental Las Sinsombrero, cuya emisión dio a conocer el papel de las mujeres de la Generación del 27.

También se escapa del marco tradicional la obra de Carmen Conde, una poeta que destaca por su rebeldía e inconformismo, encubiertos por la expresión poética en una España que no reconoció su valía hasta después del fin de la dictadura, cuando ingresó en la RAE.

Rosa Chacel, ensayista y novelista, será otra de las escritoras del 27 que también escribirá poesía. Nuevas autoras cuya obra estará marcada por la dura experiencia del exilio serán Nuria Parés y Concha Zardoya.

Entre las poetas que desarrollaron su obra dentro de la España franquista podemos recordar la poesía intimista de Susana March o Clemencia Laborda, en cuyas obras se mantiene la imagen de la mujer tradicional, volcada en lo doméstico y la maternidad. Ejemplos señalados serían Celia Viñas, Elena Martín Vivaldi y la Guiomar de Antonio Machado, Pilar de Valderrama:


"Aquel café de barrio, destartalado y frío,

testigo silencioso de nuestras confidencias,

extremo de rigores, conjunto de inclemencias,

que sólo caldeaban tu corazón y el mío.

Una de las autoras más destacadas y que evolucionó desde estos presupuestos hacia una poesía más comprometida es Ángela Figuera Aymerich.

GENERACIÓN DEL 50

La evolución hacia una poesía mucho más preocupada por lo colectivo y lo social nos traerá libros en los que lo urbano cobra un interesante protagonismo, como los de María Beneyto o Josefina Romo Arregui. La transición desde el intimismo del yo hacia la preocupación colectiva y la recuperación de la memoria está representada por Cristina Lacasa.

Pero la renovación del lenguaje será mucho más marcada con Ana María Moix, el uso de la poesía como vehículo de denuncia de Concha de Marco o Julia Uceda, ganadora del primer Premio Nacional de Poesía otorgado a una mujer en 2003. Otras autoras importantes de este grupo son Gloria Fuertes, María Victoria Atencia, María Elvira Lacaci o Pilar Paz Pasamar.


"Nací para poeta o para muerto,

escogí lo difícil

—supervivo de todos los naufragios—,

y sigo con mis versos,

vivita y coleando”.

Gloria Fuertes

Muchos nombres por descubrir, por leer. Grandes poetas que no merecen ese lugar en penumbra en el que siguen situadas.

EXTRAÍDO DE CONVERSATION - POETAS ESPAÑOLAS EN PENUMBRA.

jueves, 3 de mayo de 2018

ARTÍCULOS


CARRERA MAGISTRAL 



                                                             Por EL GATO PARDO 



Hasta hace poco —y en los lugares más impensados—, siempre había alguno que me apabullaba por el éxito de sus avances profesionales. Bajo su diatriba toda mi humanidad quedaba boquiabierta.
La última vez, en una reunión de colegas, el desconocido recién presentado, quiso saber en qué país cursé el Master de Postgrado, qué orientación de Gestión había frecuentaba y cuál idioma elegí para editar mi tesis.
Hice gesto de “en eso estoy”… “lo tengo establecido para el próximo año”… “viajo este mismo verano”… Sin embargo, el susodicho adivinó de inmediato que era solamente un recurso para que mi ego no se cayera, herido de muerte, en medio del gentío.
—Bueno, bueno —sentenció con acento misericorde — nunca es tarde.
Me apabullé, traté de hacer memoria si en alguna oportunidad me habían otorgado una mención destacada, un Honoris. Tartamudeé, recordé que tengo una carrera llana y silvestre, oficio sin prensa expuesta, brega que brega todos los días, muchas veces como escritor fantasma.
Silencio y horror.
No cabía nada más que acudir a un sicólogo. Su acertada visión me salvó de saberme insignificante… durante cinco meses. Después de haberle confesado media vida, el terapeuta descubrió tantos pormenores que le pareció justo volver “pormayores” los honorarios.
Fin de las sesiones. A amañarse solito. Y no hay refute, la necesidad es la madre de todas la ciencias, y como dice el refrán popular “tiene cara de hereje”. Descubrí que existía una solución para frenar esta sensación de indigencia. Lo comprobé en el primer evento a mano.
—Ah, no te lo comenté, qué distracción la mía…, soy Comunicador —espeté al primero que me estrechó la mano.
Santo remedio, quedó anonadado. Logré su sonrisa aprobatoria. Una chica de silueta inenarrable se acercó interesada, dos socios de un estudio me dieron sus tarjetas, el dueño de casa se felicitó de haberme invitado.
Desde luego, si la suerte no acompaña puede ocurrir que quien pregunta no se repliegue, apunte cañones y quiera saber de qué se trata ser comunicador. En ese momento, es elemental el lenguaje corporal: “Mírate, eres el colmo del bruto”. Y de inmediato, una retahíla de suficiencia.
—Informa, notifica, transite, entera, avisa, anuncia, participa, revela. Dotado de luces para conversar, relacionarse, alternar, codearse, compartir.
El tío trastabilla. Aprovecho.
—Vamos, para ponértelo fácil. Un enemigo de estar con la boca cerrada, a ver si te enteras —.Y, por si vuelve al toro, le monto la cantidad de diferentes y variados tópicos de Comunicación.
Claro que me callo algunas cosas, hay secretos que nobleza obliga. Como que algunos títulos no son habilitantes, ni siquiera acreditados. Pero qué importancia tiene esa nimiedad. Lo importante es que un Comunicador siempre tiene algo para decir. Aún a contrapelo del momento adecuado y a pesar de que sus conocimientos lleguen al descrédito y hagan agua. Lo potable, es que no deje de parlamentar. Algo así como lo que decía mi madre <Si lo dejan hablar, no lo ahorcan>.
Parlotear, y con el aval de que no hace falta instruirse. Basta pasarle una ojeada a Internet y pescar algún dato suelto, temas es lo que sobran. Y si son imprecisos, mucho mejor. Nada se pierde, todo se transforma, y el reciclado es sabrosa oportunidad. Vamos para adelante.
Afortunadamente brinda ayuda la dinámica apabullante. Lo que ahora nos entra por los ojos, al parpadear ya pasa a ser pasado. Y hay que apurarse a decirlo, así ya podemos darle curso luego a otra chorrera de palabras que, por ley de vida, darán lugar a otras miles de novísima generación que abren los ojos por vez primera.
Para remate a favor, hay tanta novedad en el tema de grados y subcarreras, surgentes en niveles sociales, políticos, artísticos, publicitarios, humanitarios… ¡El horizonte no tiene fronteras! Al menos esto lo pone claro la publicidad que alienta a encauzar futuro de éxito inmediato.
A lo que iba. Ya lo tengo resuelto, he dado en la tecla. Ahora me siento completo.
No hay nada más acertado para este siglo que ser comunicador.




viernes, 14 de octubre de 2016

DATOS BREVES



CADA OBRA POR SU NOMBRE



Libro: Según la UNESCO, si el ejemplar tiene menos de 48 páginas, no es libro, sino folleto.

Cuadernillo : Una resma -unidad de medida tradicional para contar hojas de papel- consiste en veinte manos de papel. A su vez, una mano de papel equivale a cinco cuadernillos.
El cuadernillo equivale a cinco hojas de papel.

Plaqueta: Folleto que contiene algún tema especifico, como poemas o pensamientos.


***


Cuento

Narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.
Novela

Es una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres, que en muchos casos sirven de insumos para la propia reflexión o introspección. La vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española la define de manera más general como una «obra literaria narrativa de cierta extensión» y como un «género literario narrativo que, con precedente en la Antigüedad grecolatina, se desarrolla a partir de la Edad Moderna».1 La novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad para contener elementos diversos en un relato complejo. Este carácter abierto ofrece al autor una gran libertad para integrar personajes, introducir historias cruzadas o subordinadas unas a otras, presentar hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta naturaleza: cartas, documentos administrativos, leyendas, poemas, etc. Todo ello da a la novela mayor complejidad que la que presentan los demás subgéneros narrativos.


Nouvelle (También llamada novela corta)

Es una narración de menor extensión que una novela y menos desarrollo de la trama y personajes, aunque sin la economía de recursos narrativos propia del cuento.
Su antecedente es el relato corto medieval.
En inglés se la denomina novella o short novel, aunque en la zona del Río de la Plata es más frecuente el empleo del galicismo nouvelle, para designar este subgénero narrativo.1
Julio Cortázar la definió como un «género a caballo entre el cuento y la novela».
En italiano, la palabra novella significaba un relato más breve que el romanzo (en francés roman, equivalente al actual novela en castellano). En español empezó a utilizarse la palabra en el sentido italiano; así la emplea por ejemplo, Miguel de Cervantes en sus "Novelas ejemplares"; y para una narración más extensa se empleaba el término libro. Con el tiempo, sin embargo, la palabra novela pasó a designar todos los relatos de extensión superior al cuento, por lo cual se hizo necesario distinguir entre novela y novela corta.
Respecto al número de palabras, la novela corta suele situarse entre las 15 000 y 40 000 palabras, aunque esto es más una referencia que una regla fija, y puede variar según la persona que la aplique.
Ejemplos de novelas cortas son: La metamorfosis de Franz Kafka, El perseguidor de Julio Cortázar, Los cachorros de Mario Vargas Llosa, El perjurio de la nieve de Adolfo Bioy Casares, El pozo de Juan Carlos Onetti, El fantasma de Canterville de Oscar Wilde, El oso de William Faulkner, La subasta del lote 49 de Thomas Pynchon o "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada" de Gabriel García Márquez y también El licenciado Vidriera de Miguel de CervantesNovela corta


Poemario: Selección de poemas.