miércoles, 13 de febrero de 2013

COPA DE FINO CRISTAL TALLADO



                                                              por Hilario Fraga Potel (*)

El estilo literario de Marita Rodríguez-Cazaux, es siempre un sorbo de vino dulce o seco, o amargo, pero en copa de fino cristal tallado.
Si debo mostrarme genuino, diré que esta cualidad de sutileza y sensualidad, es el verdadero perfil que la poeta alumbra, o da a beber. Puesto entonces a pensar que su poesía se bebe, y un buen catador podrá entenderlo, se degusta su perfume antes que su verbum, tal como esas bebidas rojas o ambarinas que tientan al paladar desde botellas cerradas y que sabemos serán gozosas cuando las bebemos.
Claro es que la sutileza, y en especial la sutileza de los sentidos, precisa de la palabra aguda para penetrar. Así pues, sus obras transitan con la cadencia que da el oficio y una hiperestesia que descubre el vocablo justo en la atmósfera propicia.
Lecturas en silencio y lecturas conversadas (a las que fuimos fieles los poetas de nuestra generación), una persecución del lirismo sublime, delicado, donde no se pierde ni realismo ni asombro.
Baste leer alguna de sus composiciones gestadas en  lengua gallega - a las que me acerco especialmente -, para hallar ese matiz de fineza que le es propio. O sus poemas intimistas,  eufónicos, que transcurren por universos sensoriales, entre velos (y versos) que muestran sin mostrar y, por ello,  son tan apetecibles.


(*)Hilario Fraga Potel - (A Coruña -1959)
Doctor en Filosofía y Letras. Profesor, escritor, ensayista. Poeta en lengua gallega.






A NOSA RÚA

-Corpo, quedaches sen o rito da dita-,
voúme dicindo a min mesma
dende naquel tempo que tivemos.
Hoxe, penso quen, no cóbado da nosa rúa,
hai facer nó cons seus brazos.
E cales paxaros canseiros de sol,
gardados nos niños mesturados na fresca fronde
 asubían cantigas ao verán.

Sobrevoa o recordo polo sentimento noso.
Maís aínda sei que hoxe,
doutros é o máxico sopro que rolda.
Para eles gabie universos de amor
a penumbra da beirarrúa.
Para eles nostros soños apaxados.
Nostras voces na vixilia, encol daquelas pedras
na soleira da Terra Prometida.





En su poema  “Na nosa rúa”, tiene la poeta una mirada hacia el ayer desde la nostalgia y se lo repite a su propio cuerpo. Cuerpo, dice, y no alma.  Cuerpo que, desde ese ayer perdido, ha extraviado la dicha.
En  el tropo “Hoy, pienso quien, en el codo de nuestra calle, /ha de hacer nudo con sus brazos.” elige una imagen intensamente sensual, y solamente con tres palabras: codo, nudo y brazo. Una genialidad que, opino, mereciera ser el nombre del poema.
Pájaro, nido, fronda, silbido y verano, pintan de color el paisaje de la añoranza, la vuelven viva, para luego hacerla testimonio de una realidad de hierro: “Sé que hoy, de otros es el mágico soplo que ronda”; bien hallado el sustantivo y el verbo, porque no hay nada más etéreo, de mayor levedad que un soplo que ronda.
Es interesante en este análisis entender que rolda, es usado también en nuestra lengua gallega para designar el cortejo, el enamorar, el “ir detrás”. Y para entender esa finitud del amor,  la poeta elige ubicarla, justamente, detrás de un soplo. Y detrás de ese batir, el universo y los sueños palpados.
Tras ese aroma de pérdida que en todo el poema se percibe, llega hacia el remate una metáfora casi encubierta, “…en la vigilia encima de aquellas piedras”, pues parece ser imagen fotográfica y, sin embargo, esconde el desvelo que acompaña a los imposibles, la vigilia. Desnuda la última estrofa el insomnio sobre las piedras, la mayor soledad humana, la tragedia del perdido Paraíso, o, tal como dice la poeta, “…el  umbral de la Tierra Prometida”.  H. F. P.



 NUESTRA CALLE

-Cuerpo, quedaste sin el rito de la dicha-,
me voy diciendo a mí misma
desde aquél tiempo que tuvimos.
Hoy, pienso quién, en el codo de nuestra calle,
ha de hacer nudo con sus brazos.
Y cuáles pájaros cansados de sol,
refugiados en los nidos, mezclados en la fresca fronda,
silban cantos al verano.

Sobrevuela el recuerdo por nuestro sentimiento.
Pero sé que hoy,
de otros es el mágico soplo que ronda.
Para ellos abre universos de amor
la penumbra de la acera.
Para ellos, nuestros sueños palpados.
Nuestras voces en la vigilia, encima de aquellas piedras,
al umbral de la Tierra Prometida.




La imagen que ilustra, reproduce el cuadro perteneciente a la serie de paisajes italianos de la artista plástica Ida de Vincenzo,  pintora nacida en Cropalati, (Cosenza, Italia) y radicada en Buenos Aires.
Vale: Son suyos todos los derechos y méritos sobre la imagen.


                                                                                                              * * *

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