Nada de vos. Un cotidiano irte.
Una sombra que siempre está de espaldas.
Las llaves en la puerta sin colgar.
El saludo del silencio, solamente.
La confidencia trunca. La rala indiferencia.
Un libro abandonado en un sillón
y la melancolía de la lluvia.
Como al descuido,
al paso de mi pena, tu perfume.
Todo tu olvido y el mañana de escarcha.
CUANDO ÉRAMOS
Cuando éramos, ayer, era la vida, vida.
Y el mundo, un reloj contra las ansias.
Un ir de
prisa por el sendero del atajo.
El paso de
los dioses por esquina de adoquines.
Y el milagro
del encuentro,
sobre el
párpado caído de la tarde.
Como aves en
la cuerda de la ropa,
al sol se
detenían las palabras
colgadas del silencio.
Para que vos
fueras vos.
Y yo, fuera yo misma.
Y yo, fuera yo misma.
Lo mejor de
nosotros, a la vista.
Cuando éramos,
ayer, era la vida, y yo te amaba.
LLUVIA Y LIBRO
Golpea en la
ventana del bar una lluvia delgada,
menuda lluvia que apenas tiene voz
menuda lluvia que apenas tiene voz
sobre el
asfalto.
De soledad tiene la tarde frío.
Mano trémula
en trayecto dócil
cierra un libro.
Se encienden las farolas en la esquina.
cierra un libro.
Se encienden las farolas en la esquina.
Sin nada que
esperar más que el vacío,
por la puerta giratoria salen
por la puerta giratoria salen
el ademán,
la mano y el libro.
Bajo el paraguas, sólo al libro se le antoja,
que el ritmo de la lluvia es un trino.
Bajo el paraguas, sólo al libro se le antoja,
que el ritmo de la lluvia es un trino.
* * *
IMAGEN: INTERNET
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