sábado, 23 de mayo de 2020

RESEÑA LITERARIA




“MUNDOS Y OTRAS DISTANCIAS”

 Oscar Vicente Conde

(Poemas, 2020)

TAHIEL EDICIONES

Quién apagará el fuego
si las lluvias se han dormido.
 O.V.C. (Fuego)


Dos poetas excelsos, Federico García Lorca y Rainer M. Rilke, orientan el corpus del reciente poemario de Oscar Vicente Conde, detalle de agudeza que el autor elije para dirigir la memoria sobre el batallar humano y abrir el universo de “Mundos y otras distancias”.

En el umbral, el poeta asevera que hay un dios dormido y gris, atmósfera de reflexión e indagación interior —sin ser elegíaca, Nunca es el fin  (Mundos y otras distancias) o No todo está perdido (Llamado)— donde el objeto en el poema es alcanzar la conciencia, intención que sostendrá a lo ancho y largo de la obra, como se manifiesta en El ojo, breve poema que desdobla la aciaga inmensidad de la displicencia del ser humano contemporáneo sobre sus semejantes, los hombres andan pequeños e indiferentes. Para ello, O.V.C. observa el mundo con mirada próxima a la de Roberto Juarroz, de quien toma una voz con su propio eco a cuestas  para el fenomenal poema Mundo que amerita lectura detenida.

En Resistir, el mensaje se dirige plus ultra de la propia existencia y se eleva hacia la evocación de otros andantes antiguos que siempre regresan sobre las huellas, seres que rondan furias y sosiegos y que habitan el mundo del recuerdo, acaso porque resisten la muerte para otorgar simiente, fruto y flor como herencia sempiterna.

El tema del recuerdo ocupa espacio en la obra de O.V.C., territorio al que vuelve desde otras distancias  y al que se acerca con axiomático sigilo, quizá porque los enigmas palpitan entre versos, descarnando un abismo celeste y etéreo y un ínfimo punto que late como un corazón a punto de estallar  (Así).

O.V.C. suma sagaz inspiración al momento de titular los poemas recurso que orienta cuadro y temperatura lírica. Como ejemplo, […] un hombre reclama por otra vida que no sobra, cuyo título es Siete, afín al dicho popular que pone número exacto a las vidas de los gatos.

La palabra toma el espacio de la imagen y puede tocarse el flash sobre el instante poetizado, Hablamos de la muerte dormida y agazapada hasta que comienza a caminar sobre las cornisas (Conversación). Asimismo, se aprecia en todo el corpus un vocabulario rico en originalidad y cercanas lecturas del género, pues el oficio de poeta se nutre en expediciones por el atlas de otras voces, práctica que califica la cabal selección de los epígrafes.

Lúcido observador del mundo, sin cadenas que lo aten ni temores que lo detengan, O.V.C. muestra con agudeza a los otros, ellos, unos, los innombrables (Contienda), aquellos que deambulan mugientes con la terquedad de los sueños difusos […] las ratas que hacen coro a los pies silenciosos […] danzas de las moscas que se animan al destierro  […] como un ejército obsecuente de primates (Destino infiel) o las palomas negras acostumbradas a tanto llanto (Santuario).

El poeta se asoma, y logra que el lector también lo haga, a un cosmos donde vagan testigos pacientes en un mundo que se desangra (Testigos) a la vez que los muertos que no se reconocen muertos deambulan entre los laberintos entre las sombras, mientras su ingenio apunta a enardecer la voz que continúa reclamando  y ya nadie escucha (Poema del fin) y desvelar que la tierra tiembla y nadie escucha su queja casi humana (Revelación).

Sin embargo, reserva una alborada cuando ya parecía que las sombras latían cuando el fin crecía a bocanada llegaron ellos con su aún frágil desnudez y la luz la luz en sus almas (Niños) y acerca un deseo allí quizás algún atormentado dios comience a salir de su letargo (Luz).

El remate se empina —como en toda obra de significancia— y pone en evidencia el fervor, incluso metafísico, y el latido del poeta sobre un mundo en el cual algunas bocas se silencian regodeándose con el dolor de los otros y sus garras brillan como luces endemoniadas este mundo no es el mundo que nos cobija es otro mundo llorando con infinitas llagas sus llagas (Otro mundo) y La incertidumbre es una aliada de las sombras[…] Las voces de las bocas mudas resisten en el orillo de los labios impacientes […]Nadie canta. Nadie se ilusiona. […] Nadie se compadece. Nadie reza. […] Dicen que Dios se ha vuelto ateo. (Declive) y termina ofreciendo imágenes estremecedoras de presencias que a pesar de los esfuerzos en todos los relojes las horas […] no puede saberse si van a volver (Visitantes).

Claudia Masin sostiene en su ensayo Partículas de la luz, que los maestros zen del arte del tiro con arco consideran “que el tiro certero no es para ellos aquel que da en el blanco sino el que se desprende, como una gota de una rama, cuando es inevitable que suceda”. Este fenómeno preciso es el que alcanzan los poemas que habitan MUNDO Y OTRAS DISTANCIAS, nos van impregnando de la atmósfera que corona el prodigio en el cual la gota se desprende inevitablemente. Temblor de cristal, casi imperceptible, que antes de deslizarse se ilumina, titila. El instante en que ya no existe como gota y, sin embargo, sigue estando dentro de nuestra pupila con el mismo palpitar.  La huella que deja sobre la rama, la travesía y la reverberación de su nuevo acontecer. Y de ello se trata la magnitud de la poesía de Oscar V. Conde: Mantener viva la gota en cualquiera de sus mundos de agua.
                                                                                                 

                                                                                                       Marita Rodríguez-Cazaux

Buenos Aires, mayo de 2020.



OSCAR VICENTE CONDE

 
Lanús, provincia de Buenos Aires (1947)
Primer Premio Concurso Internacional Roberto Arlt del Centro de Lertras y Artes San Telmo y Revista Arlequín año 2000. 
Es autor de varios libros de poemas y ha recibido numerosas menciones y dintinciones a lo largo de su trayectoria literaria.

MUNDOS Y OTRAS DISTANCIAS 
TAPA DEL POEMARIO ILUSTRACIÓN DE GABRIELA MIGLIANO SOBRE IDEA DEL POETA OSCAR V. CONDE.

Ventas: Tahiel Ediciones

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