sábado, 23 de noviembre de 2013

STELLA VICTORIA TEJERINA Y LA LIRA DEL ESPÍRITU



“Poemas de una añeja lira” de Stella Victoria Tejerina, prologado por el escritor Ricardo Tejerina, y presentado en el Salón de Editorial Dunken, deparó una tarde de emocionada y magistral poética.



Stella Victoria Tejerina es una mujer de bellísima fineza  y una poeta sensible y  de crecido vuelo literario.
La Autora toma de la vida, paisaje de inspiración  y enaltece el transitar cotidiano. Para ello, evoca y trasciende época,  recrea y vivifica el espacio pretérito, avanza sobre el sueño por venir.  





Su depurada obra se adentra en el tiempo íntimo y armoniza la filosofía del pensamiento a través de recursos que gobiernan todos los estilos poéticos: sonetos, épicos, nocturnos, haikus.
En este marco de disciplinas, encuentra el lector, templadas por una lira fecunda, ondas de sembradío. Pues eso mismo son los poemas de Stella Victoria Tejerina: tierra labrada con afanoso empeño y en donde, tras soles y lluvias, se habrán de cosechar las lozanías del espíritu.


EL ESPEJO


Ese impasible rostro
sin fuego, sin pasión, sin nada
que en mis ojos se mira
no es el mío
Ese rostro, es solo hipocresía,
es cara artificial, bien estudiada
pues teniendo que ser todo apariencia,
mi rostro verdadero disimulo
como astuto artificio en mi existencia.
Por no poder obrar conforme siento
y me lo manda Dios y mi conciencia
tengo pues que mentir, amigo, y miento.

Ciego espejo que en sombras me reflejas
no muestras mi otra faz, la que fue ayer,
de mejor parentesco con mi alma.

Yo que me miro en lo profundo
más allá de la imagen de tu luna
me pienso desde atrás, como un reflejo
de aquella que fui ayer,
toda ternura…
Y sé que vive todavía.




LA EXILIADA


Desde la popa, con su pena a solas
Como se ve visión que el aire esfuma
Miraba ella, perderse entre la bruma
Las ya distantes costas de su patria.

Cuando apenas la tierra se veía
Iba diciendo casi como un rezo,
yo he de ver otra vez su cielo claro,
yo pisaré otra vez mi suelo amado.

¡Qué árbol gigantesco mi desdicha
sangrando por  la herida del exilio!
Sobre mi espalda llora la desdicha
Porque la patria que tenía, ya no tengo.

¡Ah! Qué viaje, este viaje,
hasta la voz del mar, se vuelve exilio.



EL SOLDADITO MUERTO


Detrás de la trinchera,
después de la tragedia
que llegó de improviso, sin que nadie supiera,
con los auriculares aún en los oídos
y el gesto atento,
seguía recibiendo órdenes,
el soldadito muerto.

Como un ejército desorientado de recuerdos
velaban sus pupilas,
el alfabeto de los sueños,
vibraban los sonidos en sus manos abiertas,
y sus oídos fríos,
percibían las ondas australes del silencio.

Arriba, libres cielo y nubes.
Él, dentro del sueño eterno,
aplastado de vida, de infinito.






La ilustración de la tapa reproduce el cuadro original, pintado por Mercedes Tejerina.


Editorial Dunken - Ayacucho 357 - CABA
(107 páginas)

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