sábado, 2 de marzo de 2013

POR LA ARCADA DEL DESTIERRO




Vengo del campo estéril y,
                                    perdida,
traigo hambre de luz por el camino.
Quedan atrás,
corazones travestidos y miserias.
Harapos de tristeza.

Un aire de dulzor en la frontera
esparce,
aroma abierto y verde de los pinos.


Si pudiera,
desprendida del antes,
sobre tierra fértil de caricias
ese mismo perfume de verdor abierto,
esparcir sobre la niebla de mi pena.

Si pudiera,
por milagro renacerme
y en un portal de luz, agonizar el miedo,
serían benditos los pasos que me traen
y bendecidas las horas que me llevan.

Y aquella sombra que ayer
fue desvelada opacidad de sueños,
ha de cruzar - verdor de libertades-,
la arcada del destierro.

                                                                          
                                                                                 * * *  
M.R.-C.
IMAGEN: INTERNET


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