miércoles, 26 de febrero de 2014

SOLEDADES


HORA BALEIRA

Ten a soidade encol da miña carne
leira roubada. O reloxo allea
un diapasón de lexanía.

Afógase a alma no lodo da bágua.

Baleira,  aterece a hora da ausencia.
 Non fixo outra hora. Só ista,
 enlazada a miña gorxa coma unha pedra.





HORA VACÍA

Tiene la soledad sobre mi cuerpo
campo apropiado. El reloj suma
un diapasón de lejanía.

Se ahoga el alma en el lodo de la lágrima.

Vacía, tirita la hora de la ausencia.
No hubo otra hora. Sólo esta,
atada a mi cuello como una piedra.


M.R.-C.                                                       
Luz de raizame - Poemario galego



"LA SOLEDAD NO ES ESTAR SOLO, ES ESTAR VACÍO".  SÉNECA




CÓMO LLENARTE, SOLEDAD (Fragmento)




Tú, verdad solitaria, 
transparente pasión, mi soledad de siempre, 
eres inmenso abrazo; 
el sol, el mar, 
la oscuridad, la estepa, 
el hombre y su deseo, 
la airada muchedumbre, 
¿qué son sino tú misma? 
Por ti, mi soledad, los busqué un día; 
en ti, mi soledad, los amo ahora. 


LUIS CERNUDA 




SOLEDADES (Fragmento)



[…] hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos
[…]si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades
se verá un largo y compacto imposible 
un sencillo respeto por terceros o cuartos 
ese percance de ser buena gente. 
[…]a veces no me siento 
tan solo 
si imagino 
mejor dicho si sé 
que mas allá de mi soledad 
y de la tuya 
otra vez estas vos 
aunque sea preguntándote a solas 
que vendrá después 
de la soledad. 


MARIO BENEDETTI 




LA RUPTURA 


Erase una cadena fuerte como un destino 
Sacra como una vida, sensible como un alma. 
La corté con un lirio y sigo mi camino 
Con la frialdad magnífica de la Muerte. Con calma. 
Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna 
Interior, y el cristal de las aguas dormidas, 
Refleja un dios o un monstruo, enmascarado en una 
Esfinge tenebrosa suspensa de otras vidas. 



DELMIRA AGUSTINI 




ALMA DESNUDA (Fragmento)



Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
[…] Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
[…]Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas. 
[…] Alma que siempre disconforme de ella, 
Como los vientos vaga, corre y gira; 
Alma que sangra y sin cesar delira 
Por ser el buque en marcha de la estrella. 



ALFONSINA STORNI 











LA PARTIDA (Fragmento)





[...]Si pudiera ser hoy lo que antes era,
Y mi frente abatida reclinar
En ese seno que por mí latiera,
Quizá no abandonara esta ribera
Y a la única mujer que puedo amar.
[...] Hace tiempo que no he visto aquellos ojos
Que fueron mi alegría y mi pesar;
Los amo, a pesar de sus enojos,
Pero abandono Albión, tierra de abrojos,
Y a la única mujer que puedo amar.
Y rompiendo las olas de los mares,
A tierra extraña, patria iré a buscar;
Mas no hallaré consuelo a mis pesares,
Y pensaré desde extranjeros lares
En la única mujer que puedo amar.
[...]Como una viuda tórtola doliente

Mi corazón abandonado está,
Porque en medio de la turba indiferente
Jamás encuentro la mirada ardiente
De la única mujer que puedo amar.
Jamás el infeliz halla consuelo
Ausente del amor y la amistad,
Y yo, proscrito en extranjero suelo,
Remedio no hallaré para mi duelo
Lejos de la única mujer que puedo amar.

                                           LORD BYRON




SOLEDAD  





Un manso río, una vereda estrecha,
un campo solitario y un pinar,
y el viejo puente rústico y sencillo
completando tan grata soledad.


¿Qué es soledad? Para llenar el mundo
basta a veces un solo pensamiento.
Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras
el puente, el río y el pinar desiertos.


No son nube ni flor los que enamoran;
eres tú, corazón, triste o dichoso,
ya del dolor y del placer el árbitro,
quien seca el mar y hace habitable el polo. 



                                            ROSALÍA DE CASTRO



Imagen: Internet

domingo, 23 de febrero de 2014

INSTANTE Y ABRAZO


 : bailarina intérprete con mimo los amantes de la máscara de par que actúan conceptuales en el estudio aislado sobre fondo blanco




EXTRAVÍO

Perdí tu abrazo en el abismo
que no puede mirarse.


Era verano,
lo recuerdo porque tenía
desnudos los hombros.
Como una gota esmerilada de sudor, perfume opaco
de día caluroso,
resbaló su delgadez por la llanura de mi espalda.


Se detuvo un instante en el arco de mi cintura
y tropezó 
en la arruga desvalida de mi falda.

Astillado,
por el listón del dobladillo fue
                                                          cayendo,
hasta el talón de mi sandalia.

Ni siquiera, pude verlo partir.



ADVENIMIENTO DEL ABRAZO


Deshila la tarde, gozo de abrazo.
Las manecillas del reloj lo atan
y lo desatan a un mismo instante.

Qué dicha trae esta hora,
qué aroma de tierra y río
bulle por los recodos de tu aliento.

      Es una algarabía tu mirada.
         Y todo vos te descubrís
en el justo espacio en que se despereza
tu sombra joven.



ANUNCIADO


Esta hora,
este instante,
es creado para que extiendas la mano.
Quede tu mano en el predio de mi hombro
y me atraigas.

Este instante, esta hora, 
alumbrados,
para que mi cuerpo se mueva,
y por inercia natural del Universo,
encuentre la forma de tu mano.



SONÁMBULO


Silbaba la oscuridad un aleluya.
Y detrás del cristal, rumor de agua.

Delgado como un hilo,        lejos,
                                                                           lejos,
se oía el canto de las sirenas.

La sábana -apenas-, cubría el goce.

El Universo era,
sonámbulo,
              esa noche.






TURBULENCIA 


Costa de río, aroma de agua dulce
  tu espalda.
Planea mi mano
tierra vasta
y verde luz estalla
desde tus ojos hasta mi pecho.

Gorriones de vuelo codicioso,
en el huerto de mi cintura, trinan.

Bate el río mares tibios.
Se abren todas las playas al Nuevo Mundo.

Vela el tiempo molicioso
constelación de abrazos,
sobre la almohada.





 BALANCE


Si pago el dolor de tu partida
a cuenta de mi pena
no soy justa.
He tenido
más dicha que infortunio.
Y tal licencia de abrazos,
que dos infiernos no han de bastar
para penarla.



M.R.-C.

PASOS DESNUDOS - Poemario (2012)


IMAGEN: INTERNET

sábado, 22 de febrero de 2014

PERIÓDICO IRREVERENTES



EL ESPÍRITU EN LA BOTELLA




                                                                           Por Marita Rodríguez-Cazaux





Viví con don Severo Linares desde chico.

Don Severo me llevó de boyero y aprendí con el tiempo a cuidar potros y ensillar caballos; hasta que una tarde perdido entre los sueños que alcanzaba bebiendo, se fue despacio, metiéndose en la botella, mirándome desde adentro, con ojos de despedida.

Yo había obedecido siempre a don Severo, por eso no lo contradije y ahí quedó, dentro de la botella, arrugado y callado como siempre.

Pensé que era un buen lugar para descansar y a nadie molestaba, así que lo dejé sobre el estante del armario, cerca del fogón de ladrillos, en la penumbra de la tapera.

Lo dejé ahí y me olvidé de la botella y de don Severo Linares hasta que apareció el Lucio Santos.

El Lucio no faltaba al baile de los sábados y desde la tardecita gustaba entonarse con unos traguitos antes de que la orquesta subiera al escenario, por eso, cuando lo vi venir por la lomada a esa hora, me sorprendí.

A las zancadas y encorvado, bajó por la calle de los ligustros, abrió la tranquera y se me quedó mirando, y yo a él, todavía con la sorpresa abriéndome la boca.

-La Blanca -dijo -. No me da ni cinco.

-Qué decís, si la Blanca es un abrojo, siempre en la puerta de la casa con cara de lechuza, mirando para todos lados, esperando que alguno doble la esquina; entrá nomás Lucio y tomate conmigo unos mates antes de ir al baile.

¡Que lo tiró!, justo la Blanca, me repetí para mis adentros al pasar la puerta de la cocina porque sabía de ciertas andanzas de la chica.

-Estás destornillado -me dijo el Lucio- Cómo voy a ir a bailar con la tristeza que tengo. ¿No ves que se me caen las lágrimas, grandes como higos?

Y siguió hablando y hablando, pero tan bajito que yo apenas lo escuchaba mientras trataba de medir el tamaño de sus lágrimas.

La pucha, pensé, ahora qué le digo al Lucio, porque la verdad, no soy muy versado y en cuestiones de mujeres entiendo poco, pero el Lucio ya se estaba sentando a la mesa de la cocina y estiraba la espalda en la silla, acomodando los pies sobre la tierra apisonada, con trazas de quedarse para largo.

-Te pico un poco de salame y queso -dije mirándolo de reojo y acerqué el mate y la pava, dispuesto a escuchar las quejas del Lucio, que es lo que hago cuando un tipo me habla de mujeres esquivas.

-Mate no quiero, dame algo fuerte; grapa, dame grapa -dijo el Lucio, con los ojos entornados, desajustándose el nudo sobre el cuello, arrugando las iniciales bordadas en celeste, entrelazadas en el pico del pañuelo.

-Grapa no tengo, pero mirá, tomemos este vinito que compré en Chajá y todavía no probé, parece bueno, por la botella digo, mirá que color brillante -le alcancé a contar, pero el Lucio, se había levantado y curioseando descubrió en el armario la botella donde guardaba su paso por esta vida don Severo.

-Dejá Lucio, no toqués esa botella -quise frenarlo, porque el respeto es el respeto y cada uno elije donde quiere ser enterrado, pero el Lucio, ya la estaba destapando y se servía un trago en el vaso.

De un soplo se lo bebió. Vi como paladeaba el vino dulzón de la mejor cosecha de aquel año.

Volvió a servirse. Enderezando el codo, inclinó la cabeza hacia atrás y por la garganta le bajó hasta la última gota del líquido rojizo.

-Se emborracha el Lucio, me dije para mis adentros, se cae redondo, lo tengo que acostar en el catre, o se pone loco y rompe la silla y el farol. O empieza a gritar, o canta, o se larga a reír con esos dientes cuadrados que tiene. Pero el Lucio se sentó otra vez y se acomodó el sombrero sobre la nuca, con tal destreza que el ala le sombreó los ojos, apenas caída sobre un costado.

Carancho que el Lucio es lindo, pensé, con esos bigotes rubiones, parecidos a los de don Severo, y la mirada verdosa como filtrada de sol. Y hasta me pareció que me adivinaba el pensamiento cuando se levantó tranquilo y, sonriendo, se sacudió el pantalón abullonado.

Salió del rancho cuando el horizonte iba cayendo como un rebencazo sobre los lapachos.

Pasó la tranquera. Sin cerrarla, siguió camino hasta el cruce de la vía muerta. Al bajar la lomada, lo vi desaparecer.

Apurado manoteé la botella de don Severo y por si acaso se le ocurría volver al Lucio, la escondí detrás del botijo del agua. Pero, el Lucio no volvió.

Después de un tiempo, me enteré que había cambiado mucho y traía para el pueblo unos zainos comprados en Chasquito.

Es loco el Lucio, seguro los cuatrereó, supuse sabiendo cómo le tiraban los naipes y que nunca tenía plata.

Un atardecer, cuando menos lo hubiera imaginado, el Lucio llegó montado en un overo potrillo, con botas de empeine repujado y un faconcito plateado acomodado en la cintura.

Sentados los dos en un banco bajo, a la sombra del alero, apurando un matecito perfumado con cáscaras de naranja, me contó que pensaba comprarle al Gringo, las tierras del cauce.

-Estás tomado, Lucio -le contesté- ¿Con qué dinero? No te habrás metido en líos allá, cuando te fuiste mareado porque la Blanca ni te miraba.

-No entendés, te digo que todo es bien parido, no hay nada raro. Voy a comprarme las tierritas porque me vino buena la mano, siempre quise quedarme acá y la granja del Gringo me gustaba de antes.

También a don Severo Linares, las tierras del Gringo le parecieron siempre las mejores por el cauce que entraba en la hondonada y por la orientación del terreno.

-Hacés bien, pero vos no podés pagar lo que valen.

-¿Quién te dijo? -me interrumpió el Lucio-. Para algo tengo la plata en el banco.

Recordé que don Severo llevaba los ahorros al banco. “Una moneda sobre la otra”, me aconsejaba.

-Me gustaría una casa con ventanas sobre el lado del norte, sobre el cauce que da a la quinta, por la orientación, ¿sabés? Ayuda a amainar los vientos -siguió diciendo Lucio Santos y se relamía los labios, acomodándose el pañuelo sobre la camisa de cuello recién planchado.

-La Blanca está engordando, quien iba a decirlo, ¿no? Ella, toda mía, y de chiripa un gurí; cosas que pasan -y acariciaba la hebilla del cinto trenzado, cerrando apenas los ojos.

“Cosas que pasan”, decía de fijo don Severo mientras armaba un cigarro en el patio, cuando volvía de visitar a la Blanca.

-Ojala el gurí tenga sus ojos -se entusiasmó el Lucio -del mismo color del romero dulce.

-Ojos de romero dulce –repetí, acordándome de que así piropeaba a la Blanca don Severo, cuando ella pasaba ondulando sus andares por delante de la chacras.

Y ahí nomás, me memorié del espíritu de don Severo Linares añejado en la botella y del día en que el Lucio Santos se lo bebió de un trago, desesperado de amor por la Blanca.

Volví a fijarme en las letras bordadas en el pañuelo.

La L . La S.

La S . La L.

                                                                 * * *

Publicado por periódico irreverentes el 20 de febrero de 2014 para periódico irreverentes.
Lucio Santos
Imagen y diseño: periódico irreverentes

jueves, 6 de febrero de 2014

POÉTICA DEL SUEÑO

"Yo moriré por Poesía,
que salvará al mundo".
                               Allen Ginsberg


                                                 63

Viene una palabra y se impone
quiere ser la primera del poema
quiere y aunque uno piense ignorarla
sigue ahí
y ahí está
perdida para todo lo que no sea
ser la primera palabra en este momento
de este poema
perdida igual que el poema
igual que yo.
                                BETI ZAPATA
                             
 "Llámenme árboles"
 Ediciones del Dock  (2000)


                                              62

Hay sueños delgados, lejanos
aún en el mismo momento
de soñarlos.
Se olvidan rápidamente;
hay otros espesos, de raíces profundas,
con materia y carnadura.
Ya formarán parte del ser.
Ya acontecieron en algún lugar no identificable
de la vida verdadera.
                                   
                             BETI ZAPATA

"Pescadores" 
Ediciones del Dock  (1998)
                                                              

                                                                * * *
                                 
                                          CODICIA


De todo cuanto tuve en vos,
solamente tu poesía,
codicio.

Trino de deseo, alondra,
beso que fue beso mucho antes
de haber amanecido
el inverso sentido de tus trazos,
dibujo de un idioma para ser cantado.

Codicio, 
-aún codicio- la historia 
sobre el endeble trampolín
de tu verso.

                                                          M.R.-C.

PASOS DESNUDOS (2012)





"Despertar es parte del sueño sin memoria de la Muerte".


                                                    45

                                    LOS MALOS SUEÑOS

                                                   Yocasta: "Has soñado.
                                                   Despierta. Nada ha pasado.
                                                   Todo fue un sueño".

Tal vez es así.
Tal vez sigue Yocasta
al lado de la cuna
calmando, despertando al hijo.
Esta mañana, angustiosamente,
yo trataba de despertarme.
Al filo del sueño: No es cierto.
Nada se ha perdido. O casi nada",
decía la voz piadosa de Yocasta.

                                               BETI ZAPATA

LLÁMENME ÁRBOLES - Ediciones del Dock (2000)

                                                                   
                                                               
                                        


                                             SÓLO EN SUEÑOS


Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.

                                                            JAIME SABINES





                           SUEÑO QUE DESCIENDE (Fragmento traducido)

Sueño que desciende sobre mí,
el sueño universal que desciende individualmente
sobre mí.
El sueño de la voluntad de dormir.
El sueño de ser sueño.
Es el sueño de la suma de todas las desilusiones.
El sueño de la síntesis de todas las desesperanzas.
El el sueño de tener mundo conmigo, allá dentro
sin que yo hubiese contribuido en nada para eso.

                                                           FERNANDO PESSOA


                                                               


 SUEÑO

Sueño en combate, apenas sueño.
De media noche, sueño de rasgada inquietud
que albor aguarda, inexorable.
Sueño de ojos abiertos, desfiladero
que tantea en penumbras la nostalgia.
Agitado secreto en lengua extraña,
disperso de razón, sueño entre sueño
perdida pieza de un puzzle infranqueable.
Tempestad bajo cobijas, pendiente telaraña
de sombras, resbalosa finitud
que rasa campos minados. Bombardeo
en el rincón más oscuro de la estancia.

                                                            M.R.-C.                               



SUEÑO QUE DUELE

                                      Si el alma existe,
                                      no sé,
                                      Pero sé que duele.       
                                                            Beti  Zapata


Dentro de este dolor que es nuevo,
el sueño trata de acomodar mejor postura
debajo del sudario de la sábana.
Se despereza del día y de la pena y entra
en un ritual de dicha simulada
que goza la inconsciencia y marcha
a la par del trote de la muerte.
Estirado sobre un jergón de lanzas
extravía su carnadura y es sombra
que se desnuca
en el pozo oscuro de la almohada.

                                                            M. R.-C.

PASOS DESNUDOS - Poemario
Derechos Reservados 2012


IMAGEN. INTERNET


lunes, 3 de febrero de 2014

MAL NEGOCIO



REBAJAS 


Recuerdo que compré esta blusa
una tarde de enero, en oportuna SALE.
Y este par de zapatos, y este fino
collar de jade y nácar y este rimel.
Y los perdí, apenas estrenados,
en una habitación impersonal,
de hotel de ruta.

Qué lástima sentí haber pagado
monedas de liquidación por ellos.
Al fin, he comprendido que han costado
un dineral de dolor, estas rebajas.




OFERTAS


Detrás del cristal de luz radiante
me tienta un maniquí de rasgos bellos
y me pierde la premura de abrazarlo.

Tras ese ansia voraz de amor perfecto
livianísimas palabras me facturan
la ganancia liquidada por embargo.

Miserable placer, recurso flaco
que aún más flacos me ha dejado los bolsillos.
Y el alma a oscuras, sin luz de escaparate.

Hay ofertas que no cumplen lo ofertado.



ONZAS






Sobre la mesa dejé caer uno a uno los billetes. 
Uno a uno los contó.
Dándoles vuelta me dijo que eras falsos.
Tenía su mirada un gesto parecido
a Morgan, a John Deep, al atractivo
muchacho musculoso de la revista Comic. 

Caramba -le advertí- que no soy tonta.
Y los cambié por onzas acuñadas en 1753.
La boca se le volvió un codicioso beso
que se perdió en mi cuello.

Eso fue ayer. Hoy su barcaza con el oro cargado 
encalló en playas soberanas 
y le quitaron el tesoro por contrabandista.

A mí nadie me engaña, me repito
mientras cuento los billetes uno a uno
y las lágrimas me van borrando el beso.


M.R.-C.
SALE - Derechos Reservados (2012)







IMÁGENES:  INTERNET


* * *















domingo, 2 de febrero de 2014

ODA AL RELOJ


RELOJES

(Poema Inédito)

Recién ahora son visibles los relojes,
las flores azures de la fatalidad,
la demencia. La ferocidad del odio,
el abismo. El borde del mar
y la presencia de voces huyentes.
Tarde descubrimos
lo absurdo del ensueño,
las cartas de amor, el abandono
de una alcoba alucinada.
Y la furtiva presencia de sombras
en las estrellas.


                                                   CARLOS PENELAS 





* Un gran poema de Carlos Penelas, con las grandes claves de bóveda de la escritura poética: ajuste entre el motivo lírico y su despliegue hasta el cierre, con dos bellísimos versos finales, donde se trabaja con justeza la unidad de lo cósmico y lo terrestre, sobre un trasfondo de desapego existencial, cuyo trasunto queda plasmado ya en el comienzo del primer verso, en ese “Recién ahora…”, en que el poeta sopesa los grumos de oro que han cruzado inexorablemente el ojo de la clepsidra, el brevísimo e inasible fulgor del amor, todo aquello que fuimos y que nos va dejando atrás. Carlos Penelas, en la línea de aquel gran estilo de Magris, “olvidado” por las escrituras de esta desangelada posmodernidad, es deudor de su lectura de los maestros, y así surge de pronto fantasmal ya en el segundo verso la flor azul de los románticos, la de Novalis. Utopía incansablemente perseguida y jamás alcanzada, como la luz lejana del horizonte, impulsa sin embargo desde la sombra tutelar de sus pétalos imposibles la búsqueda incansable del poeta -el deseo nunca saciado de la palabra, parafraseando a Alejandra-.

Sobre el escenario lírico, en la segunda parte del poema, sobrevuela un clima de desasosiego, que parece evocar por momentos algunos pasajes al Juaristi de Bárbara o Muchacha en la ventana.

El poeta parece vacilar al cabo ante la insustancialidad del mundo, de lo vivido, en todo lo que fluye entre la realidad esquiva y el sueño, en la huidiza sombra de las estrellas sobre el mar. Camino de ida o de regreso, el final del poema nos deja en plena soledad ante la evidencia de la eterna cita de Virgilio, de la irreparable fuga del tiempo: 
Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus.

                                                                     Alejandro Drewes




PABLO NERUDA

ODA A UN RELOJ EN LA NOCHE




En la noche, en tu mano
brilló como luciérnaga
mi reloj.

su cuerda:
como un susurro seco
salía
de tu mano invisible.
Tu mano entonces
volvió a mi pecho oscuro
a recoger mi sueño y su latido.

El reloj
siguió cortando el tiempo
con su pequeña sierra.
Como en un bosque
caen
fragmentos de madera,
mínimas gotas, trozos
de ramajes o nidos,
sin que cambie el silencio,
sin que la fresca oscuridad termine,
así
siguió el reloj cortando
desde tu mano invisible,
tiempo, tiempo,
y cayeron
minutos como hojas,
fibras de tiempo roto,
pequeñas plumas negras.

Como en el bosque
olíamos raíces,
el agua en algún sitio desprendía
una gotera gruesa
como una uva mojada.
Un pequeño molino
molía noche,
la sombra susurraba
cayendo de tu mano
y llenaba la tierra.

Polvo,
tierra, distancia
molía y molía
mi reloj en la noche,
desde tu mano.
Yo puse 
mi brazo
bajo tu cuello invisible,
bajo su peso tibio,
y en mi mano
cayó el tiempo,
la noche,
pequeños ruidos
de madera y de bosque,
de noche dividida,
de fragmentos de sombra,
de agua que cae y cae:
entonces cayó el sueño
desde el reloj y desde
tus dos manos dormidas,
cayó como agua oscura
de los bosques,
del reloj
a tu cuerpo,
de ti hacia los países,
agua oscura,
tiempo que cae
y corre
adentro de nosotros.

Y así fue aquella noche,
sombra y espacio, tierra
y tiempo,
algo que corre y cae
y pasa.
Y así todas las noches
van por la tierra,
no dejan sino un vago
aroma negro,
cae una hoja,
una gota
en la tierra
apaga su sonido,
duerme el bosque, las aguas,
las praderas,
las campanas,
los ojos.

Te oigo y respiras,
amor mío,
dormimos.





GLORIA RIVAS

RELOJ


El tiempo avanza
el reloj no descansa
dividiendo las horas
la noche llega
y pasa
aparece la aurora
un gallo canta
saluda la mañana
despertándolo todo
con alborozo
los pajaritos cantan
vuelan y pasan
el sol del mediodía
calienta y pasa
El tiempo avanza
el reloj no descansa
dividiendo las horas
el día llega
y pasa
Cae la tarde
de repente el ocaso
y las horas se menguan
en tanto las agujas
del reloj van pasando
bailando
acompasada danza
que interpreta la orquesta
que magistralmente
dirige el Señor
de los cielos
todo llega y pasa
mientras las agujas
del reloj de la vida
se cruzan se besan
se abrazan
y pasan.








MARIO BENEDETTI

AMOR DE TARDE


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.


Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.



* * *


RELOXO  SEPIA






Encol da foto acaen reloxos sepia.
Un a un, din a teu abraio
que esmórance as luces, que vai seco
o latexo que cubreche a blusa branca.

Fuxen os pasos de teus andares,
o pelo xa é cinza e son téus mans
agarimo murcho baixo da terra.

Devórante méus ollos contraposto das horas.
Como verme o meu ollar vaite descarnando.

Miúdo resón e serpe polo vértice da nostalxia
teu nome escoito, e máis a túa risa, e aquela presa
para dar corda ao reloxo da sala.

O minuteiro pecha na boca húmida
peregrino alalá na lingua amada.


RELOJ SEPIA



Sobre la foto caen relojes sepia.
Uno a uno dicen a tu asombro
que se apagan las luces, que queda seco
el latido que cubre tu blusa blanca.

Escapan los pasos de tus andares,
el pelo ya es ceniza y son tus manos
una caricia mustia bajo la tierra.

Te devoran mis ojos contra las horas.
Como gusanos, mi mirar te va descarnando.

Menudo eco repta por el vértice de la nostalgia,
oigo tu nombre, tu risa, y aquella premura
por dar cuerda al reloj de la sala.

El minutero cierra en la boca húmeda
peregrino alalá en lengua amada.


M.R.-C.
Pasos desnudos (2012)



* El poeta argentino gallego, Carlos Penelas, ha permitido en el presente blog literario la publicación del poema inédito Relojes y la inclusión de la crítica en torno al mismo, del catedrático Alejandro Drewes.

La ilustración y el original fueron publicados por Carlos Penelas para Carlos Penelas el 2/01/2014, 10:10:00 a.m.



IMÁGENES:  Fotografía familiar - Rodín (1953)
                       Relojes abiertos - Internet