lunes, 26 de octubre de 2020

POESÍA CONTEMPORÁNEA

 

MARCELO BRENTA





REGRESO 






Camina 
empedrada 
calle del pasado

Añejos paraísos 
dejaron morir 
su sombra en la vereda 

Barrio gris 
empobreció 
el brillo ausente 
de la inocencia 

Reencuentra 
antigua casa 
antiguo refugio 
de algarabía 


Sortea 
oxidada reja 
traspasa el yuyal 
que abate el jardín 

Más allá 
extenuado ventanal 
sostiene 
raídos postigones 

El portal 
tapia 
lejano desamparo 

Golpea la puerta 
del recuerdo 
y el eco 
ensordece la memoria 

Sentada en el umbral 
moribunda infancia 
le devuelve la mirada 


                     Ensayó 
                                 – tantas veces – 
                         el regreso 


***


LLAVE






Abriré 
el cofre 
del destino 

Con mi llave 
    quebrada 
            oxidada 
                   corroída 

Despojado de 
solemnes mandamientos 

Envuelto en celo 

Hurgando amaneceres 

Deshilachando recuerdos 
Desdibujando historias 
Combinando desencuentros 

Buscando 
                        distraer al tiempo 


***


NAUFRAGIO






Doliente soledad 

No fue balsa 
para un cuerpo 

Cruenta pesadilla 
navegando 
rumbos indecisos 

El tiempo discurría 
y el muelle 
se hizo eterno 

Aferrado 
a los restos 
de un delirio 

Hambriento de ilusión 
Ahogado en llanto 
Desnudo de latidos 

Ausente de voces 
y silencios 
se dejo llevar 
                sin destino 

Naufragó 
Abandonó su alma 


***


OTOÑO






Sobre el pasto oxidado 
de mi otoño 
deambulo cauteloso 

Las hojas caen suave 
y cubren este atardecer 
de ocre desazón 

Desmadejado sol 
no alcanza a cobijar 
esmerilados sueños 
y un frescor envolvente 
reduce aún más 
las esperanzas 

Susurra el viento 
melodías apacibles 
llamando ángeles 
a mi búsqueda 

Mis ramas resecas 
  quebradas 
                  sin fuerzas 
luchan subsistir 
con lágrimas de savia 
que discurren mi existencia 




Marcelo Carlos Brenta (Ciudad Autónoma de Buenos Aires)
De profesión abogado, ejerce en la actividad privada, en el ejercicio profesional independiente y como “abogado social” hace veintidós años brindando servicios jurídicos gratuitos a personas en situación de calle.
Actualmente dirige un equipo de siniestros en una aseguradora líder del mercado.
Durante la adolescencia participó en el taller literario dirigido por Enrique Blanchard. Desde entonces escribe bajo el seudónimo Juan Bautista Rioboó,  personaje sensible con quien, según el autor, jugamos a escribir.
Practica percusión afrolatina recorriendo algunos países latinoamericanos tras la huella del tambor.
Uno de sus hobbies es trabajar la madera y reciclar muebles.
Recorrió en dos oportunidades el Camino de Santiago en bicicleta.

 



*Al autor pertenecen todos los derechos y atribuciones sobre las obras publicadas en el presente blog.

Imágenes: Internet

domingo, 25 de octubre de 2020

POEMAS DEDICADOS


AMADEO V. GRAVINO



POEMA DE PANDEMIA IV


                                 Para mi querida amiga Marita Rodriguez-Cazaux 


aquí estoy
parado en medio de la vida,
vencido,
sufriendo decepciones, 
penas,
dolores, 
golpes:
¿"los golpes" del poema de Vallejo?
aquí estoy,
en medio de la vida
abandonado,
triste,
solo,
vagando en el infierno,
en el mar de Virgilio,
derrotado:
llorando una elegía,
un bolero,
un tango...



(Poema que era inédito)




miércoles, 21 de octubre de 2020

SENSUALIDAD EN LA POESIA

 



TANKAS

Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.


                                               JORGE LUIS BORGES







VUELVE



Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame
cuando despierta del cuerpo la memoria,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre,
cuando los labios y la piel recuerdan,
y sienten las manos que acarician de nuevo. 

Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan… 



                                                    CONSTANTINO CAVAFIS







VIOLÍN MARÍA


De noche
mientras dentro de tus chinelas las aves construyen
los nidos de la intimidad [...]
y caiga sobre nosotros el incesante molino de la borrasca
se reclinará sobre mi hombro 
con el cálido peso de sus alas.
Las curvas de tus tobillos
revelarán la nueva geometría de la belleza
y clavando en mis carnes uno a uno
los sombríos misterios de la cábala.
Acariciando mis gemidos con el filo ensortijado
de la voluptuosidad [...]


                                                    JUAN JOSÉ CESELLI




X

Bella, balanceas el cuerpo, sonriente,
humeda de verano 
y muda de ausencia.
Lengua sagrada que recoge mi miembro
pronunciando palabras oraculares.
¡Detenida, oh, cielos, entre mis piernas!
Cansada de eternidad,
perdida.


                                             CARLOS PENELAS
 Viajero con una soledad (fragmento)







La fineza del ramaje que envuelve a la mujer
le da la carne de su vegetación y el lenguaje
de evaporación deseosa. Llamas que propagan
 también su lengua y un centro de conversación
porque son las primeras puertas escogidas por el hombre.

Las manos que se adelantan para ver, la visión palpatoria
que reconstruye la estatua y retrocede,
la voz que marca el aliento, haciéndose
en el sentido y deshaciéndose en la extensión.

La bodega: allí se desciende para entrar en la oscuridad
que ciñe y persevera, donde el rayo se percibe 
como el enemigo, allí en la bodega es la fiesta
y el descenso a las sustancias huidas de la luz,
la culminación de lo unitivo.

                                                DANIEL DURÁN
Gozo de la divergencia (fragmento)







Cuando un pecho calza en otro pecho,
cuando una mirada entra milenariamente en otra
todo el universo se ajusta.

Entonces la gloria es una cama
unas sábanas que tienden el misterio de dos.


                                      LEDA VALLADARES







EROS 



quién mueve en mí 
en secretas horas 
         mitos amorosos 
                   los genios de la lluvia 
           lenguas sagradas 
y me transporta al lecho 
         vigilia sortilegios 
  iris de cristal 
      húmeda caricia 
 en rumoroso tacto 
para que beba con sed cautiva 
en el umbral de lo sagrado 


                                                                               MARITA RODRIGUEZ-CAZAUX







EL NUEVO TESTAMENTO


Graciosa mía, tiernísima apostada contra el verano sordo,
ofréceme en tu pecho un bello hilo de fuego
para grabar mi historia sagrada.
La bella y la sociedad
¿Por siempre ya la bella criatura destrozará mi
suerte con sonidos sentimentales?
Oh tribu cobarde en el corazón del mundo,
qué largamente permitido el exceso en mi corazón.
Yo, por siempre, ya más en ti, electricidad inocente del año,
barrido por la memoria de lo puro,
frente a una gran corriente de besos en el pánico 

a veces tan ridículo de las criaturas,
o minuto a minuto liquidando nuestra gracia de tormenta.


                                                   FRANCISCO MADARIAGA





martes, 20 de octubre de 2020

POETAS CORRENTINOS

FRANCISCO MADARIAGA
(1927-2000)





"Yo escribo porque me alza la naturaleza"


De EL PEQUEÑO PATÍBULO (1954)



La selva liviana


El sonido de un tren que se ahoga en la catarata
de las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros se
hunde el nivel del llanto,
el peso entero de los sueños.
Peso entero del saco de perfume de la gracia.
Estoy entre la espada del paisaje y el ladrillo
caliente del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva
fiesta.
A paladas, silbatos.
El tren se encierra en si al borde de los esteros
nocturnos.
Su polvo ciudadano tiene miedo a la gran humedad e la tierra,
al aire cálidamente eléctrico,
a los cisnes del negro vapor nocturno de la herida del mundo.


Hijo de Francisco Aurelio Madariaga, médico veterinario, nacido en Corrientes y de Margarita Pallette, maestra, porteña del barrio de Floresta. 
Hasta los quince años de edad Francisco vivió en Paraje Estancia Caimán, Tercera Sección, del Departamento de Concepción en la Provincia de Corrientes, entre esteros, lagunas, palmeras salvajes y los gauchos más arcaicos que aún quedan en la Cuenca del Plata. En este escenario pasó su infancia marcado por el idioma guaraní que nunca dejó de hablar. 
En Buenos Aires completó sus estudios  alternando con largas temporadas en el campo, sin perder nunca el contacto con Corrientes.

Se le relaciona en sus inicios con El grupo de Pellegrini, grupo poético surrealista que surge alrededor de la revista literaria A partir de cero, fundada por Enrique Molina y el propio Aldo Pellegrini

La poesía de Francisco Madariaga destaca por su lenguaje simbolista y su notable riqueza y concisión de imágenes, con que el autor describe el paisaje natal en términos de memoria. En la producción poética de Francisco Madariaga, confluyen líneas diversas como la surrealista, el barroco americano y las constelaciones de Oliverio Girondo.

En 1947 conoció al narrador Gerardo Pisarello, lo que marcará el inicio de una profunda amistad. En Buenos Aires en 1951, se vinculó con los surrealistas poetas, pintores, escultores, cineastas y músicos que se nuclearon para publicar la revista Letra y Línea, cuyo primer número apareció en 1954 bajo la dirección de Aldo Pellegrini.
Esta experiencia constituye una apertura hacia una búsqueda personal de intenso lirismo, que implicó un regreso al mítico cosmos de su infancia, “centro de su universalidad”.
En 1954 frecuenta a Oliverio Girondo, y en su casa de la calle Suipacha, donde vivió con Nora Lange, compartirá magníficas veladas, entre otros, con Miguel Ángel Asturias, Lisandro Galtier, Edgar Bayley, Olga Orozco, Juan Antonio Vasco, José María Gutiérrez, Ramón Gomez de La Serna, Xul Solar, Enrique Molina, Marcel Marceau, María Meleck Vivanco, Carlos Latorre, Juan Filloy, Romulo Macchió, Rodolfo Alonso, Aldo Pellegrini, Alfredo Martínez Howard, Eduardo Calamaro.

Desde 1954, año en que apareció su primer libro de poesía El pequeño patíbulo, se suceden 18 obras, entre las cuales se destacan Las jaulas del sol (1959), El delito natal (1963), Los terrores de la suerte (1967), El asaltante veraniego (1968), Tembladerales de oro (1973), Llegada de un jaguar a la tranquera (1980), Resplandor de mis bárbaras (1985), El tren casi fluvial (segunda obra reunida 1988), País garza real (1997), Aroma de apariciones (1998), Criollo del universo (1998), Solo contra dios no hay veneno (1998).
Sus poemas han sido publicados en importantes Antologías de Latinoamérica y Europa y traducidos al inglés, francés, alemán, sueco, portugués e italiano. Colaboró desde joven en prestigiosas revistas y diarios de su país y del exterior. 
Ha obtenido premios importantes a partir de 1963, entre ellos se destaca el Premio Nacional de Poesía en el 2005, por la obra correspondiente al período 1996-1999 y el Premio Konex - Diploma al Mérito 1994, entre otros. Ha escrito obras en prosa y concurrido como invitado a Congresos y Reuniones Literarias Internacionales y de su país.



Rehén de la colina


Oh candoroso embriagado entre loros,
entre isletas subiendo hasta el nivel de la colina,
canta en tu boca el canto ardiente de otra boca,
y cuando la sangre sube hasta tus ojos es
porque están quebradas todas las fulguraciones
del sollozo en tu pecho.
Canta, viejo rehén de la colina.
Arde, candoroso de alcohol negro, que con palmas
salvajes tienen hijos que retornan al viento,
al gemido del clima en el olor áspero y cruel
de las arañas del estero,
en aquel paisaje de cristal desprendido del fuego.
Asombra al mundo en un paisaje de enero,
oh demente,
oh luz de la humedad.
Ah colgado sediento de unos ojos,
duerme, duerme bajo la luz del padre al otro
extremo del poder y la delicadeza.
En tus ojos la berlina del viaje amarillo arde
helada.
Beso tras beso el pasajero toca la raya de ácido
caliente del retorno.
Sé piadoso con el otro limite de tu fragilidad,
padre aletargado por el sol,
presión de la locura de una tierra suspendida en
la tela del agua y del fuego.


Cenit con reportaje


Carruaje celeste e la cuadrilla del sol se derrumba en las laderas calientes.
Con un don infernal de encanto y de sonido
lloras entre los hombres tu desacuerdo con
el lenguaje,
con el manantial de la luz diaria erguida que el
hombre pobre reparte entres sus hijos.


El riesgo de la verdad


Caes en mí como una brusca levedad del clima,
del agua,
de una oblicua y desterrada colina,
castigo delicado de un paisaje solamente hollado
por su propia demencia.
Mi desnudez asume así tu cálido cristal
y se destina más al fondo del celo con piel sonriente candente de tu herida.
Adorada mía tapizada de rayos,
con tu colina bajando todas las aguas de la
locura.
Niña mía, con la boca cargada del esplendor del
plátano, alguien,
alguien tiene que depender del canto. 


Fuera de horario


Las máquinas del transporte automotor se desnivelan en mi alma
y tu tienes que corromperlas con tu gracia.
Guitarrera dormida en los planteles junto a mi 
ventana, acostúmbrate a que quiero viajar siempre con el origen del amor en mi
pecho,
junto a la tolerable delicadeza terrestre de los
trenes.


El alba es necesaria


El ejercicio lejano de los resplandores de los
trenes,
una equivocación del puro deseo entre la niebla.
Tarda en caer cantando el último tranvía de
la noche.
Ah ciudad de locura gastada, la pequeña ramera aún necesita de la aurora perfecta.
Y yo espero con mi manantial de ácidos de sol.


El comercio solar


Limpiamente destituido en el fuego, alúmbrame,
alúmbrame obrera del día.
Entre los animales y los hombres, debajo de estos paraguas para el sol me estremece el
ladrillo,
la cal viva del niño.
Estos que me limitan y hace pequeño el canto.


Los juegos de la playa


Una juventud huía alegre hacia los campos de
gracia.
Inútil hubiera sido corresponder a esa hermosura sin intentar esa lascivia 
con un agua encendida en las paredes del alma, 
con una veloz carrera de soldado hacia las márgenes del mar.
Y un envilecimiento radiante
del deseo.


Turista débil


Ultima pasajera atravesando el puente moderno
de la tierra a la sombra,
con sombrilla de té de atardecer.


Los peldaños infinitos


Allí, junto a la escalera sin edades,
rompiente para cualquier cultura ardiente de
los pechos,
tu, incrustada en el ataúd de los relámpagos.
Triste suerte de mi alma frente a esta larga
aparecida.


El verdadero país


¿Es otra la alegría?
Por las veredas ardientes de pronto me estremezco de mi armonía en este instante.
¿Qué atentado lúgubre arroja el equilibrio de
su claro destino?
¿Qué mecánica de orden inclemente y perfecto
sonido,
que irrupción metálica de golpe nos devuelve a
la sombra de las canallas herencias del sol
negro?
Tiembla el asilo de la vida.
Virtuoso bebedor del agua del diamante, 
tiéndete a bramar contra el enorme globo rojo de la idea.
Ese tambor de sangre es tu país.


Amigos peligrosos


¿Y cómo no adoráis a esos hombrecitos que enloquecen de andrajos al final de sus años?
Demonios de los cristales, con la baba celeste
de la demencia en el cerebro.
Kleist, Hölderin, sentáos mis amigos al borde
del color de verano sonriente de mi cama,
en mi habitación de luz color de ojos de can
colérico al borde del pantano.
Mi habitación con el perfume de la luz.


El nuevo testamento


Graciosa mía, tiernísima apostada contra el verano sordo,
Ofréceme en tu pecho un bello hilo de fuego
para grabar mi historia sagrada.
La bella y la sociedad
¿Por siempre ya la bella criatura destrozará mi
suerte con sonidos sentimentales?
Oh tribu cobarde en el corazón del mundo,
que largamente permitido el exceso en mi corazón.
Yo, por siempre, ya más en ti, electricidad inocente del año,
barrido por la memoria de lo puro,
frente a una gran corriente de besos en el pánico a veces tan ridículo de las criaturas,
o minuto a minuto liquidando nuestra gracia de
tormenta.


El viaje del lobo


Un lobo transporta un pedazo de amor muerto,
lleva en uno de sus ojos acostada también a llamada.
¿Será porque cuando es tarde ella se pudre
también en lo estático,
o porque el viaje es tiernamente bello en los
ojos del lobo? 
Ah, lobo, sentado como un señor de ojos de fuego
en la berlina,
corrompe con tus pupilas la espalda jorobada
del postillón que babea.
Una bella santa y bárbara en la colina despide
a una idea,
con los caballos del recuerdo arranca hacia la
perfección de la tierra,
las ruedas giran dirigidas por la caridad de estos
seres del infierno.
Postillón, oh hermano de su casa, ah perro que
boquea la peste del desamor entre sollozos.
Ah lobo de pecho raso, dirígelos con la ternura
de tus dientes.
La criatura ha conducido todo el año con sus
vestidos que se pudren.


Arte poética


No podríamos sostenernos con esta piel y este
polvo gemebundo, guitarrera de grandes
desgracias.
Solo no hay trampa para la orden de hacer fuego hasta que todo arda.
Los puentes están artillados y solo los cruzan
caballeros blancos vestidos con el aire de
un muerto que posee la victoria final.
Totalmente entorpecidos por la belleza de su
sangre.


El pequeño patíbulo


Y serán pasaje en tu alma.
Ten el valor perfecto de tu gracia, criatura para
errar con tu alegría al fondo del orgullo,
con un valor de jubilo sordo para cantar a lo
perdido
Cuando ya se ha cruzado en la memoria el pequeño patíbulo vibrando para la suerte de
onza de odio
del encaminado.


De LAS JAULAS DEL SOL (1959-1960)


Los poetas oficiales


¿Amoldáis vuestra esfera a lo más íntimo del porvenir?
Perros enanos entecos, tenéis a vuestro servicio los 
escribientes nacionales, pajarracos de la patria.
Canasteros de los frutos del odio, no estoy arrepentido de 
tener a mi servicio las joyas y los frutos del deseo.
Principitos destronados de toda sangre de descomposición 
en la naturaleza.
Eugenios, Equis, Clauditos, perritos de ceniza.


Los viajes reales


Sólo los amores podían reclinarme sobre su propio
arpegio real de inocencia y de incendio.
Los fuegos de las graciosas tristísimas cuyo rostro se
enciende y se apaga a la entrada de los túneles con
puertas de manzanos.


El alba cálida


¡Se clarifica el día! Oh viejos Elementos, dadme un poco
de agua.
La ciudad ha sido invadida por el mar, pero conserva
todos sus ruidos, su tráfico.
Todos los rumores se han transformado en cánticos de
pájaros.
Viejos árboles míos ¿Estaréis locos en la campaña?
A cualquiera lo meten en un ataúd de habitación delgada
hundiéndose en el mar.
¡Que un mar cálido le tape todos los nidos al alba cálida!
Los ferrocarriles penetran en la arena. Uno, sordo
revienta y se le abre un abismo de mar. ¡Candentes 
aventureros que nadie atrapa, hermanos que aún no
han pasado bajo mis árboles!
Eh, monos, corregid vuestros errores: al alba cálida no se
la mastica ni se la contempla. La virginidad de las
de las ramas de las últimas sombras que nunca ha visto a un
hombre, no se la holla, monos.
¡Sacadle toda la boca para el alma!
Asnos que beben en el alba tímidamente porque hay
bosques que los embriagan por la noche, me
encuentro bajo el mar, en una estancia de calor
esmeralda. De entre ola y ola brotan los pájaros como
balas de sol y saltan velozmente hacia el infierno.
¡El alba cálida es el infierno, la iniciadora de todos los
amores!
Allá en el fondo la presión ha bloqueado a mi alma a lo
largo, en su ataúd habitación. La ha hecho entrar
rápidamente, por los pies, en el cuadro verde más
infinito.
Después, cayeron ferrocarriles de punta en la arena.
Alba cálida, alba cálida, ¿Por qué acudís a mi en esta
habitación tan delicada?
Oh movimientos de las sombras, humedades del pañuelo
de los niños, gorjeo del polvo del amor, jaulas mías
colgadas en el bosque:
Una liana de oro fuerte de relámpago atrapado por el
bosque puede arrancar este ataúd habitación.


La tentación y el agua


La yegua sagrada, levantada por el fuego central
levantada por el celo del agua, el esplendor de los
cabellos, la boca ensangrentada.
Un golpe de saliva barajada se dispersa por su sangre y
solo tiembla frente a los captadores del día.
Esta bestia, este virgo de mariposas y mareas, provoca,
sin dolor, el aire reo del corazón que es el aliento de
los vivos.


Tormenta y servidumbre


La luna raya al rapaz de los ojos de ganso.
Entra una sombría corona de sombra y agua hirviente.
Un relámpago crea la guardia del amor entre los astros.
Adiós, adoración del sueño, hija de los caballos, que
arrancas los limones por la noche con tu muñeca de
sífilis golpeada por el rey del estero.


Cartas de invierno


I


La mirada de tamaño cantor rueda peligrosamente por
Mi alma. Nadie ha llamado, pero surge de la espesura
Del bosque con un inmenso invierno retrasado.


II


Los árboles de hace veinte años cantan para sus niños
Una canción de primavera electrizada. Crujen en la
Tormenta con el terror de las perdidas miradas
A la siesta, cuando en busca del amor la inocencia 
Se duerme en los caminos del bosque, besa los árboles
Y las curvas de los odres.
¡Oh silbidos a la madre maraña, llamadas desde
El agua, terrores de vacíos acuáticos poblados de
Serpientes, abismos de aire negro y gritos de invierno
Delante de nuestros caballos!
Pájaros del estero, llamándonos al fondo de otro reino
Oculto debajo de todas las aguas, nadie sabe cuál es
Vuestro lecho verdadero, pálidos de mirada criminal,
Crueles hijos de las aguas que se apoderan
De las mañanas.


III


Hace veinte años que quiero relatar perdidas cosas.
No puedo iniciar nada que no sea el torpe vicio de
Mi alma de grabarse y retorcerse, o si no balas,
Tajos del deseo, guaridas repentinas de la vida.

IV

Cohetes a la luz de la luna, cohetes de la infancia, pero
Surgiendo de los pantanos, e los ojos de los gatos
Monteses hundidos en el agua
¿Qué se yo de la ciudad?


Las jaulas del sol


I


¡Oh niño de la siesta, sentado hasta en el aire de tu odio!
Lujoso y verdadero rey del hombre que incendia, que
destapa, que acomete hasta en el velo natal el
arco iris de calor su gran serpiente, su gran corriente,
su profesión de ser arrodillado que se lanza porque
así lo quiere el agua, las comarcas subidas a las 
hojas, todo lo recogido por las palmas por su gran
alimento, su corriente de dios, su arrancamiento
del seno de las joyas-mujeres.
Oh mío, pedazo de recuadro del mundo, recibido
antiguamente por las fieras: en nosotros se levanta
y camina, pero lo acosa el fuego -¡su velocidad
elimina!- hacia donde resoplamos nuestras galas
de enredos e todos los colores, los calores, los
olores y las grandes pestañas destruidas de mi tigre
en el corazón de una provincia.


II


Vengan allí a la casa del diamante calentado por
el agua, al huerto donde el hombre se recoge
para no caer del globo.
Un día, un paso, un día mil pasos, una bestia sueño,
pero con todos los amores permitidos por su amor.
Ni una pérdida.
No, no, tribu mía de mi raza. Raza de ganancia y de lujo,
acopladora, niveladora para el fuego, tambora para
los vientos dementes que saben adorar.
Tenía un camino de patos y de rezos. Al fondo, el agua,
luego, los ojos de los hombres con sus telas
flotando sobre el sol y aquí la misma marca
de globo entre las piernas ¡y un odio por lo estéril!
Oh madre de todos los amores, ven a mí, adórame con
tus hijas. Tiernísima del bosque, ven a mí, yo tengo
una bolsa de fuego cautivado por los gatos
monteses pegada sobre el labio,
¡reviéntame en tu olor! 
Cortina de cuero y olor a ojos de infierno matándome
en el bosque.
No tienen puerta para huir los amores.
Círculo de sol repleto de pájaros; tranquilidad de María,
la mecedora de la tarde.


II


¡Comprensión en el coraje del país!
País, oh visita de la suerte, en el aire rodando con
un alcor celeste del amor.
Nadie pregunta nada, pero los mandingas del paisaje
preguntan por tus ojos.
Coraje y color para tus mujeres que germinan en la
aurora más roja.
La tierra es un torbellino de la carne, una invasión
del hervidero del corazón.
¿Tomar sol con los animales seria la ley de las
mañanas?


De EL DELITO NATAL (1963)


Nueva arte poética


No soy el espectral, ni el sangriento, ni el cautivo,
ni el libre, ni el trompudo de labios de lata, ni el
acordeón del mar-ayer, ni la blancura del futuro,
ni el bobalicón del espacio, ni la academia de los
astros, ni el planetario de las correspondencias.
Yo soy aquel que tiene los deseos del celo de la tierra.
Aquel que tiene las cabellos del lado del amor.
El peinador de los pocos retratos de la desgracia.
El cacique de la boca arrojada sobre el lecho de
la mujer que sangra.
¡Manantial para mis heridas!, que no son más que
cosas de hadas.
¡Buen beber para mis ojos!, que no son más que
sombras de desgracias, devueltas por el agua.
¡Loor terrestre a mis amigos y hermanas con temblores
de bocas de duraznos, besadas por el agua!


Apariciones


II


A veces el invierno se adelanta en los lugares
subtropicales.
Y no he visto jamás tanta delicada esperanza como ésta.


III


No quisiera despertar nunca de la extrema delicadeza
que hierve en os depósitos de los grandes inviernos.


VI


Este invierno he descubierto que hay palmeras celestes.
Extrañas. Con una ferocidad solar y lunar. Y sin nombre.


VII


Debe importarme el agua y el color.
Nada más.
Y la noche, cuando el agua desembarca todas las
apariciones. 


VIII


Agua mía, floreada por el sol, el invierno es tu niño con
fiebre.
El niño que solo vende sus ojos a los sueños.


X


Oh coraje y transparencia y peso y brutalidad celeste
del invierno en enero.
Como se descuelgan los monos para crecer y beber
en el color sagrado, mientras duermo mi sueño
brillante,
cautivo del estero.


Aparición duerme


El invierno es de fuego y alumbran las linternas del oso,
las líneas del diablo, y el cuento de la selva en los
ojos rasgados de topacio de la bella Aparición.


Carta de enero


I


Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.
Yo era estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo, 
y ahora te sacudo a ti, montes de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.
El pavor es celeste, el líquido terreno es fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.


II


¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable.
Pero tú tienes también llamaradas acuáticas,
Tierra.
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!
Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes
por la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.


Obra

1954 El Pequeño Patíbulo (Ediciones Letra y Línea, Buenos Aires)
1959/60 Las jaulas del sol (Ediciones A partir de Cero, Buenos Aires)
1963 El delito natal (Editorial Sudamericana, Buenos Aires)
1967 Los terrores de la suerte (Editorial Biblioteca, Rosario)
1968 El asaltante veraniego (Ediciones del Mediodía, Buenos Aires)
1973 Tembladerales de oro (Ediciones Interlínea, Buenos Aires). Reeditado con introducción de Víctor Redondo por El Búho Ediciones, Rosario, 1985)
1976 Aguatrino (Ediciones Edición del Poeta, Buenos Aires)
1980 Llegada de un jaguar a la tranquera (Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires)
1983 Poemas (Autoselección, publicada por Ediciones Fundarte, en Caracas - Venezuela, con introducción de Juan Antonio Vasco)
1982 La balsa mariposa (Primera Obra Reunida, editada por la Municipalidad de la ciudad de Corrientes, con introducción de Óscar Portela)
1985 Una acuarela móvil (Ediciones El imaginero, Buenos Aires).
1985 Resplandor de mis bárbaras (Ediciones Tierra Firme, Buenos Aires)
1988 El tren casi fluvial (Obra Reunida, editada por el Fondo de Cultura Económica de México en Buenos Aires)
1997 País Garza Real (Editorial Argonauta, Buenos Aires)
1998 Aroma de apariciones (Ediciones Último Reino, Buenos Aires)
1998 En la tierra de nadie (Ediciones del Dock Buenos Aires)
1998 Criollo del universo (Editorial Argonauta, Buenos Aires)
1998 Solo contra Dios no hay veneno (Ediciones Último Reino, Buenos Aires)
2016 Contradegüellos. Obra reunida (EDUNER, Paraná, Entre Ríos)


Premios y distinciones

1963- Auspicio del Fondo Nacional de las Artes y edición de su libro “El Delito Natal”.
1967- “Premio Fundación Lorenzutti”, Buenos Aires por su libro “Los Terrores de la Suerte”.
1980- “Premio Cesar Mermett”, otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía, por su libro “Llegada de un Jaguar a la Tranquera”.
1984- “Premio Guaraní” otorgado por el Gobierno de la Provincia de Corrientes, por su libro “Llegada de un Jaguar a la Tranquera”. Este libro ha sido musicalizado en buena parte por la cantante Teresa Parodi, bajo el título de “Cantata en Homenaje a Corrientes”, que fue presentada en 1980, en el Teatro Planeta de Buenos Aires y en 1984 en el Hotel Guaraní de la Provincia de Corrientes.
1985- “Tercer Premio Nacional de Poesía”, por su libro “Resplandor de mis Bárbaras”.
1988- “Premio Gran Búho” otorgado por la Sociedad Argentina de Escritores, Seccional Corrientes, por su libro “Llegada de un Jaguar a la Tranquera”; “Premio Esteban Echeverría” de Gente de Letras.
1991- “Premio Municipal de Poesía”, Ciudad de Buenos Aires, por el libro “Criollo del Universo”, “Premio Trascendencia Cultural” otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, a trayectoria.
1994- “Premio Konex”, en Letras, Poesía.
1997- “Tercer Premio de Poesía” Régimen de Fomento a la Producción Literaria, Fondo Nacional de las Artes, por su libro “Aroma de Apariciones”.
2000- “Gran Premio de Honor 2000”, de la Fundación Argentina para la Poesía; “Reconocimiento a su prolífica Obra Poética y aportes a la cultura correntina y nacional”, por la Fundación Torres Vera y Aragón, de la Provincia de Corrientes.
2005- “Primer Premio Nacional” de la República Argentina, Producción 1996/1999 por los libros “Aroma de Apariciones”, “País Garza Real” y “Criollo del Universo”.



FRANCO RIVERO
(Ituzaingó, 1981)


Es una ironía
el amor

un cristal empañado
donde escribir
un nombre
porque se presta
la niebla

un jugar a que la luz
no escribirá
lo que uno borró
con el codo

un miedo a tener
miedo
antes de tener miedo
o miedo

una asfixia de paso
que corrobora
hay
respiración



Franco Rivero (Ituzaingó, 1981) Residió en Loreto y actualmente en Juan José Castelli, Chaco.

Es profesor de Lengua y Literatura, licenciado en Letras por la Universidad Nacional del Noroeste, y doctorando en Semiótica, por la Universidad Nacional de Córdoba.

En poesía publicó Vos ahora voz (Deacá, 2014), Usted no viaja asegurado (Deacá, 2016), Situación desbridamiento, Edición Ananga Ranga, Colección LSD (2010) y forma parte de las antologías Ida y Vuelta, poesía contemporánea de Chaco y Corrientes (2007); Poesía Chaqueña: entre la tradición y la vanguardia, Imprenta Kram, Chaco (2009).

Petÿ y Pulso forman parte del cuerpo de obra Disminuya Velocidad, bellísimo libro de poemas donde Franco Rivero introduce palabras en guaraní –el idioma negado de su niñez- y reconstruye una posible cartografía del deseo gay litoraleño", Segundo premio del Fondo Nacional de las Artes (2014)

"Disminuya velocidad", de Franco Rivero, fue galardonado con el primer premio del Concurso de Letras en la categoría Poesía, año 2017, por el Fondo Nacional de las Artes. Lo editó "Deacá", editorial de Villa Mercedes, San Luis.


De DISMINUYA VELOCIDAD


Petỹ

a mí el campo me entró con el tabaco
por la nariz
después por las manos
la vista

hojas con venas
nunca había visto
las tocaba
como quien no ve
o no cree
en lo que ve

es tabaco
me dijo mamá
era la primera vez
que recuerdo llegar
a casa de la abuela
cuando la vi
ella tenía un cigarro
en la boca
y ese olor

fue como saludar a una planta
como si una planta
me saludara

años después
aún niño
toqué hojas de tabaco secas

el color era oscuro
las venas
estaban intactas
cuando fuimos a vivir
a casa de la abuela
ella me enseñó
a armar cigarros
las hojas más chicas
son para hacer chripa
me decía
las colocábamos después
en una hoja más grande

tené que enliarle parejo
me repetía a cada rato
después me mostraba
cómo se pegaba con engrudo
el borde de la hoja
para que el cigarro
no se desarme

también me enseñó a fumar

me gustaba recorrer el campo
a pie
vicheando
buscando nidos
y una vez
encontré un murciélago
tronco de un árbol
había un hueco
y él estaba ahí
como escondido
metí la mano
lo toqué
lo alcé
acaricié sus alas
fue como acariciar tabaco
alas como hojas con venas
hojas que son casi tela
hasta en el color
se parecían

me enamoré del murciélago
lo visitaba a diario
y a veces se lo llevaba a la abuela
para mostrarle sus alas
el parecido que había

qué cosa no
decía
no se animaba a tocarlo

anoche en caa catí
alguien sacó unos cigarros
como los de la abuela
después de cenar
el olor el color las venas
volvían a mí
la laguna era como un espíritu
de fondo

hubo guitarra
acordeón
y cajón peruano
para variar
mi chamigo fabián fumaba
con nosotros
lo miraba y pensaba
no le falta nada para ser
de acá

allá volví a ver
manos morochas que
se parecen a esas hojas
de tela casi
con venas como caminos

me enamoro
de esas manos
el día que ame
él las tendrá así


Pulso


la armonía es escuchar que un grillo
no se superpone a un sapo
ni a una rana
y uno entiende
sin dificultad
sapo
rana
grillo

yo
que no tengo armonía
algo que hago siempre
es acostarme de noche
boca arriba en la ruta

casi nadie pasa aquí
pero no hay silencio

y sobra vía láctea
acostado así

entonces mi corazón
late pequeño entre todo
y soy un anfibio
un insecto más
que entona
por instinto

mi soledad me vuelve afín
me pone en la misma dirección
que el campo
pulso del mundo
suena tan bien
lato tan bien de anfibio
o de insecto
en el mundo.


De USTED NO VIAJA ASEGURADO


Gurisada

de niño el miedo invita
al coraje

yo trepaba árboles
afinando el oído
era el ruido
la advertencia
del quiebre

hacía silencio
la atención
aligeraba mi peso
y podía subir
sin que se enteren
las ramas

iba hacia arriba
como una lagartija
o confundía mi hazaña
con un vuelo

en la seguridad que da
una rama en el aire
el miedo a caerme
quedaba siempre debajo

luego en lo alto
me inflaba el pecho
un aire de copa

y miraba hacia el suelo
con ojos de pájaro


Plantín


el tiempo trae
silencio
razones
no

uno se yergue en las sombras
como esas plantas
que van hacia la luz
hasta que lleguen

y en algún momento
comprende
vivir es el precio
de estar
donde se está
y el resto es movimiento.