martes, 1 de octubre de 2013

LA DUENDES - EDITORA DE HISTORIETAS


ALBERTO BRÓCCOLI, por Germán Cáceres

(16/2/1943-25/10/1985)
 “aunque uno maldiga al cielo y a los `cierres` porque siempre falta tiempo para terminar de dibujar, para esa imposible perfección, salimos a la cancha todos los días. Y a opinar sobre cualquier cosa. ¿Y cuánto vale eso, eh, Broc? ¿O no era eso ser un dibujante? Esa es la humilde omnipotencia que disfrutamos.”
Caloi: Carta abierta a Bróccoli

Nació  y murió -a los cuarenta y dos años- en Adrogué, Provincia de Buenos Aires. En 1965 comenzó a trabajar en las revistas Tía Vicenta y Adán, y entre 1968 y 1971 tuvo a su cargo la sección de caricaturas políticas de Panorama. En su intensa carrera profesional colaboró en La Hipotenusa, Rico Tipo, Satiricón, Mengano, Atlántida, Semana Gráfica, Vosotras, Corsa, Claudia, Hortensia, Para Ti, Autoclub, Somos, Primera Plana, Libro Elegido, Gente, La hora del lunes, Siete Días, Tiempo Argentino, Clarín y La Nación. En el libro El Brócoli no se come, donde reunió algunas de las producciones realizadas entre los años 1970 y 1977, reconoce: “¡Cómo había trabajado en esos siete años!” Su obra también se publicó en España, Alemania, Italia, México, Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. Fue también un estudioso de su oficio y escribió junto a Carlos Trillo los libros El humor gráfico, El humor escrito y Las  historietas, publicados en 1972 por el Centro Editor de América Latina.

Juan y el preguntón

Sus tres grandes logros fueron Juan y el Preguntón (1970), El mago Fafá (1973) y Pérez-Man (1979). Pero también abordó con eficacia el humorismo de cuadro único. Por ejemplo: un psicoanalista le entrega un revólver a su paciente, que está acostado en el diván. No hay en sus dibujos un énfasis gráfico, ya que están al servicio del chiste: un automovilista se lleva por delante el mobiliario de un juzgado y pregunta: “Buenas, jefe… ¿Aquí es el Tribunal de Faltas?” Como era característico en esa época, toda su producción –incluyendo la de los tres citados personajes- desborda ingenuidad. Además, en los años setenta era un lugar común quejarse de la mishiadura (“¡Si supieras al precio que están los guardaespaldas! Yo apenas si pude contratar a un guardabarreras…”) Y aunque las modas y costumbres han cambiado mucho en este siglo XXI, hay agudezas de palpitante actualidad: “Lo que más me fascina de él es su sensibilidad…cada vez que ve un dólar, lagrimea…

El mago Fafá

En Juan y el Preguntón son evidentes las influencias de Copi y de Jules Feiffer por su dibujo de simples líneas, que lleva hasta la más extrema síntesis gráfica. Los dos personajes están de perfil –uno de pie y el otro sentado-, pero Bróccoli no los identifica. En una tira ambos protagonistas lo intentan, pero no llegan a ningún resultado concreto y es tal su confusión que uno va a buscar su cédula de identidad y el otro telefonea a una clínica para consultar a un psicoanalista. El que está sentado de perfil frente a su escritorio no se mueve, mientras el que parece un pato antropomorfizado camina, se desplaza y hasta cambia su forma estirándose o portando una cola, a la vez que asume distintas actividades: cartero, mozo, vendedor ambulante, pistolero. Los diálogos no están encerrados en globos, sino que se agrupan en letras, y con una simple raya señala al personaje que habla. 

Pérez man

La ausencia de fondos es absoluta, todos son completamente blancos. Siempre se repite la misma escena: el animalejo permanece frente al hombre sentado. Las conversaciones -que rozan el absurdo, el rasgo lunático y el nonsense- proponen trabalenguas, adivinanzas y refranes. En una tira el pajarraco se asume como periodista y el del escritorio como político y, en definitiva, no aclaran absolutamente nada: “¿Y usted que opina de…?/ Estoy de acuerdo en todo, menos en…/ ¿Pero le parece bien que…?/Bueno…No olvide que…/ ¿Pero usted no cree que…?/ Sí. Pero no por esto…”  Y en otra, el presunto pato alza una pancarta en blanco y se establece el siguiente parlamento: “Me voy a un acto político/ ¡Pero en ese cartel no dice nada!/ Es que yo pertenezco a la mayoría silenciosa/ ¡Ah…! ¿Y tienen algún slogan?/ ¡Por supuesto! `El silencio es salud`”. Otra de sus marcas de fábrica consiste en que visiten la tira personajes célebres, por ejemplo Olivia y Snoopy.


En Pérez-Man se presenta a un superhéroe minúsculo, de aspecto vulnerable: tiene dos ojitos y  una nariz ancha que le cubre la cara de oreja a oreja. Usa capa, audífonos con una antena que lo comunica con la Radioreja, pantalones cortos, una “P” emblemática en su pecho y zapatos enormes. Posee un Pérez móvil y su ayudante se llama Súper Avit, que es un ridículo pelado con anteojos y nariz prominente. En su deambular por la ciudad (de la que aparecen sólo trazos) cita a otros personajes de historieta, como Superman, Tarzán, el Hombre Araña, la Mujer Biónica. El pequeño superhéroe reflexiona sobre el país, como si mantuviera un diálogo con el lector. Menciona las desilusiones del argentino medio (“Últimamente se oyen con insistencia ciertos términos poco académicos/ `No pasa naranja´, ´Finanzas en rojo…`/ ´Panorama negro´, `Palos verdes`…´/ No recuerdo otra crisis tan colorida como ésta”) que en la década del setenta –como en 2013- vivía obsesionado por la economía (“Cuando yo era chico decía que iba a ser colectivero. Como todos los chicos. ¿No?.../ Porque antes todos los chicos soñábamos con ser colectiveros/ Menos el gordo Méndez…Jé, Jé…Él decía que quería ser empresario/ Hoy tiene dieciocho colectivos”.


El mago Fafá es la creación más exitosa de Alberto Bróccoli, tanto que Gente lo mostró en su tapa como uno de los personajes del año 1974, originó diez cortos de animación para el cine y la televisión y tuvo su propia revista. No es sólo una caricatura del famoso Mandrake el mago (1934), de Lee Falk y Phil Davis, sino que constituye una reformulación libre y humorística del personaje. Es petiso, como aplastado, parece un gnomo grotesco y su galera le tapa mitad de la cara, ojos inclusive. La boca aparece como una rayita que registra su expresión. Calza zapatos grandes – como Pérez-Man-, que revelan la desproporción de los pies respecto a su corta estatura. No hay episodios aventureros, sino tiras con escasos cuadritos y, a veces, uno solo. Fiel a su estilo, el autor apenas sugiere los fondos. Los chistes rematan en el último cuadrito en el que Fafá (muchas veces dirigiéndose al lector) reflexiona en forma insólita sobre lo que se visualizó anteriormente.


 La gráfica de Bróccoli –que apela como siempre a la esencia - se circunscribe a unas líneas y a varios negros plenos para señalar la capa y la cinta de la galera de Fafá, que jamás se la saca: cuando intenta hacer un truco extrayendo objetos o animales recurre a otra galera y emplea la palabra “¡Jitanjáfora!”, pero la mayoría de sus pruebas de prestidigitación fracasan y entonces se sonroja. “Chismes del ambiente” es otra de sus ocurrencias, en las que acude a habladurías maliciosas: ”¿Sabe una cosa?.../ El hombre nuclear tiene una novia en Atucha…”  O “La hermana del Mono Relojero da las doce antes de hora…” También rinde tributo a la historieta al hacer desfilar a personajes consagrados como Mickey, Popeye, Toribio, La pequeña Lulú (de la que comenta “¡Qué bien se conserva!…”) y Margarita, la novia de Donald (oportunidad en que revela “¡Y pensar que hace diez años fue mi locura!…”)  Cuando interviene su ayudante Catuto (que sólo sabe decir “dunga dunga”) los diálogos se tornan disparatados. Su conejo de la galera se llama Rodolfo, el genio de la lámpara Felipe y su paloma de la paz -una desempleada de la ONU- Florentina.  
En los últimos párrafos, la emotiva carta de Caloi comenta: “Si hasta ese absurdo viernes 25 en que te fuiste, la muerte era solo un tema para un chiste de humor negro, hermano”.



                                                                           
Germán Cáceres*, escritor, ensayista, dramaturgo argentino.

Bibliografía
“Alberto Bróccoli,  Catálogo Cuarta Bienal Internacional y Cuarta Bienal Argentina de humor e historieta, Córdoba, 1979.
Bróccoli, Alberto, ¡Cuánto más Bróccoli mejor! Hyspamerica, Buenos Aires, 1988.
Bróccoli, Alberto, El Bróccoli no se come. Ediciones Zeta, Buenos Aires, 1978.
Gociol, Judith y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
http://eloficiodelplumin.blogspot.com.ar: “Bróccoli, Juan y el Preguntón”.
http://es.wikipedia.org: “Alberto Bróccoli”.
http://lapipel.blogspot.com.ar: “Alberto Bróccoli”.
http://seleccione.blogspot.com.ar: “El mago Fafá”.
http://www.todohistorietas.com.ar: “El mago Fafá, de Alberto Bróccoli”.

http://www.taringa.net: “El mago Fafá, de Alberto Bróccoli”.

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