jueves, 30 de mayo de 2013

ALEJANDRA PIZARNIK O "YO LLORO DEBAJO DE UN SUSPIRO"




Un comentario de un colega me llevo a releer, con “apasionamiento corporal”, la selección poética que compilaron Susana Cattaneo, María Amelia Díaz y Jorge Cambiaso, “Poetas sobre Poetas”, que suma prólogo de Leopoldo Castilla.

Castilla, tiene una mirada justa cuando nombra como “valioso esfuerzo” este excelente ensayo donde veinte poetas desde la esencia de la propia intencionalidad poética descubren y, el milagro mayor, comparten con el lector, vitalidades de poetas de altura.

Mientras descubría nuevas miradas sobre conocidos versos, como me ocurre siempre, llegué a la página 41, donde Cattaneo en un breve ensayo bajo el título "Alejandra Pizarnik o el dolor de la palabra", muestra paisajes entrañables de la poeta avanzando sobre observaciones iluminadas.

Sin duda rondar “el dolor de la palabra” vuelve cercano aquel 25 de septiembre de 1972, en que se quitó la vida Pizarnik, ingiriendo cincuenta pastillas de un barbitúrico durante el fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio.

Hija de emigrantes judíos de origen ruso y eslovaco, Elías y Rosa Bromiker, nacida el 29 de abril como Flora, Alejandra creció con su hermana Myriam en el barrio de Avellaneda, universo por aquel tiempo poblado de obreros y trabajadores extranjeros.

El tema de la emigración, sensible para tantos que lo vivimos en primera persona, tal vez haya sido lo que me llevó apenas la hube descubierto en mi adolescencia, a intimar con su poesía  desde ese mismo lugar de infancia primera, la casa, el barrio, la escuela, los gestos, la palabra extraña y las honduras que en el entorno del exiliado prevalecen.



En el poema “En esta noche, en este mundo”, utiliza Alejandra palabras como sueño, infancia, lengua natal para aproximarse a recintos viscosos donde se oculta la piedra de la locura:



…“las palabras del sueño de la infancia de la muerte / nunca es eso lo que uno quiere decir / la lengua natal castra / la lengua es un órgano de conocimiento / del fracaso de todo poema/ castrado por su propia lengua / que es el órgano de la re-creación / del re-conocimiento /pero no el de la resurrección……… las palabras / no hacen el amor / hacen la ausencia / si digo agua ¿beberé? /si digo pan ¿comeré?……………lo que pasa con el alma es que no se ve / lo que pasa con la mente es que no se ve /lo que pasa con el espíritu es que no se ve /¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?/ ninguna palabra es visible / sombras / recintos viscosos donde se oculta /la piedra de la locura”.



Cattaneo desde su percepción y su profesión, asevera que Pizarnik “ocupa un lugar de privilegio en la literatura hispánica, por hacer que el lector encuentre en ella su propios sufrimientos”, y pensando en el extravío de su autoestima, las constantes comparaciones entre las hermanas, el marcado acento europeo que se entrometía en su tartamudeo, el temor a la “desmemoria” de la juventud, tiene su obra un contacto de dolor con dolor, de angustia con angustia a tal extremo intenso, que nadie puede “salirse” de la poética de Pizarnik, sin dejar en ella algo carnalmente propio.

Obsesiva por verse delgada, comenzó ingiriendo anfetaminas, y empezó a sufrir trastornos de euforia e insomnio. Quizá estas conductas de demanda hacia la perfección la llevaran a ahondar sobre psicoanálisis, a interesarse por la filosofía y a buscar en la pintura imágenes interiores.

El inconsciente, el subconsciente, la pregunta constante, la respuesta esquiva, discurren en su obra con una vehemencia casi violenta, digo violenta refiriéndome a su impetuosidad por hallar respuestas, caminos, puentes que tienta a ciegas y con ojos abiertos, en los 36 años de peregrinar por esta vida.

Autodeclarada apolítica, enamorada del lirismo de Antonio Porchia, las voces de Artaud y sacudida por los llamados poetas malditos como Baudelaire, Mallarme, Verlaine,  Rimbaud y por los surrealistas que descubre en París, sus temas giran en torno a la infancia, a la lejanía del amor, a la traición y, por supuesto, a la muerte.

Surrealista y descarnada, influenciada por escritores que abortaban de las normas gramaticales y del tradicional orden métrico, maneja un criterio sin frontera y se escapa de la clásica metáfora para abarbar los simbolismos y las palabras, algunos más allá aún del propio símbolo.

Agrega Cattaneo un fragmento de “Retrato de voces”, sin duda, poema clave:  


“Al alba dormiré con mi muñeca en mis brazos, mi muñeca la de ojos azul oro, la de la lengua tan maravillosa como un poema a tu sombra.
Muñeca, personajito pequeño, ¿quien sos?

- No soy tan pequeña. Sos vos quien es demasiado grande.
- ¿Que sos?
- Soy un yo, y esto que parece poco, es suficiente para una muñeca

Pequeña marioneta de la buena suerte, se debate en mi ventana según quiere el viento. La lluvia ha mojado su vestido, su cara y sus manos se decoloran. Pero le queda un anillo, y con ello su poder. En invierno ella golpea en el vidrio con sus piececitos calzados de azul y danza, danza de frío, de alegría, danza para calentar su corazón, su corazón de madera, su corazón de la buena suerte. En la noche ella eleva sus brazos suplicantes y crea a voluntad una pequeña noche de luna”.


Ella, pequeña, tal vez niña, tan vez muñeca, mujer-soñada-muñeca, personajito, amante y amada adormilada en el lecho donde se conciben poemas, o amores como poemas en sombras, sombras demasiado grandes en el asombro de la sombra.


“A veces, -afirma Susana Cattaneo- se transforma en un maniquí” y aflora la sensación de lo siniestro, de locura, que no es más que ella misma y lo confiesa al decir “Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte.”

En “Se prohíbe mirar el césped”, incluido en “Textos de sombra y últimos poemas”, recogidos por Olga Orozco y Ana Becciú y publicados después de su muerte, Alejandra escribe:



 “Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente”.


Volvemos a aquella Flora Alejandra, que tan claramente expone en su ensayo Ketty Alejandrina Lis: “… nunca pudo sacralizar el mal porque se lo impidió el recuerdo nostálgico de “la hermosura de su infancia sombría”. Los que fueron sus amigos mencionan ese costado travieso y hondamente tierno que a pesar de todo drama jamás la abandonó.

Ciertamente la mención a la locura, la orfandad, el abandono muestran en la poesía de Pizarnik la vulnerabilidad, el temor a la realidad insoslayable de crecer, abandonar esa imagen que la misma poeta tiende sí misma, el papel de la adolescente indefensa, asombrada y cercana en algunos instantes a la soslayada violencia, el sonido del mismo dolor, la misma desesperación, la misma aterradora desolación.

Del Árbol de Diana, poema 6:

ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe”.

Cattaneo sabe del tema cuando menciona las interesantes reseñas que elaboró Fiona Mackintosh sobre la literatura latinoamericana de prosa y poesía, particularmente en el estilo rioplatense de las mujeres escritoras y los cambios literarios, al transcribir del diario de Alejandra:

“Lo infantil tiende a morir pero, no ello entro en la madurez definitiva. El miedo es demasiado fuerte, sin duda….aceptar ser una mujer de 30 años no es fácil….me miro en el espejo y parezco una adolescente. Muchas penas me serían ahorradas si aceptara la verdad.”


Inclinada a marcar silencios con espacios y renglones sin orden, me inclino a considerar que Pizarnik elabora una imagen poética-arquitectónica para quien la lee, para el que detiene su mirada en el peso del adjetivo, del verbo, y va advirtiendo la silueta de la pena, la fachada de la desazón, el perfil de la inquietud, tal como si frente a un edificio en construcción (o destruido), se recorrieran los soportales, las aberturas, los arcos y, bajando, bajando, bajando, sótanos, túneles, cimientos.

Tiene acierto sin refute Susana Cattaneo cuando apunta  “a veces aísla palabras para que tengan más fuerza”, e incluye el  poema 11 del libro “Árbol de Diana”:

11


ahora
     en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada



12


no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
da flor que se abre al viento



13


explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome



Hay que considerar también, la impetuosa provocación de Pizarnik, su personalidad en confrontación, el deseo de “chocarse” contra quienes no arriesgan interrogantes, no oponen crítica ni destemplados humores. Para lo que usa el exabrupto, liso y llano, el costumbrismo bajo, “reo”, que se entromete en el léxico para herir a las palabras que le forman frontera.

Cattaneo, que por su profesión es altamente entendida, indica que “sus textos en prosa se acercan a una escritura psicótica, hay lenguaje dislocado, obscenidades, quiebras” y pone como ejemplo un trozo de Pizarnik que también analiza Susana Haydu en “Alejandra Pizarnik: Evolución de un Lenguaje Poético”, sobre el final de Divisiones púbicas” donde  insta a pensar “que parecería establecer una posición de desprecio profundo ante lo solemne, lo empacado, aún lo que trata un discurso poético. Esta falta de fe en la literatura es aquí clara:


En cuanto a ella, dulce como una boa, digo como una cabra, y enredada a su mishín como una cobra, parecía Catalina de Prusia poniéndose Horodono Rivadavia en las supersticiosas axilas que comentaremos exhaustivamente el año próximo.

En fin, qué carajo, le dio una biaba que arrastró con el Papa, con la pluma y con la concha de tu hermana, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère [...]


Hacia el cierre de su ensayo Susana Cattaneo afirma que Pizarnik “pudo legarnos, a pesar de padecer varias internaciones y  estados de depresión con rasgos esquizofrénicos, una  obra literaria de gran envergadura capaz de acompañar en los momentos en que lo necesitamos” y como homenaje para Pizarnik vuelve a transitar un poema que, confiesa Cattaneo, “me llega profundamente”:


“Para que las palabras no basten es preciso alguna muerte en el corazón.

La luz del lenguaje me cubre como una música, imagen mordida por los perros del desconsuelo, y el invierno sube por mí como la enamorada del muro.

Cuando espero dejar de esperar, sucede tu caída dentro de mí. Ya no soy más que un adentro”.


Adhiero al sentimiento que Cattaneo hace trascender en su logrado ensayo y lo extiendo al escritor Antonio Requeni, quien en la misma selección Poetas sobre Poetas, le tributa párrafos de cálido afecto y ajustada calidad literaria bajo el título “Carta para Alejandra Pizarnik en el país de la inocencia”.

Comparto un fragmento de este trabajo de Requeni a quien debe celebrarse como uno de los poetas más profundos de la Argentina y de quien María Granata dice “es un ser al que guía la luz de su poética. En cada uno de sus poemas Antonio Requeni va hacia la diafanidad eludiendo siempre el ataque de lo sombrío”.


“Querida Alejandra:

Hoy estuve caminando por tus calles…[…] Hablábamos de poesía sin que el tema se nos acabara nunca. Recuerdo tu fascinación ante los paisajes perturbadores que te invitó a transitar el pintor Batlle Planas. No olvido tu deslumbramiento ante la sabiduría humilde y el aura de santidad que parecía desprenderse de nuestro admirado Antonio Porchia.[…]Te veo todavía, Alejandra, por la calle Lambaré, en Avellaneda, donde estaba la casa de tus padres, en cuyo zaguán nos sentamos una noche, a recitarnos versos.[…]tu compañía Alejandra, tenía la virtud de devolverme a la atmósfera inocente y alegre de la infancia.[…]El relato de mis andanzas parisinas avivó más aún tu deseo de vivir en la capital de los poetas y marchaste hacia allí un año después. Conservo tus cartas con sus renglones de letra menuda, infantil, y sus viñetas de muñequitos encantadores.[…]En una de esas cartas… “ je ne desire qu´ un ange”. Deseabas un ángel porque vos también eras un ángel. Pero un ángel exiliado, desterrado, o para    decirlo mejor: descielado. Y porque eras un ángel decidiste un día regresar al mundo mágico de la noche sin tiempo y la verdad sin memoria. Es decir, al reino de la  inocencia[…]”.


Y la luz vívida y jubilosa de la que Granata asegura se halla en Antonio Requeni, lo eleva generoso para participarnos en esta carta que dedica a Pizarnik, del secreto regalo de un poema que ella, manuscrito, le entregara.


“El poema no tiene título, sino esta dedicatoria: Antonio: entonces el ángel que firma con mi nombre me dictó este poema para ti.”

Afuera hay sol.

No es más que un sol

pero los hombres miran

y después cantan.

Yo lloro debajo de un suspiro.

Yo agito pañuelos en la noche

y barcos sedientos de realidad

bailan conmigo.

Yo oculto clavos

para encarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.

Yo me visto de cenizas.





Como corolario, nada más que el silencio.

M-R.-C-

                                                                    * * * * *


“Poetas sobre Poetas” - Ensayos - Edic. La Luna Que (abril 2011)

miércoles, 22 de mayo de 2013

LA HORA DEL SILENCIO



                        
 
                                                                                          “Caín y Abel parí, parí la guerra”. 
                                                                                                                   Carmen Conde
                                                                                    
                                                                                                                                           
      

Me costó ser chico. Tal vez por la voz áspera, esquiva, de mi padre o por aquel paso menudo de mamá, apenas, una sombra.
Hubiera sido mejor que la infancia no durara tantos años y tuve rabia por el tiempo inútil esperando ser fuerte solamente porque los fuertes no necesitan compañía y yo me sentía solo. Como apartado de mí mismo.
Hasta que un día, mientras cruzaba la plaza, lo encontré.
Parecía que él también me hubiera estado buscando y sin hablar adivinamos la necesidad de tenernos.
Podíamos pasar horas en silencio, encontrando juntos las respuestas cruzadas. Ése era el secreto entre los dos.
Él llegaba cuando las voces se iban callando desde adentro para oírse mejor, algo así como cuando el sol se esconde y, sin embargo, el día tiene más luz. El momento de suspenso de uno mismo, esa sensación especialmente oculta, el instante suspendido que nos acompaña justo antes de vernos en un espejo.
Por eso, sentado debajo del alero, a la hora de la siesta, esperaba sabiendo que él también elegiría ese mismo momento para llegar.
Y nos quedábamos mirándonos sin que importara no tener nada que contarnos.
Tampoco en la escuela le hablaba, no quería que los otros se metieran en lo nuestro y él estuvo de acuerdo.
En los días de lluvia lo aguardaba en el cuarto del fondo para mostrarle mis figuritas. Una a una, las iba sacando y las ponía sobre el piso de tierra con mucho cuidado, formando pilas de colores para que él las viera porque sabía que le gustaban tanto como a mí. Como los dibujos a carbonilla que no le mostraba a nadie, sólo a él.
Poco a poco, esperarlo fue parte de mí.
A veces, venía en la noche, mientras el sueño peregrinaba por el patio. Era como un eco de mis pensamientos, con su respiración pegada a la mía.
Así pasamos juntos el tiempo hasta que crecimos y llegó la guerra. Un temblor de miedo nos hizo más cercanos.
Fui destinado al sur donde aún se resistía.
Viajamos en el mismo tren, cientos, miles como nosotros, sin saber todavía que la guerra ya nos enfermaba la juventud.
Agazapado, con el fusil al hombro, casi inadvertidamente, fui perdiendo la hora del silencio y empecé a perderme a mí mismo en un sentimiento siniestro.
Eran días en que recostado sobre mi bolsa, con los borceguíes puestos, no me importaba nada que no fuera la mañana siguiente, tratando de dormir un rato, desesperado por ocultarme de los relámpagos que sobrevolaban los hangares.
Apenas tenía tiempo de sentir.
Una noche de junio la fiebre me llevó hasta el puente. Ahí, volví a encontrarlo.
Se sentó pegado a mí, sin perturbarle los infiernos que me rodeaban.
Yo extendí la manta para que se calentara y estuvimos en silencio hasta que un sol esquivo me hizo sombra en los pies.
No le dije cuánto lo había necesitado porque no hacía falta y al salir del campamento, íbamos, otra vez, los dos juntos.
Ataque, contraataque, ataque.
Un calor húmedo, interminable, caía a la noche más intenso aún que durante las caminatas con el estómago contraído. En el invierno, apiñados en cuclillas dentro de las trincheras, con la espalda entumecida, nos agobiaba el frío.
Cuando bajábamos, saltando los alambrados en busca de frutas, adivinaba en él, la misma repugnancia que yo sentía.
Un mediodía, cuando el sol emparejaba los troncos de los castaños, un rumor de agua inquieta nos guió hacia la izquierda y pasando una casa de piedra descubrimos la angostura de un río.
Me desnudé. Lo vi hacer lo mismo mientras en el agua se reflejaba la imagen.
Delgado y con una cicatriz en la pierna, los brazos musculosos, la cintura estrecha. Desde la frente le caía el agua hasta el pecho mientras con la mano estiraba el pelo oscuro hacia atrás. Él detuvo un momento su mirada en mi pelo oscuro y mi pierna herida.
Nos miramos con compasión, tres años de combate nos habían desterrado los sueños. Pero todavía nos teníamos el uno al otro.
Una tarde, un jeep se detuvo entre las carpas. Cuando el capitán bajó, nos adelantamos. Así supimos que nos habíamos rendido.
Nunca entendimos bien quién había ganado. Todos parecíamos iguales.
La orden era dispersarse, trepamos entonces por el monte.
Mareado, caí una o dos veces. Él iba a mi costado, como tirando de mis propias fuerzas.
Esa misma noche un grupo que patrullaba, nos rescató. Crucé la frontera, él siempre conmigo.
En el hospital me acostaron en una cama.
Sobre la almohada lo veía cada vez más delgado, más débil. Las manos abatidas debajo de las sábanas. Las piernas parecían haberle anclado el cuerpo y lo mismo que a mí, una opresión le cerraba el pecho, obligándolo a incorporarse para respirar.
Cuando un dolor filoso dejaba en penumbras el cuarto yo encontraba sus ojos y su mirada entraba en los míos como en una casa conocida.
El tiempo seguía pasando en un reloj que los dos habíamos inventado. Un reloj que marcaba luz y sombra según el ardor de la espalda y los zumbidos en los oídos.
Un reloj donde las horas iban corriendo para los dos de la misma manera, en el mismo lugar.
Hasta que apenas pude moverme. Quise decírselo pero él ya lo sabía.
Asomándome al hueco que tenían sus ojos, fui entrando en ellos como si fuera un camino abierto.
Es la hora del silencio, pensé. Y nos abrazamos.

M.R.-C.

"De amores y desamores" (2010)

¿Quién ha dejado de sentir?


Hace años que recomiendo ciertas lecturas. Indispensables. Uno de los autores es Kenneth Rexroth, de los mayores poetas y ensayistas norteamericanos del siglo XX. En él una cultura totalizadora, absorvió lo mejor de oriente y de occidente, con un sentido crítico sumamente agudo.
A nadie le resultará extraño oír a un poeta afirmar que la gran mayoría de los políticos no tienen relación con hechos estéticos; que la literatura, la obra de arte o la sensibilidad se hallan muy alejados de sus funciones. “La función del espectáculo en la sociedad consiste en la fabricación concreta de la alineación.” “La mercancía es ahora todo lo que hay que ver; el mundo que observamos es el mundo del producto.” Estas dos citas pertenecen a Guy Debord (París, 1931-1994) uno de los pensadores más interesantes, polémicos y discutidos que publicó en 1967 un libro que conmovería cimientos: La sociedad del espectáculo.
Vivimos una época cargada de neurosis, de alineación, de imbecilidad. Tal vez todas las fueron en mayor o menor medida.¿Quién recuerda El derecho a la pereza, de Paul Laforgue, a Hypatia , a La Boétie y El Discurso sobre la servidumbre? Pues bien, hemos perdido la memoria. Todo se ha vuelto rápidamente falaz, engañoso, capcioso. Son los tiempos del “gran juego” según Kipling. La memoria es parte de la historia, “una adquisición para siempre” al decir de nuestro buen amigo Tucídides.
Recomiendo las páginas de Guy Debord, pienso, siento que son imprescindibles para entender nuestro panorama. El lleva en su mirada el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo y el letrismo. Por eso nos advierte que pertenecer al aparato político o cultural de un país implica un acuerdo acerca de lo que no debe ser leído ni pensado. Es la experiencia histórica de los réprobos. Nos muestra de manera descarnada lo fetichizado, lo tecno-estético, la diagramación de la mirada. Juan Goytisolo dijo de su obra en un reportaje: “Una lectura viva, desestabilizadora y cambiante de la ciudad”.
La sociedad del espectáculo es una sociedad sin política, en la que los individuos se han visto desposeídos brutalmente de sus posibilidades y de los riesgos de la acción. Sufren las fluctuaciones ingobernables de un sistema absurdo y criminal. Los espectadores viven en la seguridad de una existencia tranquila, pacífica y administrada, o bien víctimas de la exclusión y de la precariedad, viven en la monotonía, el aburrimiento. El espectáculo es el nuevo opio del pueblo, nos dice, nos induce a pensar. Es la despolitización de la vida. En su biografía, Panegírico, podemos leer: “Mi método será muy sencillo. Hablaré de lo que he amado; y lo demás, bajo esta luz, se mostrará y se hará suficientemente comprensible.” Y también: “En un mundo unificado, no es posible exiliarse.”
El espectáculo crea un presente perpetuo apoyado en el espejismo de la tecnología, en el que es posible la ocultación, el simulacro y la mentira. La ficción y la apariencia pasan por delante de la realidad. Eso es lo que nos va mostrando de su mundo, de nuestro cosmos. No es casual que solía reivindicar dos obras Alicia en el País de las maravillas y las del marqués de Sade, muy nombrado pero poco leído. La ficción y la apariencia pasan por delante de la realidad, reiteramos.
Algunos datos que nuestro querido lector, atento e inteligente, ampliará con su búsqueda. En 1959 se une al movimiento letrista de Isidore Isou, el poeta rumano. Crea la revista Potlatch (1954-1959) y funda en 1957 La Internacional Situacionista. (Recordemos: el hombre en situación, Sartre, Calderón, Swift, etc.)
Fred Vermorel, militante del situacionismo, escribirá en los muros de París en mayo del 68: “La cultura es la inversión de la vida” o “El bien comercial es el narcótico del pueblo”. Luego vendrá Malcolm Mc Laren, promotor de Sex Pistols, Sid Vicious. El primer grupo de música punk de Inglaterra (1975) grabaría Anarchy in the U.K (Anarquía en el Reino Unido).
Quien lea sus páginas comprenderá un poco más del por qué de las mafias, del terrorismo, de los iletrados, de las guerras, de la inteligencia del saber, de la falsedad sin respuesta, de los medios masivos... Pero también nos inducirá a releer la historia de Jaurès, el fusilamiento de Villan en las Islas Baleares en 1936... Y a comprender, a discernir, la belleza, el arte clásico. Y vibrar en un análisis lúcido y radical de la sociedad contemporánea.
Por último, para sentir otra literatura y otra sensibilidad. Leer para este fin de mes: El caballero que cayó al mar de H.C.Lewis. Me animo a afirmar que es una obra maestra olvidada. Una verdadera joya publicada en 1937. Créame, no soy político ni predicador. No tengo motivos para mentirle. Hasta pronto. Y no me odie.
 
                                                                                         Carlos Penelas
Buenos Aires, mayo de 2013

                                                                              * * *
Publicado con la debida autorización del Autor, a quien pertenecen todos los derechos y atribuciones.

viernes, 17 de mayo de 2013

17 de maio DÍA DAS LETRAS GALEGAS


"...Creerán algúns que porque como digo tentéi falar das cousas que se poden chamar homildes, é por qué me esprico na nosa léngoa. No é por eso. As multitudes dos nosos campos tardarán en ler estes versos, escritos a causa de elas, pero só en certo modo pra elas. O que quixen foi falar unha vez máis das cosas da nosa terra, na nosa léngoa, e pagar tamén o aprecio e cariño que os Cangares gallegos despertaron en algúns estudiastas.[...] As miñas forzas son cativas, quéreas maiores quen haxa de cantarnos con toda a súa verdade e poesía tan secilla como dolorosa epopeia.[...É o que eu deseo: que os deixen pasar, como un romor máís, como un perfume agreste que nos trai consigo algo de aquela poesía, que nascendo nas vastas soidades, nas campías sempre verdes da nosa terra, e nas praias fermosas des nosos mares, veñen direutamente a buscar o natural agarimo nos corazós que sufren e aman esta querida terra de Galicia". (*)

Rosalía de Castro de Murgía.
Santiago 30 de marzo de 1880
(*)
La lengua gallega en que se expresa la inmortal Rosalía, es de uso anterior a la creación de nuestra Academía Gallega, por lo que sus vocablos y giros responden a galego enxebre, a costumbrismos y a la "fala do pobo", fuente de inspiración en sus sensibles obras.
Se respeta en todas las nuevas ediciones su particular estilo y se desestima por respeto a la altura literaria de la escritora y poeta gallega, cualquier cambio idiomático en sus escritos.

                                                                                 * * *

jueves, 16 de mayo de 2013

17 de maio Día das letras galegas



 

El día 17 de mayo de 1863 se publicó el ejemplar primero de la obra “Cantares Gallegos”, de Rosalía de Castro, instituyéndose esta fecha desde 1963 como Día das Letras Galegas y rindiendo, por tal motivo, homenaje a aquellas personas que se destacan por su creación literaria en idioma gallego o en defensa de dicha lengua.
A ciento cincuenta años de aquella primera edición de la poeta padronesa, la RAG consagra en el presente año al dramaturgo Roberto Vidal Bolaños.
Escritor, autor, actor, director, escenógrafo e iluminador teatral, personalidad fundamental en el desarrollo de las Muestras de Teatro “Abrente” y en el Centro Dramático Gallego, este hombre nacido en Santiago de Compostela en 1950, ha dejado un importante legado en el teatro gallego contemporáneo.
Su fuerte compromiso con la lengua y la sensible esencia gallega, el interés permanente por mancomunar tradición e innovación, lo culto y lo popular anudados con genial talento, logran en sus trabajos principal altura galleguista.

EL TEATRO GALLEGO

Después de la más que esperanzadora etapa del Rexurdimento, la literatura gallega comienza un período de decaimiento en casi todos los géneros, excepto en el teatro, puesto que la dramática gallega nacerá en 1882 con la representación de “A fonte do xuramento” de Francisco María de la Iglesia. Así, uno de los primeros hechos destacables de la literatura gallega en el siglo XX fue la creación, en 1903, de la mano de un grupo de jóvenes liderado por Eduardo Sánchez Miño, de la Escuela Regional de Declamación, en la que los escritores dramáticos Manuel Lugrís Freire y Galo Salinas colaboraran activamente.
A partir de 1916, en los locales de la Real Academia Gallega, pero al margen de ella, un grupo de galleguistas, cuya alma mater era Antón Vilar Pont, funda la "Hirmandade de Amigos da Fala"(SIC), en A Coruña.
Esta asociación que después se extenderá por otros lugares del país, dando lugar a las “Irmandades da fala” (1917), se concentraráen dar impulso y fuerte resurgimiento a la literatura gallega.
Será también en esta época en la que se funde el Conservatorio Nacional de Arte Gallego (1919),proliferen las publicaciones de narrativa breve (Lar, Céltiga,…etc) y en la que el teatro gallego “ingresa al teatro de Europa”.
Los integrantes de las Irmandades se preocuparon también por la literatura “de escena” y muchos fueron los autoresque se destacaron entre los años 1922 y 1926. El Conservatorio ya mencionado se convirtió en la Escuela Dramática Gallega, existiendo una época esplendorosa teatral según Leandro Carré Alvarellos. Cabe mención especial paradon Ramón Cabanillas (“A mano de la santiña”, “O mariscal”), Armando Cerro Valledor (Mourenza) y Vicente Risco.
Los autores de la generación de 1925 continuarán en el teatro con la renovación llevada a término en la época de las Irmandades. Álvaro de las Casas y Rafael Dieste (“A fiestra valdeira”, 1927) son dos escritores teatrales singulares de esta generación
En los años ya posteriores a 1939, el teatro gallego caminará por los mismos caminos que había andado durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) o, lo que es el más, serán de nuevo las notas dominantes el folclorismo y el ruralismo.
Por la década de 1940, los coros populares, es decir, los encargados de las representaciones, se apropiarán de los textos de los autores que podrían resultar peligrosos para el régimen franquista o, lo que es el más, estas obras serán representadas sin anunciar el nombre de sus autores.
En textos de teatro, sobresale la figura de Manuel Varela Buxán, quien fundó en Buenos Aires la compañía “Aires da Terra”.
Alfonso Rodríguez Castelao asistió a una función de la obra de Varela Buxán,“Pola nosa culpa”, y quedó impresionado por la acogida del público, lo que motivó que le confiara el estreno de “Os vellos non deben de namorarse” que se representó a sala llena y localidades agotadas en la capital argentina.
Durante la década de 1950 se ve una cierta producción teatral, que pretende continuar con el teatro de la época de las Vanguardias. La profesora Laura Tato, en su trabajo "O teatro desde 1936" (2001), vislumbra otra línea, la del teatro de "angustia existencial", que en este artículo se relaciona con la Escola da Tebra de la poesía.
A partir de la década de 1960, la recuperación cultural influirá en la normalización teatral.y esto no sólo se reflejará en la celebración de los ya mencionados Certamen de Teatro del Miño (1960) y de los Premios de Teatro Castelao) (1963-1965).
En 1965, a través de la Agrupación Cultural O Facho, surgirá el Grupo de Teatro O Facho, dirigido por Manuel Lourenzo. Dos años después, en 1967, el propio Manuel Lourenzo se pondrá, como cofundador, a cargo del Grupo de Teatro Circo, el cual recibe este nombre por surgir del Círculo de Artesanos de A Coruña. Con estos dos grupos, se puede decir que nace el llamado Teatro Independiente, que pretendía devolverle el teatro al pueblo, sin renunciar a posibles innovaciones ni a los rigores estéticos y formales. Cabe especificar que, a diferencia del caso español, el teatro independiente gallego nace en las calles, no en los centros universitarios, lo que favorece su difusión.
Como consecuencia del auge del teatro independiente, surgen en Ribadavia las Muestras de Teatro Amanecer de Ribadavia, así denominadas por ser organizadas por la Agrupación Cultural Amanecer. Las ocho ediciones de estas muestras, celebradas entre 1973 y 1980, disfrutaron de un importante éxito de público. En ellas participarán o se darán a conocer los integrantes de la primera generación de dramaturgos profesionales en lengua gallega, el grupo Amanecer, cuyos máximos representantes son Manuel Lourenzo, Euloxio R. Ruibal, Francisco Tases y Roberto Vidal Bolaño.
Otros dramaturgos destacados de los años 60 y 70 fueron Álvaro Cunqueiro, Daniel Cortezón, Xohana Torres y Bernardino Graña.
Cunqueiro hace con la pieza “Don Hamlet” una recreación de la conocida obra de Shakespeare. Daniel Cortezón propone una revisión de la historia de Galicia, desde una óptica nacionalista: “Prisciliano” (1970), “Os irmandiños” (1977) o “Pedro Madruga” (1981) son algunas de sus obras teatrales. Xohana Torres trata los temas del exilio en “A outra banda do Iberr” (1968) y de las expropiaciones de tierras en “Un hotel de primeira sobre o río” (1968). Bernardino Graña desarrolla técnicas del cine policial en “20 mil pesos crime” (1962).
Asimismo, en el año 1973 la Asociación Cultural O Facho de la Coruña comienza a convocar un concurso de teatro infantil, en el cual ganan autores como Carlos Casar (“As laranxas máis laranxas de todas as laranxas”), Manuel Lourenzo (ganador en tres ocasiones) y Ana María Fernández y Xoán Babarro (“Grande invento para saír do aburrimento”, 1983), entre otros.
A partir del año 1984, como continuación de las muestras teatrales ya existentes de Ribadavia, comienza la Muestra Internacional del Teatro de Ribadavia, que se asienta en esta localidad con gran éxito de público, donde durante una semana se realizan obradoiros, encuentros y representaciones teatrales en gallego, además de otras lenguas como castellano, portugués e italiano.
Se aprecia, a partir de 1990, mayor presencia de las voces femeninas en narrativa y en poesía, avance al que el teatro no es ajeno.Mención destacada merecen Yolanda Castaño, Olga Nuevo, Emma Couceiro, Enma Cantera, María Lado, Lucía Aldao, Estíbaliz Espinosa, Marica Campo. Y, en el mismo grupo generacional los poetas Fran Alonso, Rafa Villar, Miro Villar, Estevo Creus, Eduardo Estévez, Celso Fernández Sanmartín y dramaturgos como...
Como corolario en honor de nuestro idioma galego extracto del manifiesto “Máis alá” (1922), por Manuel Antonio y Álvaro Cebreiro.

“Nós non podemos ollar sin carraxe o baixo e noxento ruralismo de Losada. Nin ise intrés en convertir o galego n-a fala intérprete de tódalas indecenzas e vulgaridás que tiveron Losada e a maioría d`os mestres menores. Nin a valdeirez verbalista, importación madrileña e co-isto xa se di todo, de Curros. [...] Hai os que teñen algún valor e desmínten-o espresándose en castelán. Pero hai aínda unha razón dorde supremo: a nosa Fala é nosa. Pospol-a a outra calquera, é unha forma de suicidio. Arrenegamos de mestres e dos seus consellos [...] Arrenegamos da Lei e da Costume [...] Arrenegamos dos temas obrigados [...] Arrenegamos de toda imitanza”

“Nosotros no podemos observar sin enfado el bajo y novecento* ruralismo de Losada. Ni ese interés en convertir al gallego en una lengua interprete de todas las indecencias y vulgaridades que tuvieron Losada y la mayoría de los maestros menores. Nin el vacío verbalista, importación madrileña y con esto, ya se dice todo, de Curros.[…] Están los que tienen algún valor y lo desmienten expresándose en castellano. Pero hay todavía una razón de orden supremo: nuestra lengua es nuestra. Postrarla a otra cualquiera, es una forma de suicidio. Renegamos de maestros y de sus consejos. Renegamos de la ley y de la costumbre […] Renegamos de los temas obligados […] Renegamos de toda imitación”.

La generación de 1925 abarca los escritores nacidos en torno al año 1900, y cuya actividad literaria se realiza en el período de las Vanguardias. Estos autores también pueden aparecer denominados como la generación de los novecentistas (*denominación de Carvalho Calero) o como la Generación de 1922.

M.R.-C.

Referencias   
Internet
VV.AA. Lingua e literatura - Teatro
Muestra Internacional de Teatro de Ribadavia
Wikipedia - Enciclopedia libre  Textos sobre literatura gallega del siglo XX
 

* ROBERTO VIDAL BOLAÑO

Nacido en Santiago de Compostela, se inició en el mundo teatral de la mano del grupo Antroido, en el cual representó como actor sus primeras obras. Con Antroido acudió a las Mostras de Teatro Abrente de Ribadavia (1973-1980), muestras en las que se dio a conocer como dramaturgo y escénografo (con el pseudónimo de Julia Brens). Vidal Bolaño fue uno de los mayores artífices de la profesionalización del teatro gallego. Debido al despido en 1977 del banco en el que trabajaba, este dramaturgo se vio en la obligación de convertir el Grupo Antroido en la primera compañía teatral gallega. También fue uno de los primeros directores que participaron del teatro institucional, poniendo en escena (en colaboración con el Centro Dramático Galego) en 1984 su obra Agasallo de sombras. Cultivó, además de la dramaturgia, las artes audiovisuales, haciendo guiones para la Televisión de Galicia y para Televisión Española. Trabajos como Malos Tratos, Novo de Parmiude o Morosos Varios son de su autoría. Llevó a la pantalla relatos de grandes escritores gallegos del siglo XX, como Ánxel Fole (Cara de Lúa) y Eduardo Blanco Amor (O Noxo) e incluso participó como actor en varias series televisivas de prestigio, como Mareas vivas.
En el año 2001, representó con el Centro Dramático Gallego Rosalía que Ramón Otero Pedrayo escribió en 1958. Sus últimas actuaciones fueron en el grupo "Teatro do aquí", su compañía de los últimos años. Vidal Bolaño falleció en el año 2002, en su Compostela natal víctima de un cáncer de pulmón.



                                                                                                                            M.R.-C.
Referencias
Internet
VV.AA. Lingua e literatura - Teatro
Muestra Internacional de Teatro de Ribadavia
Galipedia - Enciclopedia libre - Textos sobre literatura gallega del siglo XX