domingo, 24 de febrero de 2013

DESPEDIDAS



 
COMO EN EL SUBTE


Nos estamos yendo. Y no lo pareciera.
Ni siquiera se nos ve el paso que encamina
el andar hacia la puerta de salida.

Vamos partiendo con toda naturalidad.
Sin pronósticos ni memorias archivadas.
Actuales. De última generación.
Sin fotos del ayer ni sueños del mañana.

Apurados en verbos tiempo presente
después de bajar por escaleras mecánicas.
Desinhibidos de culpas en la inercia
que nos apura y nos mete en un vagón del subte
minutos antes de que las puertas se cierren.

Y nos conforma encontrar un asiento libre,
no haber perdido la cartera, el móvil, la bufanda.
El libro que leemos. La libreta de cheques.
Tranquilos al saber que no olvidamos el impermeable
en el respaldo de la última silla donde nos sentamos.

Hasta parecemos completos. Eternos. Importantes.
Precisos, en una vida irrepetible que se aprieta
al lado de nosotros, y nos miente.




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