lunes, 5 de agosto de 2013

CANTIGA DO NENO DA TENDA





Bos aires ten unha gaita
sobre do Río da Prata
que a toca o vento do norde
coa súa gris boca mollada.
¡Triste Ramón de Sismundi!
Aló, na rúa Esmeralda,
basoira que te basoira
polvo d'estantes e caixas.
Ao longo das rúas infindas
os galegos paseiaban
soñando un val imposíbel
na verde riba da pampa.
¡Triste Ramón de Sismundi!
Sinteu a muiñeira d'ágoa
mentres sete bois de lúa
pacían na súa lembranza.
Foise pra veira do río,
veira do Río da Prata
Sauces e cabalos núos
creban o vidro das ágoas.
Non atopou o xemido
malencónico da gaita,
non viu o inmenso gaiteiro
coa frolida d'alas:
triste Ramón de Sismundi,
veira do Río da Prata,
viu na tarde amortecida
bermello muro de lama. 


"Seis poemas galegos" - Federido García Lorca

El protagonista, Ramón, muchacho que trabaja en una tienda limpiando “basoira que te basoira” estantes y cajas, sueña con alcanzar el paisaje que guarda en su recuerdo, la belleza de aquella tierra de verdores míticos.  La reiteración de la palabra basoira marca una sintonía de rutina, un trabajo de servicio, uno de los más primarios oficios para el que se empleaba a niños y jóvenes. Muestra a la vez, el encierro del que no escapa en ningún momento la atmósfera del poema. Igual mecanismo utiliza en el verso “triste Ramón de Sismundi” que repite como una letanía de la que no puede librarse siquiera, el propio Ramón. Como no pueden escapar los miles de gallegos que se pierden a través de calles infinitas en pasos desterrados, sin orientar el rumbo mientras sueñan valles imposibles en una ciudad de cemento. Y, para palpar ese quiebre del alma en busca del paisaje de la patria, el genial poeta andaluz usa tropos magníficos como caballos desnudos que resquebrajan el cristal del agua, bueyes de luna, la agitación de un baile como es la muñeira, el gemino melancólico de la gaita.
 Al cierre, "rojo muro de fango" es ya, la tragedia ante los ojos del muchacho y de tal peso que hasta la tarde es amortecida. Tragedia porque no tiene retorno, es realidad de hierro: la visión de ese muro de lodo vuelve a hacer triste a Ramón, que ya lo era, pero ahora, por siempre.
En este sensible poema que Federico García Lorca escribe en 1935, puede palparse el sentimiento de morriña, la desazón, la inquietud, la saudade que acompaña a la emigración gallega, la pérdida del paisaje supremo de campiñas y piedras, ese cuadro que encierran los ojos y la memoria,  particularmente en los niños y en los jóvenes.
Para decifrar el sentimiento de la galleguidad en exilio o en la emigración que es justamente el intenso nudo del poema “Cantiga do neno da tenda” sirven sin mella las palabras de  Enrique Santín Díaz, en Radiografía del Alma Gallega, (2008) donde expone esencialmente las cualidades que determinan (y esto dicho por mi cuenta) “el ir y venir de los gallegos dentro de su propia alma”.


Considérense los siguientes párrafos entre comillas.

              
Hablar del espíritu galaico es introducirnos en un mundo rico y complejo; no es fácil definir el ser gallego. Con gran lucidez y sentido del humor se llegó a afirmar que el gallego se “define” por su “indefinición”. Y esa gran verdad refleja la verdadera idiosincrasia de nuestros paisanos. Esa indefinición representa el carácter poliédrico del gallego, enemigo de dejarse encorsetar o de aceptar etiquetas que le constriñan e impidan su libertad de movimientos y de actitud ante la vida. El gallego no se resigna a que se le apliquen tópicos o estereotipos contrarios a su carácter esencialmente maniobrero y de adaptabilidad. El carácter gallego vive en una permanente paradoja. Sabe vivir y convivir. Es a la vez, escéptico, suspicaz y receptivo. Su desconfianza primaria le defiende frente a lo desconocido y, salvado ese primer escollo, lo convierte en solidario, generoso y cultivador de la amistad. Regatea la entrega y se entrega al que le demuestra su confianza y lealtad.
No es partidario de lo blanco y lo negro. Le gustan los grises. No tiene aristas, no es agresivo. No acepta lo que se le plantea sin más. Es un escéptico crítico que no se deslumbra con las apariencias. Le gusta el fondo de las cosas y de los hombres. Tiene, como decía Emilio Castelar, “excesiva madurez de casta”. No es fácil de convencer al momento, tiene que pensar y repensar los pros y los contras. Huye de las afirmaciones rotundas e irreversibles. Difícilmente se sincera con su interlocutor si previamente no conoce o adivina su pensamiento. De ahí la afirmación de que “el gallego contesta preguntando”. Si se le dice: ”e ti, ¿cantos anos tes?”, responderá: “e ti ¿cantos me botas? (Y tú, ¿cuántos años tienes? Y tú, ¿cuántos me das?)
No aventura sus propias opiniones y decisiones. De ahí su carácter evasivo. Cuando se le pregunta por algún acontecimiento, su respuesta es desconcertante. “por un lado ti xa sabes e por outro que queres que che diga”. (Por un lado tú ya sabes y por otro qué quieres que te diga)Clásica respuesta que a nada compromete. Así ocurre con la distinta percepción que tiene de la palabra escrita. Si por un lado para apoyar sus argumentos afirma: “Eso ven no periódico”, por otro, no duda en replicar que “o periódico ten conta do que lle poñen”. (Eso viene en el periódico. El periódico tiene en cuenta aquello que le ponen).Se trata de sendas visiones para no asumir frontalmente verdades no contrastadas por su propia experiencia. De ahí la frase de que “el gallego sólo oye lo que ve”; pero no a través de ningún medio ajeno o intermediario, sino directamente.
En el gallego priman los sentidos exteriores. De ahí su espíritu práctico. Más aún, su sensualismo, su contacto con las gentes y la naturaleza. En Galicia, país, paisaje y paisanaje es una trilogía que se traduce en una síntesis armoniosa y perfecta.
El espíritu reservado del gallego, no es fruto de la timidez, sino de su proverbial sencillez y humildad. Por eso, rehúsa toda pedantería. El gallego no es fanfarrón ni presuntuoso. Valora el esfuerzo y el trabajo, como pilares para su progreso y desarrollo personal, familiar y profesional. Es ahorrador. No despilfarra, ni dilapida. No arriesga al albur.
Se siente unido a la tierra o, mejor, al terruño y, al mismo tiempo, se siente ciudadano del mundo llevando a cuestas su “morriña”, ese “mal físico del cual se muere” según Emilia Pardo Bazán que, a la vez, le sirve de consuelo lejos de su añorada tierra. Anclado en sus orígenes y raíces, se adapta e integra en los países de destino, a los que se dirige y lo acogen.
El gallego nunca es un desterrado. Nunca se siente extraño si le acompañan el trabajo y el espíritu de sacrificio y de superación. Sólo le angustia el deseo de retornar a su lugar nativo, aunque no siempre y, por desgracia, lo pueda conseguir. Por eso, decía Curros Enríquez “que como o Miño, o noso pobo, na terra onde nace quer morrer” (que como el  Miño, nuestro pueblo, en la tierra donde nace quiere morir).
El gallego no es rebelde. Es de natural pacífico y laborioso. Ya, el gran Castelao decía que “el gallego no protesta, emigra”. Eso explica que en la poesía gallega predomine la lírica y el sentimiento, sobre la épica y la pasión.
En el gallego, pese a la diáspora; los lazos familiares son todavía muy fuertes, fruto del matriarcado que tanto arraigo y desarrollo tuvo en nuestros ancestros. Es cierto que muchas de esas características son propias de la Galicia campesina y marinera, dado el peso que en el sistema productivo gallego .tuvieron y aún tienen, la agricultura, la pesca y la ganadería.
Otro dato relevante en el análisis de la psicología del espíritu galaico lo constituye, su propensión al individualismo lo que explica el escaso eco que tuvo en Galicia, el movimiento cooperativo, debido en gran parte a la defensa a ultranza de una propiedad minifundista y, por ende, antieconómica. Durante muchos años, la dispersión de la población, el aislamiento y el minifundio, fueron la causa del atraso de Galicia y de que fuera considerada como una región de propietarios sin propiedades. Afortunadamente, la concentración parcelaria y el avance tecnológico de las explotaciones han contribuido al abandono paulatino de viejos prejuicios y costumbres contrarios a lograr la dimensión óptima de las empresas agrícolas y ganaderas en nuestra región.
Si a las anteriores consideraciones que configuran el perfil y la conducta del gallego, añadimos la socarronería y la retranca que le sirven para desdramatizar la realidad, y reaccionar con especial picaresca frente a la misma, tendremos un ingrediente más de su peculiar carácter. Tampoco podemos olvidar lo que en Galicia se conoce por el “trasacordo” (después del acuerdo) que le permite a nuestros paisanos cambiar con toda naturalidad de posiciones previamente establecidas.
Otro dato importante que caracteriza la actitud defensiva y precavida del gallego reside en su actitud ante la muerte y el misterio del más allá. Si se le pregunta sobres sus creencias religiosas, su respuesta no puede ser más significativa: “hai que creer polo que poida pasar”.
Su mundo mágico y de leyenda, poblado de bruxas, trasgos, meigas e demos lo combate con el rito de a queimada que le sirve para que “co seu lume” se purifiquen los espíritus malignos.
Por último, merece alguna consideración el victimismo, que en el gallego no significa resignación; antes al contrario, supone un reclamo para urgir la solución a sus necesidades y reivindicaciones. Si por un lado, frente a las injusticias, exclama con marcado estoicismo que “mexan por un e hai que decir que chove”,(orinan por uno y hay que decir que llueve)  por otro, defiende a ultranza el principio de que “o que non chora non mama” (“año que non berra non mama”,  corderito que no llora no mama). Frente al fatalismo que durante mucho tiempo acompañó al gallego y propició su carácter quejumbroso, debe prevalecer la voz poética de Luis Pimentel, cuando afirma que "xa Rosalía chorou por todos e para sempre”.
Hay, pues, que proclamar con Curros “o desexo de que Galicia desperte do seu sono”.


Vocabulario

Basoira: escoba
Abasoirar: ensuciar, amontonar basura en algún lugar determinado. Barrer algún lugar donde existe polvo grueso.
Basoira que te basoira: remite al dicho coloquial “escoba que te escoba/ friega que te friega” 

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