Cuando la casa queda a oscuras
Por Pablo
Emilio Palermo
Cuando
la casa queda a oscuras, las cosas que me son luz pierden su fraternal figura.
Cuando
la casa queda a oscuras, los libros de mi biblioteca son bultos apenas
distinguidos por la luz que viene desde la calle.
Cuando
la casa queda a oscuras, la cocina es un negro recinto ocupado por sillas huérfanas,
vacío de voces amadas.
Cuando
la casa queda a oscuras, mi té azucarado no deleita mis sentidos. La taza es sombra
de taza ubicada en la alacena.
Cuando
la casa queda a oscuras, yo me refugio entre sábanas y colchas, como si tuviese
miedo, como si me escondiese de algo.
Cuando
la casa queda a oscuras, mis amigos están lejos. Sin ellos, la sensación de
abandono punza más.
Cuando
la casa queda a oscuras, Buenos Aires pierde sus balcones, ignora los parques,
las plazas no existen. La mesa del café es encierro.
Cuando
la casa queda a oscuras, vuelven a la casa las palabras de la Escritura: “y las
tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.
Cuando
la casa quede a oscuras, estas líneas no podrán leerse. Esperarán el día. Para
saber de mis temores cuando, nuevamente, la casa quede a oscuras.
Pablo Emilio Palermo (Buenos Aires,1967)
Historiador, articulista, escritor.
Imagen: INTERNET
No hay comentarios:
Publicar un comentario