Vini, Vide, Vinci
Por Marita
Rodríguez-Cazaux
VINI
Fue
por Internet. Por casualidad.
No le conté
el color de mis ojos ni la estatura, porque nadie puede mirarse con exactitud
frente a un espejo, y como la verdad es subjetiva, preferimos hablar de todo,
menos de nosotros.
Acordamos no
mencionar nuestros proyectos ni los sueños colgados en las perchas de la
rutina. Una orden que aceptamos para seguir por siempre conectados.
Así,
alejados, lográbamos encontrarnos.
VIDE
Una
estrafalaria curiosidad nos hizo establecer un encuentro en un bar.
Casi ni nos
miramos. Descentrados, apenas nos oímos las voces, hasta el tono que nos
enlazaba parecía excluido de nosotros.
Descolocados,
frente a frente, dimos unos pasos hacia atrás y salimos apurados, escapando del
encuentro para volver a entrar en Internet y conectarnos.
VINCI
La
casilla de mensajes se tildó.
Internet no
registra los correos enviados y dispara los que llegan. Se bloquearon los
archivos.
Un
desperfecto cibernético interrumpió el chateo justamente cuando confesaba el
más intenso amor.
La pantalla
es ahora un silencio cuadrado.
Ni siquiera
puedo recordar el color de sus ojos. Ni la forma de sus manos.
Un malestar
me hace tirarme en el sillón del living. Alcanzo, estirando la mano, un libro
del primer estante.
Signos
extraños aparecen en una página. Acomodados en líneas parejas, no puedo
descifrarlos.
* * *
PUBLICADO 10/10/2013 de periodicoirreverentes
Imagen: Amor Virtual - Internet
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