domingo, 28 de diciembre de 2014

JERARQUIZADA NOMINACIÓN 2014




                            2014/2015 

       Y “THE VERSATILE BLOGGER AWARD”


                                                                                                   Por  Fernando Veglia
The versatile blogger Award


Culminando el año, Periódico Irreverentes está al borde de duplicar las visitas y ha sido premiado, por el blog “Escribir en la arena”, con el “The Versatile Blogger Award”. Premio otorgado por los blogueros en reconocimiento al trabajo que hace posible cada publicación. Aceptarlo implica mencionar a quien nos ha premiado, publicar el gráfico del Premio y nominar once blogs.

Como siempre destacaré a los colaboradores, los verdaderos artífices del Periódico, incansables e incondicionales. Mis respetos y felicitaciones hacia cada uno de ellos.

Los Blogs premiados son:

El eclipse de Gyllene Draken: Sitio del escritor Pablo Martínez Burkett, donde hallarán textos, autores invitados, el folletín por entregas “El retorno de la crisálida” y toda la fantasía y el terror de la nueva narrativa rioplatense. Destacándose la segunda edición de “Forjador de Penumbras” (Ed. Eriginal Books)
Marita Rodríguez-Cazaux: El blog de la talentosa escritora argentina capaz de nutrirnos de novedades, artículos literarios, prólogos, presentaciones de libros, poesía, narrativa y cultura gallega. Destacándose “Poesía congregada” (Ed. Dunken)
Gorrión de Asfalto: Allí habita Manuel Villa-Mabela y ofrece literatura, poesía, teatro, música, viajes y novedades. Ideal para introducirse en su universo, espiarlo y disfrutarlo.
Ricardo Tejerina: Contiene un arsenal de novedades, artículos, textos y obras del autor. Sin dudas gozarán de literatura de calidad. Destacándose la reciente aparición de “Lilithla” (Ed. Dunken)
Francisco J. Segovia Ramos: Destaca sus últimas obras “Los sueños muertos” (Ed. Autores Premiados) y “Viajero de todos los mundos” (Ed. Irreverentes), ofrece las colaboraciones en revistas digitales y blogs y destaca webs de amigos.
Miguel Herranz Farelo: Es un sitio diferente, destacan los escritos de calidad. Un sitio para seguir los pasos del talentoso autor, finalista del Premio de Novela Dulce Chacón con “Una tragedia victoriana”.
El caleidoscopio de Violeta Balián: Contiene textos, artículos, enlaces a blogs más que interesantes, destaca la reciente aparición de “Rumbo a Zoar y otros cuentos” (Ed. Eriginal Books) y las referencias a “El expediente Glasser” (Ed. Dunken)
Editorial Cuadernos del Laberinto: Vale la pena husmear los sitios de las editoriales, tener referencias de su catálogo y autores. Hallaremos entrevistas, reseñas, colecciones. Internarte en Los Cuadernos del Laberinto.
Sergio Coello Trujillo: Ofrece una imperdible sección de visitas a ciudades. Podremos viajar por el mundo sin despegarnos del ordenador y confiando en la pluma de Sergio. También podrán disfrutar de artículos sobre canciones y cine y, por supuesto, de sus textos.
Pedro Amorós: Ha publicado “Bajo el arco en ruina”, “El recodo del río” y “La extraña victoria” (II Premio Oscar Wilde de Novela), la obra de teatro “Beatriz Cenci, una historia romana” y los ensayos “Jano ante el espejo” (II Premio Rara Avis de Ensayo) y “La tradición en Platón”. Hallaremos enlaces de interés y artículos literarios.
Manuel Cortés Blanco: Autor de “Nanas para un principito”, “Sietes Paraguas al sol”, “Mi planeta de chocolate”, “Cartas para un país sin magia” y “El amor azul marino”, nos ofrece un espacio reflexivo, con enlaces a webs amigas y sitios de interés literario.

Para el 2015 mantendremos el mismo objetivo: Ir por más, duplicar las visitas, promocionar a los colaboradores tanto como sea posible, añadir más recomendaciones, generar interés, reflexión e irreverencia, estar cerca del escritor y el lector.


                                                                         * * *



M.R.-C. agradece a Periódico Irreverentes 
la destacada nominación 2014 al presente blog literario  
y la comparte con los colegas profesionales que han participado
con sus generosas colaboraciones.

NARRATIVA Y RESEÑAS






EL JUEGO


                                                                                                                     Por Mariana Ruíz

Cartas
Todavía observaba el cuerpo inerte en el suelo flotante de su departamento. Desde el tercer piso, con balcón a la calle y la persiana a medio cerrar, notaba como la leve luz del poste de enfrente iluminaba una escena aterradora. La noche mostraba un cielo nublado sin luna y los ojos desorientados de una mujer desesperada, viendo cómo sus manos bañadas en sangre no paraban de temblar. Aunque esa sangre  no era la de ella.
Unos días antes, para ordenar sus ideas, decidió salir a caminar por el barrio de Flores sin rumbo fijo, un barrio que conocía de memoria. La brisita de comienzos de primavera, rociándole la cara, haría que su mente se aclarase.
Avenida Rivadavia mostraba a sus últimos transeúntes, pocos autos circulaban, las paradas de colectivos estaban casi vacías y los negocios  se vestían de persianas pintadas y candados oxidados. El aroma fugaz de jazmines y rosas, junto a los débiles focos de luz de los puestos de flores, mostraban la cara oscura del barrio.
Dobló en la calle Gavilán y, al cruzar la vía, se detuvo de repente; la presencia de un hombre moreno y robusto, parado en la puerta de una casa antigua, llamó su atención. Decidida y sin rodeos, le preguntó que había ahí dentro. El hombre, sin hablar, se hizo a un lado y la invitó a pasar. Sintió su mirada recorriéndola de arriba abajo.
Un pasillo largo, de baldosas viejas y plantas marchitas, le indicaban la vía a seguir. El murmullo de voces crecía a medida que avanzaba. Llegó hasta una puerta a medio cerrar, la empujó lentamente y los murmullos se convirtieron en voces nítidas. El humo, denso y espeso, era lo único que podía distinguir gracias a la tenue luz que iluminaba el lugar. Alguien la detuvo por detrás, sobresaltada giró y enfrentó a una señorita. Hablándole al oído, le daba la bienvenida y le explicaba las “reglas de la casa”, revelándole de qué trataba cada mesa y en dónde estaba la barra de tragos, por si quería tomar algo. Asombrada, al ver el lugar dónde había entrado, sintió que el destino y la noche la habían guiado hasta ahí.
Mesas redondas con paños de color verde puestos como manteles, hombres exaltados con habanos en sus bocas, vasos de whisky por doquier, mujeres sensuales merodeando, naipes, fichas, dados de todos los colores, un gran espectáculo se proyectada ante sus ojos y nadie parecía preocuparse.
Recordó que de niña su abuela le había enseñado a jugar cartas. Lo poco que apostó lo ganó, era buena en el manejo de mazos.  De regreso al hogar se dijo que volvería a la noche siguiente, y así lo hizo.
El hombre robusto de la puerta se corrió a un lado para dejarla entrar, pero esta vez, no sintió que sus ojos la recorrían. Se dirigió a la misma mesa de juego en que había estado la noche anterior, esta vez era la única mujer. Apostó el dinero de la noche anterior y volvió a ganar, los hombres que la rodeaban comenzaron a desconfiar de su suerte.
Habiendo juntado todo el dinero que necesitaba, no quiso seguir jugando y decidió retirarse. Torpemente tomó las fichas, la cartera y el saquito para dirigirse hacia la “caja” y retirar el dinero.
En su cabeza resonaban voces de culpa. No podía apartar de su mente la sensación de que todos sabían lo que había hecho. La caminata hacia su casa se convirtió en corrida, angustia, llanto. Al llegar a la puerta, sintió que la agarraban por detrás. Una voz, tapándole la boca para que no gritase, le susurró al oído que iba a entrar con ella. Subieron por las escaleras porque el ascensor tenía espejos y la voz no quería revelar su rostro.
Al entrar, la dio vuelta y, tomándola de los hombros muy fuerte, la empujó bruscamente. Cayó cerca de la mesa ratona que había en el centro del comedor, derribando un vaso que estalló en pedazos. Él se inclinó para apretarle el cuello y exigirle  el dinero.
Por un breve instante y mientras la estrangulaba, el foco de luz de la calle develó el rostro del hombre mostrándolo familiar. Buscó la forma de defenderse, la debilidad le impedía alcanzar un vidrio roto. Hizo un esfuerzo, palpando, buscando desesperadamente, y,  a punto de perder la conciencia y con la poca fuerza que le quedaba, lo alcanzó y lo clavó en el cuello del agresor, dando lugar a una catarata de sangre, manchando sus manos, la ropa y todo el piso flotante del departamento.
El hombre, mientras caía, exclamó: -¡Tramposa!


*Cuento publicado por periódico Irreverentes


* * *


NARCISO


                                        
                                  Por José Manuel Ramallo*

   

Atractivo por naturaleza divina, conquistador por mérito propio. Narciso, como así lo apodaron los años y los augurios de su madrina, consagró su vida a buscar un amor digno de su belleza y ego desenfrenado. 

Bibliotecario y amante del arte en general, fusionaba su belleza estética con la de su mente leyendo filosofía oriental. Ajeno a religión alguna, gustaba conversar con practicantes de la fe en Cristo, comparando teología con historia de la humanidad.

La locura del conocimiento provocaba en Narciso constantes inquietudes, no obstante, prefirió ser ambicioso. Buscó obtener paz espiritual y sabiduría absoluta. Para esto, trabó amistad con una chica joven que cursaba su noviciado.

Natali, era pura paz y ascetismo, consagrada absolutamente a Dios, no tuvo reparo alguno en comparar junto a Narciso, las doctrinas de Santo Tomé con Nietzsche, San Agustín con Unamuno, y al mismo Cristo Jesús con Lao Tsé. 

Con mirada provocadora, Narciso le hablaba de la libertad de pensamiento, del amor por una madre, por un hijo y por Dios. Pero, también manifestaba el amor que conlleva entregar el cuerpo propio; cosa que los otros tres amores anteriores no requerían. La provocaba con pequeños roces en sus inocentes manos, la tentaba a desnudar sus cabellos, para que los mismos fuesen libres de jugar a acariciarle el rostro. Finalmente, desterrando mandamientos, la condujo a probar el amor que la Biblia denominaba “fornicar”.

El amor se consumó como las velas del convento, aquellas que se encendían al inicio de sacras lecturas y que, luego, ardían por los gemidos de los amantes. Sin embargo, Natali jamás pudo salir de su esfera religiosa y Narciso jamás obtuvo la paz espiritual deseada.

En este estado, conoció a Araceli. Quizás porque al contemplarla la encontraba bella e inteligente, llegó a creer que ella sería un buen partido para satisfacer sus ambiciones. O quizás se debiese a que ella lo miraba con cierta ternura y afecto excesivo. Es decir, una mirada que sobrepasaba el cariño que se tiene por un simple amigo.
Confidentes, íntimos, almas gemelas en noches de copas, bastaba con que ella se acercase al grupo de trabajo, en donde Narciso estaba pasivamente integrado, y que le dijese “Amigo, necesito hablar con vos a solas”, para que ambos se retiraban a hablar en un lugar apartado, sin importarles lo que murmurasen los demás.
Araceli, siempre coqueta, finamente sensual, divertida y espontánea exclusivamente para él. Todo su ser estaba creado y dedicado sólo para Narciso.
Pese a que lo sospechaba, fue precavido. Sin promesas, su historia de amor con ella, recién se inició con una copa de más, aquella que da el valor necesario a los cobardes de corazón. 


Comenzaron una relación que ya anticipaba una tragicomedia. Narciso le habló de amor, sí, pero le habló de un sentimiento aggiornado entre amistad y pasión. En consecuencia, un amor absolutamente vulnerable. De ése amor le habló Narciso, y ella lo aceptó.
Copas, diversión, arte y fantasías amorosas, literatura provocando debates nocturnos, música para agitar la monotonía, 

Araceli ansiaba un vínculo sin límites, a pesar de que él, ya le había dejado entrever que el amor que vivirían juntos sería un amor de uso descartable, sin estar a la altura del amor incondicional como el que se siente por una madre o por un hijo. Porque a una madre o a un hijo no se los puede dejar de amar jamás, bajo ningún punto de vista, ellos tienen un terreno propio e inamovible en el centro del corazón de cada ser humano. Todos tienen una madre, por lo cual, ese lugar en el corazón ya está ocupado desde que se es pequeño hasta la inmortalidad. Y, respecto al amor que se siente por un hijo, el lugar en el corazón está “reservado”, pues consciente o inconscientemente todas las personas desean tener un hijo tarde o temprano. El amor por un bebé nace antes de que el mismo sea concebido, y eso justifica que aquél rincón del corazón ya esté “reservado”.
 

En conclusión, el amor eterno entre ellos dos jamás iba a producirse. Evidentemente, el corazón de Narciso, ya estaba demasiado habitado como para tolerar la presencia de un nuevo huésped.
Con el correr de los años, las copas se rompieron, la música resultó demasiado ruidosa, los libros eran cursis, el arte plástico no significaba nada más que rayas para un lado y para el otro. Razones por las cuales Narciso abandonó a Araceli y volvió a la soltería.


Julieta, a diferencia de Araceli, no cumplía con ninguno de los requisitos de Narciso. Nunca supo bien qué lo había llevado a poner sus ojos en ella, quizás fuera porque se sentía demasiado solo, o quizás porque había comprendido que el amor apasionado dura apenas un momento y luego es costumbre o hábito. 

Él, estaba plagado de dudas respecto a sus decisiones, pero de algo estaba seguro, había madurado a una nueva etapa. En ese momento de su vida, evaluó que el diálogo, la comprensión y la tolerancia, hacían de una relación amorosa una renovación de contratos bilaterales constantes. El desafío entusiasmó a Narciso, y frente a esta mujer reservada e inaccesible, lo primero que se dispuso a hacer fue desplegar todo su magnetismo.
Fingiendo realizar otras actividades, posaba con hombros anchos, pecho erguido, brazos fuertes y piernas sólidas, para desviar sobre él la mirada de Julieta. Con pocas intervenciones en reuniones de grupos, se dirigía a ella para hablarle de mitología griega y de la importancia de la mujer en la antigua isla de Creta.
Supuso que llamando su atención, provocaría que ella quedase raptada por su evidente atractivo. Así conquistó el amor de Julieta, una mujer madura y golpeada por la vida.
Nunca un hombre estuvo tan pendiente de ella, como lo hizo Narciso. No había un detalle de Julieta que escapase a la atenta mirada de él: su vestuario, su maquillaje, su caminar, su sonrisa, sus perfumes, sus comidas, sus fechas en el calendario. Todo estaba en su base de datos y nada dejaba escapar.
Conquistó lo que parecía imposible. Se sintió Ulises ingresando a Troya, en el caballo de madera. 
Sin embargo, saturado por el constante retorno mental de Julieta hacia su problemático pasado, se negó a seguir pagando por los errores de los “ex” y mucho menos soportar las insinuaciones de ella en su contra. La literatura y el arte en general ya no tenían lugar en su vida, eran postergados a causa del tiempo que demandaba la atención de los hijos de Julieta. 
Finalmente, convencido de rescatar su dignidad y estima propia, abandonó aquel “adoptado concubinato”.

Ahora, varios años después, ve que Natali pudo continuar con su vida, pese a todo el mal que él le provocó. Natali, ama a Dios, al hijo que tuvo junto a un líder religioso que conoció en las misas de los domingos, y a quien por supuesto también sigue amando porque juntos sirven a Dios en familia.
También observa desde lejos a Araceli, actualmente separada y trabajando de manera constante para ayudar su madre, quien le permite vivir junto a ella pese a la carga que significan sus tres hijos de madre soltera. “El amor por una madre y por un hijo…claro…nunca se reemplaza y nunca muere…” murmura Narciso entre lágrimas al recordar lo que fueron sus primeras enseñanzas hacia aquella frágil mujer.
En cuanto a Julieta, más que mirarla desde lejos, Narciso está obligado a mantenerse distante. De acercarse a ella, y si alguien lo viera, podría caer sobre él la venganza, hasta la muerte, por el daño que le provocó: dos intentos de suicidio y una internación eterna en una clínica mental, cuando perdió la cordura a consecuencia de su abandono.
Quizás. Sí, porque nunca lo sabremos con absoluta certeza. Ni siquiera Narciso lo tuvo en claro alguna vez. Por ello insisto en el “quizás”. Entonces, decía que, quizás porque nunca se conformó con nada, quizás porque miraba los defectos de los demás y nunca los suyos, quizás porque acostumbraba elegir a las mujeres buscando siempre la perfección absoluta, sin comprender que la perfección absoluta no existe, y, lo peor, sin reconocer que él también era imperfecto y que su gigante, desmesurado ego, ensuciaba su naturaleza divina.
Esa suficiencia desenfrenada potenció otro defecto en él: el miedo.
El miedo a ser abandonado alguna vez por su pareja, fuese quien fuese. No podía tolerar semejante humillación. Antes de que lo dejasen, prefería huir él, sin razón alguna, humillando y lastimando a la otra persona, antes de que lo hicieran con él.
  

Narciso llegó a la vejez y murió tristemente solo. Nadie lloró la muerte de un hombre, que nunca supo diferenciar el buen amor del miedo.



*José Manuel Ramallo, escritor pergaminense.
Autor de la novela "La mujer de los 35".
Sus relatos integran numerosas antologías y blogs literiarios.

Imagen: Internet


     
                                            RESEÑAS






“JUSEPE EN AMÉRICA”




                                                                                                                          

Jusepe en América

                                                                                          Por Germán Cáceres*
Esta historieta fue editada en 2009 por Gallimard en Francia. Se centra en la travesía que realizó Pedro de Mendoza a través del Atlántico para fundar Buenos Aires el 03/02/1536. Fue miembro de esa expedición el alemán Ulrico Schmidl, que es autor de Verídica descripción de varias navegaciones, en donde narra las vivencias que experimentó durante los veinte años que viajó por tierras sudamericanas. En Jusepe en América se trata con respeto al cronista alemán, pero en cambio Tunica (1983) dibuja al Adelantado como una suerte de reptil repelente que, enfermo de sífilis, sólo codiciaba obtener con la conquista y la colonización, descomunales cantidades de oro, lo mismo que ambicionaba el resto de la tripulación, una colección de asesinos y traidores.
Pero el héroe de esta historia es el personaje de ficción Jusepe, un grumete deforme y casi enano, que se enamora de Elvira, una hermosa mujer que está escondida clandestinamente en una de las carabelas disfrazada de hombre.
El grafismo de Tunica es original, de trazos caricaturescos y colores vivos aplicados con sentido compositivo. Su plumeado es importante para adornar los cuadritos. La viñeta que ocupa la totalidad de la página 29 es de una belleza primorosa – digna de figurar en una galería de arte-, en la que se muestra el desembarco de la tripulación. En realidad todos los personajes –aún Elvira- son monstruosos, como si el artista se hiciera eco de la estética que emplearon José Muñoz en Alack Sinner y Oski en sus ilustraciones humorísticas. Es una manera de asumir el concepto de la fealdad como categoría artística.
Se sabe que Carlos Trillo (1943-2011) fue un eximio fabulador. Este don lo utilizó para ridiculizar a Pedro de Mendoza, en particular, y a la conquista española, en general. Sus diálogos excelentes los desplegó en globos encadenados a la manera de la llamada teatralización del cómic, en este caso muy funcionales narrativamente pese a la extensión de los textos. Asimismo, el castellano antiguo que propuso es convincente. Como es habitual en sus guiones, al promediar la imaginativa historia el lector ya está capturado por su fascinante dinámica.
Trillo es famoso por ser uno de los más grandes guionistas que tuvo el país (entre sus éxitos figuran: Un tal DaneriAlvar MayorEl Loco ChávezLas puertitas del Sr. López,El último recreo, Piñón Fijo, El Negro Blanco, Irish Cofee , Clara de Noche y Cybersix). Pablo Tunica ha publicado dos libros en Francia y en la Argentina realizó numerosas historietas infantiles y colabora en la actualidad en la prestigiosa revista Fierro.

“Jusepe en América”, de Carlos Trillo (guión) y Pablo Tunica (dibujo), (La Editorial Común, Buenos Aires, 2014, 112 páginas)





“Acerca de Roderer”, de Guillermo Martínez

by fernandoveglia
2013-06-13-16-17-54
En un pueblo patagónico llamado Puente Viejo, dos muchachos, el protagonista y Gustavo Roderer, rivalizan desde el momento en el que se conocen. El primero enfrenta la vida, intentando superar cada uno de los objetivos que pretende alcanzar o que le son impuestos y muestra a Roderer como un ser misterioso, enfrascado en una búsqueda implacable y ambiciosa, en una búsqueda que lo aísla del mundo y que hace de lo cotidiano mera superficialidad. La intrigante rivalidad culmina cuando uno de los dos alcanza su meta.
El autor, de estilo sólido y atrayente, nos conducirá hábilmente a través de la obra, sumergiéndose en la inmediatez de los personajes, en la persecución de sus proyectos, en una tácita competencia intelectual, entre la soberbia y el misterio.

                                                              * * *


Guillermo Martínez (Bahía Blanca, 1962), es doctor en Ciencias Matemáticas. Obtuvo, en 1982, el primer premio del “Certamen Nacional de Cuentos Roberto Arlt” con el libro “La jungla sin bestias (inédito). En 1989 ganó el “Premio del Fondo Nacional de las Artes” con el libro Infierno Grande (Ed.Planeta). Publicó Acerca de Roderer, La mujer del maestro (Ed. Planeta 1998), Borges y la matemática (Seix Barral 2003), obtuvo el Premio Planeta conCrímenes imperceptibles (2003) -traducida a 35 idiomas y llevada al cine como Los crímenes de Oxford-. En 2007 publicó La muerte lenta de Luciana B. – votada por la crítica en España entre los diez mejores libros de 2007-. En 2009 publicó el ensayo Gödel (para todos) (Seix Barral). Colabora con artículos y reseñas en La Nación y otros medios. Fue jurado de los principales premios literarios: Alfaguara, Planeta, Emecé, La Nación-Sudamericana, Fondo Nacional de las Artes.

                                                                   ***

Fernando Veglia p/fernandoveglia 

sábado, 27 de diciembre de 2014

PROCLAMA POR TODO LO ALTO



Mi anarquismo

Yo llamo individualista al que con mayor frecuencia se aparta del rebaño. Saludo como individualista a cualquiera que en una época religiosa se muestra impío, en un ambiente ortodoxo se manifiesta herético, en un periodo de civismo sabe reír de la ciudad o maldecir los crímenes de la patria.
Han Ryner
Siempre me acongojaron los cumpleaños de quince, las bodas, las comuniones. Odio a los empleados públicos y las maestrías internacionales. Odio – no desapego, no desamor, no desencanto - las despedidas de soltero, las fiestas navideñas, las recetas de cocina, la beatería laica o religiosa, el mal gusto, los lugares comunes, la sonrisa de los políticos y los homenajes. Los póstumos y los otros.
Nunca compartí secretos, nunca conté una aventura del lecho o del alma. Un secreto entre dos no es un secreto, decía mi padre. Sé que nada es impune. Sé también que nuestros antepasados históricos están honrados por latrocinios, estupros, mistificaciones, oprobios y rezos. Crueldad, sadismo, perversión, malignidad. La falsa conciencia se elabora a través de adoctrinamientos en las propias estructuras deshumanizadas. Vemos aliados y enemigos, cómplices y gestos de una cultura de fachada. Teatralidad, mutaciones y mutilaciones. La perversión idiomática posee sus figurones, sus parnasos, sus carraspeos hipócritas, sus pactos. Vocaciones admonitorias nos hablan de revolucionarios, de víctimas, de vigorosas hazañas. Un maccarthismo de izquierda. Debo enfatizar: generaciones traicionadas. Cada uno es un precursor del doble discurso. Degradación, agotamiento; un engranaje de engaño y fraude. Una vez más: escarapelas melancólicas y teorías reivindicativas.
Confieso mi perplejidad ante las masas imbéciles y ante el individuo imbécil. Asco, aburrimiento, mal humor. Creo en el poema, en la búsqueda estética y ética de cada línea, de cada silencio. La creación tiene sus raíces en la fugacidad del amor, en el compromiso y entrega por el otro, en el misterio que inaugura el enigma. Se une talento y disciplina, se advierte la palabra como acto, la obra provista de humanidad nos eleva. Sólo a partir de la creación el hombre se pone de pie, se siente libre. Cambia la mirada, cambia el tono de voz, la manera de caminar. La belleza nos ilumina, convoca lo íntimo y lo insurgente, la pasión, la evaluación del alma.
Jamás he sentido simpatía alguna por la épica de los caudillos. Ni líderes ni santos. Ni revolucionarios o héroes. Ni víctimas ni verdugos, una vez más. Descreo de los hombres providenciales, de las conmemoraciones, del idilio entre el pueblo y su líder, de las manifestaciones con bombos y redoblantes, del populismo hegemónico al compás de cumbias y latas de cerveza. De lo pintoresco y de lo anecdótico. De lo folklórico, de los mausoleos, de lo grosero, de lo demagógico.
Los modelos son siempre autoritarios y verticales, con alambradas visibles o no. Corrupción, aquelarre sanguinario en nombre de la nación o el internacionalismo, combatiendo la explotación y la injusticia social. Triste, lamentable. Con muertes, persecuciones, cárceles. Infamia y chovinismo en la voz del supremo. Ocultamiento y mito.
La historia es una gran enciclopedia de despojos, de codicia y ferocidad. Se diezman pueblos, se exterminan conciencias. Ya casi no se tiene necesidad de prohibir libros ni obras ni voces. Muy pocos leen, muy pocos entienden, muy pocos sienten. Recordemos - por favor recordemos - que los dogmas libertarios son tan despóticos como cualquier otro. Problemas de latitudes, veneración o estadísticas. Me importa poco.
Soy enemigo de los nacionalismos. Generaron guerras, carnicerías, banderas y torpezas sin límites. Es lo más parecido a la religión, al atraso del pensamiento y de la libertad. De eso estamos hablando: compromiso, belleza, dignidad, armonía, solidaridad. El vuelo del pájaro y lo vital del cielo.
Odio los matrimonios, los registros civiles, las promesas de felicidad. Odio los discursos apodícticos y los otros, las bienaventuranzas, las palmadas en la espalda, los teléfonos celulares. Odio que me hablen de enfermedades, del mal de ojo, de los sueños y del horóscopo, de los juegos de mesa, de los motores de los automóviles. Odio las máscaras cotidianas, a los que comulgan, a los neuróticos y a las histéricas. Odio las medallas de reconocimiento y las placas ilustres, los aplausos y las proclamas redentoras. Odio los héroes emblemáticos y los retratos de los virreyes. A los imperialistas tanto como a los alcahuetes. A los alcahuetes tanto como a los señores formales. A los señores formales como a obispos, generales, empresarios y jueces. A los académicos y a los poetas con barbijo. A los profesionales, a los estudiantes de marketing, a los agentes de bolsa. Y a las convicciones victorianas.
El poema introduce inconformidad y rebeldía. Resiste la adversidad, lucha contra lo intolerable, contra el desprecio y el desasosiego, contra lo execrable del ser humano. Y puebla nuestras utopías, nuestros recuerdos, nuestro compromiso con los afectos, con los desheredados. Es una experiencia emocionante y aleccionadora. El poema derrumba templos, proclamas, instituciones, contubernios. El resto nos ahoga, nos domestica, nos hace mediocres, cobardes. En el poema aceptamos la vida íntima, el instante que vibra entre el espacio y el tiempo. Pero también es conexión con lo social, con lo imaginario, con lo sensible: una educación del sentimiento y una búsqueda con el otro, una resonancia del estallido más intenso. La lectura del cuerpo, lo escuchado por nuestros mayores; la metamorfosis de la pureza y lo absoluto.
Amo a los vagabundos, a los amantes, a los perros callejeros, a los nadadores, a las burguesas, a las banderas rojas. A los que despiertan mirando las estrellas, a las viejas fotografías, a los insumisos, a los actores tanto como a los escultores, a los plásticos como a los poetas, a los artesanos y a los volatineros, a los que necesitan suicidarse en una plaza otoñal. Amo lo irracional y lo racional, lo mágico y lo científico, lo absurdo y el misterio del más allá, los senos de una adolescente y los muslos de su madre, las calles de los barrios y las montañas nevadas, los cafés de las grandes ciudades y las huelgas insurrectas. Amo los mitos griegos, las leyendas de los celtas, las canciones infantiles, los viejos puertos con sus muelles y el lamento de los buques. Los repiques furiosos de las campanas y las sirenas de las fábricas. Amo las pizarras de las escuelas y los muros de las iglesias románicas, los tableros de ajedrez y los guantes de box, los museos del mundo y los platos humildes, los hoteles perdidos entre lágrimas y confesiones. Amo conmoverme ante la puesta de sol en la orilla del mar y el viento del bosque. Amo una copa de vino y el agua fresca del manantial. El tedio es humillante.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 1 de enero de 2011

Publicado por Carlos Penelas p/ www.carlospenelas.com

viernes, 26 de diciembre de 2014

PERIÓDICO IRREVERENTES



INTERPOSICIONES


                                                                              Por Marita Rodríguez-Cazaux
Muchacha rubia
Cuento



Levantó la vista en el momento en que la muchacha rubia cruzaba la puerta; la vio pasar delante del arbolito iluminado, supuso que se le antojarían cursis las luces amarillas y la estrella con dos rayos quebrados que pendía de la última rama. No estaba de humor, eran días en que quería borrarse y aparecer en otro lugar, marcharse, irse fuera de su cuerpo.

La muchacha rubia avanzó entre las mesas del salón, tomó una bandeja del montón apilado en la barra, los cubiertos y un vaso plástico. Sacó una latita de gaseosa del frízer y se acercó al mostrador, señaló el menú de pollo y verduras. Con la bandeja en la mano, caminó hasta una mesa cerca del ventanal.

De soslayo pudo ver a Walter, inclinarse, desarticulado, sobre el mármol de la barra. “Walter es un asqueroso”, pensó al interpretar el gesto que le llegó de parte de él, buscando su complicidad. Bajó la vista, trató de aparentar que contaba el dinero, acomodó unos billetes sueltos y anotó el monto en la faja.

Sentada, la muchacha rubia se quitó las sandalias bajo la mesa y rotó los pies. Luego, tanteándolas levemente, volvió a calzarse. Bebió unos sorbos de la bebida helada, le puso sal a las verduras, cortó un trocito de pollo que se llevó a la boca. Walter levantó el volumen de la radio, una canción espantosa, del verano anterior retumbó hasta la vereda.

El sol caía a plomo sobre el toldo de la entrada, esta mañana le había costado levantarse, apenas había dormido por el calor. Hacía una semana que pensaba en la próxima llegada de las Fiestas, no soportaba el desorden en las calles, el griterío. Hasta los chicos eran una fauna suelta, invadiendo las tiendas de juguetes. En dos o tres días, iba a sonar el teléfono, “fiestas para pasar en familia” oiría a su madre, y luego, los comentarios sobre las acertadas elecciones de su hermana. “Ya sabés lo bien que educa a los chicos”, iba a concluir para que no quedasen dudas de que le llevaba ventaja en cuestiones de conservar el eje, la identidad. Por supuesto, evitaría mencionar que era una mujer derrotada al lado de un hombre manipulador que pagaba las cuentas y al que convenía tener de mano para seguir en alza. A nadie le parecía inmoral que se vendiera a semejante precio. Se esforzó por salir de ese pensamiento.

Walter, se acercó al ventanal y pulverizó el limpiador sobre el cristal, el líquido se deslizó, rápido, hacia el borde inferior. Con presteza, pasó el secador de goma, irguiendo la espalda flexionó las piernas, arriba, abajo, arriba, abajo. Volvió a pulsar el gatillo, sobre el vidrio húmedo, con el índice, dibujó círculos. Luego, un anillo mayor, y atravesándolo, trazó un obelisco invertido.

La muchacha rubia, cortó un pedacito de pan y lo metió en la salsa, lo levantó con la cuchara. Se limpió los labios con una servilleta de papel y la estrujó.

“Sos un imbécil” tuvo ganas de decirle a Walter, pero él se había puesto a barrer el salón, dándole la espalda.

La muchacha rubia se puso de pie, se acercó a la máquina de café, marcó un botón. Con cuidado, quitó el vaso térmico.

—Voy a sentarme afuera, quiero fumar —dijo la muchacha rubia al acercarse a la caja.

—Dejalo para después. Se te va a enfriar el café—contestó desviando su intención de pagar la cuenta en ese momento.

Desde la caja, la vio cruzarse de piernas, sacar de la cartera un paquete de cigarrillos, ladear la cabeza sobre la llama del encendedor. Pequeñas bocanadas le agitaron las aletas de la nariz, expulsó el humo. Fumó despacio, luego, bebió el café sorbo a sorbo. Pudo notar los dedos sin anillos; las uñas, pintadas de rojo opaco. Walter había desaparecido; bajó la radio y acomodó los tickets en el casillero. Mientras lo hacía, razonó que eso era lo que había hecho toda su vida, acomodar valores en un tajo.

Un hombre vestido de Papá Noel llegó desde la esquina; bajo el disfraz, parecía agotado. Distribuía, al paso, volantes de colores. La muchacha rubia leyó el que le había entregado, y lo dobló antes de meterlo en la cartera. Se le antojó que ya conocía su modo de doblar los papeles. “Qué disparate”, se dijo, sin embargo, supo que mucho antes había conocido esa natural forma de plegar el papel. “Interposiciones de imagen”, pensó.

Miró el reloj del salón, siete menos cinco. En minutos cerraría la caja, balancearía, entregaría el efectivo.

La muchacha rubia, seguía siendo su pensamiento mientras se quitaba el uniforme. Se miró al espejo, esa mañana había descubierto una nueva arruga junto a los ojos. 
Recordó que debía comprar los regalos, imaginó la escena del brindis, otra vez el disimulo, el temor a mostrarse. Colgó en la percha la camisa blanca y la falda azul. Cuando salió del vestuario, la muchacha rubia estaba en la caja, en ese momento, metía un billete en el tarro de vidrio de las propinas.

—Para el que limpia los vidrios —oyó que decía al tiempo en que se colgaba la cartera en el hombro.

En ese instante, notó que le era familiar el balanceo del cuello, el modo de llevar hasta el hombro izquierdo la correa de la cartera. Quiso obligarse a pensar en la interposición de siempre, y trató de encontrar en su cabeza la parálisis. Quiso, pero no pudo, y, deslizándose entre las mesas, aceleró el paso para llegar a la puerta.

—Sigue siendo una estrella—dijo la muchacha rubia cuando las dos pasaron delante del árbol iluminado, antes de traspasar la salida.


                                                                         * * *



Publicado en la fecha por periódico Irreverentes.

jueves, 25 de diciembre de 2014

POÉTICA








               CANCIÓN



                                                             Sobre la noche la imagen movediza
                                                             y lejana del verano
                                                             en la palabra de la amada, solitaria.
                                                             Sobre la noche la luz.
                                                             Y más allá el silencio del día
                                                             la ausencia que despide y acompaña
                                                             la felicidad callada de los pájaros.
                                                             Y más allá el nombre de la tarde
                                                             elevada de ansiedad, vacilante.
                                                             Desde la orilla, desde la orilla…




                                                                               Carlos Penelas
                                                                               Buenos Aires, diciembre de 2014

Publicado por Carlos Penelas para Carlos Penelas





        CANCIÓN


                                                         Pola noite a imaxen movediza
                                                         e arredrada do verán
                                                         na palabra da amada, senlleira.
                                                         E máis alá, o silandeiro do día
                                                         ausencia que despede e acompaña
                                                         felicidade calada dos paxaros.
                                                         E aínda máis alá o nome do serán
                                                         elevado de ansiedade, vacilante.
                                                         Dende a beira, dende a beira...



Nota: La traducción respeta los símbolos y recursos poéticos del Autor, a quien pertenecen todos los derechos y atribuciones sobre el poema original y la traducción del mismo.


M.R.-C.  agradece al literato Carlos Penelas, la deferencia de permitir la inclusión de su poema en el presente blog literario.

POEMA



Fluyen como el Rhin y el Ganges...



                                                                      Por Horacio René Quinteros*



Grato el momento único e irrepetible
Grata la mirada y la tinta del calígrafo
Grata la erudición vagabunda
Grata la memoria y la imaginación
Grata la caricia de los recuerdos
Grata la sabiduría inútil 
Grato el río de Heráclito 
Grata la tersura del papel y la miscelánea
Grato el bronce y el hierro
Grata la fábula y la moraleja
Grato el sentir y el presentir
Grata el agua y lo mares de Proteo
Grata la fragancia de una ciega rosa
Grata la esperanza de los desesperanzados
Grato el aroma de la noche
Grato el humo del tabaco pensativo
Grata la quietud de una planta
Grato lo irrevocable y lo impermanente 
Grata la postura de los que duermen
Grata la mano cóncava del mendigo
Grato el barro del quinto día
Grato el canto del último pájaro
Grata la tesura de la caoba
Grato el sándalo que sahúma la alcoba
Grata la respiración que no se detiene
Grato el inicio de cada párrafo
Grata la distancia y anchura del Orbe
Grata la tinta urgente y los verbos conjugados
Grato el pulso de un hexámetro latino
Grata la pausa y los predicados 
Grata la mano que se estrecha alternativamente
Grato el abrazo del alma estremecida
Grata la sonrisa en los sueños y la vigilia
Gratos los libros y la desidia de los anaqueles
Grata tu voz, tu escritura, tu sencillez, tu grandeza
Tus aportes, tu tiempo, tu calidez, tus Nadas
Tus ayeres, tus recuerdos, tu similitud de palabras...
Grato volver a pensar en Buenos Aires
Grato es pensar a Marita.





*Horacio René Quinteros, escritor argentino, de particular estilo y sensible obra poética.
Autor de la novela "Entre la tierra y el cielo"





El presente blog, agradece la deferencia del escritor Horacio R.Quinteros, por el envío del poema.
Los derechos y atribuciones de la obra pertenecen a su Autor.

lunes, 22 de diciembre de 2014

CALIGRAMA

                   
                                EN  VUELO


Alas





En vuelo





"En vuelo", de Marita Rodríguez-Cazaux

Publicado por periódico Irreverentes 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

NARRATIVA






Mariposas

by fernandoveglia
mariposasi
-¿Cuánto tiempo viven las mariposas? –preguntó el hijo.
-No lo sé. Un día, quizá dos –dudó el padre.
-¿Las mariposas mueren? –insistió tristemente el pequeño.
-No, las mariposas son eternas. Siempre las verás durante el verano –afirmó el hombre, sintiéndose niño unos instantes, sintiendo una profunda melancolía.
El pequeño sonrió satisfecho y recibió, en la frente, el cálido beso que precede al sueño.
Esa noche, padre e hijo soñaron con las mismas mariposas.
                                                  
                                                                       ***


“Mariposas” pertenece a la antología “…El diálogo nos amontona” (Ed.Dunken 2014. Compilador Jairo Fiorotto)