sábado, 19 de enero de 2013

ESCARCHA DE DESPEDIDA




Nada de vos. Un cotidiano irte.
Una sombra que siempre está de espaldas.
Las llaves en la puerta sin colgar.
El saludo del silencio, solamente.

La confidencia trunca. La rala indiferencia.
Un libro abandonado en un sillón
y la melancolía de la lluvia.

Como al descuido,
al paso de mi pena, tu perfume.
Todo tu olvido y el mañana de escarcha.




                                                                             

                                                                                        CUANDO  ÉRAMOS


Cuando éramos, ayer, era la vida, vida.
Y el mundo, un reloj contra las ansias.
Un ir de prisa por el sendero del atajo.
El paso de los dioses por esquina de adoquines.

Y el milagro del encuentro,
sobre el párpado caído de la tarde.

Como aves en la cuerda de la ropa,
al sol se detenían las palabras
colgadas del silencio.
Para que vos fueras vos.  
 Y yo, fuera yo misma.

Lo mejor de nosotros, a la vista.
Cuando éramos, ayer, era la vida, y yo te amaba.



                    LLUVIA  Y  LIBRO                                                                    




Golpea en la ventana del bar una lluvia delgada,  
menuda lluvia que apenas tiene voz
sobre el asfalto.
De soledad tiene la tarde frío.
Mano trémula en trayecto dócil
cierra un libro.
Se encienden las farolas en la esquina.
Sin nada que esperar más que el vacío,
por la puerta giratoria salen
el ademán, la mano y el libro.

Bajo el paraguas, sólo al libro se le antoja,
que el ritmo de la lluvia es un trino.
                             
                                                                               * * *
IMAGEN: INTERNET

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