miércoles, 1 de octubre de 2014

NOCTURNOS






Cuando la casa queda a oscuras

                                 Por Pablo Emilio Palermo

Cuando la casa queda a oscuras, las cosas que me son luz pierden su fraternal figura.
Cuando la casa queda a oscuras, los libros de mi biblioteca son bultos apenas distinguidos por la luz que viene desde la calle.
Cuando la casa queda a oscuras, la cocina es un negro recinto ocupado por sillas huérfanas, vacío de voces amadas.
Cuando la casa queda a oscuras, mi té azucarado no deleita mis sentidos. La taza es sombra de taza ubicada en la alacena.
Cuando la casa queda a oscuras, yo me refugio entre sábanas y colchas, como si tuviese miedo, como si me escondiese de algo.
Cuando la casa queda a oscuras, mis amigos están lejos. Sin ellos, la sensación de abandono punza más.
Cuando la casa queda a oscuras, Buenos Aires pierde sus balcones, ignora los parques, las plazas no existen. La mesa del café es encierro.
Cuando la casa queda a oscuras, vuelven a la casa las palabras de la Escritura: “y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.
Cuando la casa quede a oscuras, estas líneas no podrán leerse. Esperarán el día. Para saber de mis temores cuando, nuevamente, la casa quede a oscuras.



Pablo Emilio Palermo (Buenos Aires,1967)
Historiador, articulista, escritor.



Imagen: INTERNET

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