Esta novela
escrita por Alissa Walser (Alemania, 1961), hija del prestigioso escritor
Martin Walser, se centra en la vida del médico alemán Franz Anton Mesmer
(1733-1815), más precisamente en un caso que transcurre -como indican los
epígrafes de sus dieciocho capítulos -entre el 20 de enero de 1977 y el 16 de
abril de 1784.
Para Mesmer un
fluido era la esencia del universo y, por tanto, su método curativo consistía
en apelar a ese elemento etéreo que según él también anidaba en el ser humano,
y así nació el llamado “magnetismo animal” o “mesmerismo”.
Ingmar Bergman,
en El mago (1958), captó el entorno
social y cultural que se movía alrededor del célebre médico alemán. En el
filme, el hipnotizador Vogler (a Mesmer se lo considera el iniciador de la
hipnosis moderna) es despreciado por un científico que lo tilda de farsante,
pero el trucaje desplegado por el mago logra hacerlo dudar en las
incuestionables verdades científicas por él invocadas.
Mesmer corrió la
misma suerte que famosos médicos como Paracelso (1493-1541) y Cagliostro
(1743-1795), porque los tres estuvieron marcados por la astrología y la
alquimia, que eran muy influyentes en esos siglos. Sin embargo, por cierto
prejuicio académico no se valora lo suficiente que ellos apuntaron a una
ciencia no oficial que encontrara otros caminos que no fueran meramente
orgánicos para tratar las enfermedades nerviosas. Además, las terapias
reconocidas también desembocaban en la brujería: “Y cómo iban trepando las
sanguijuelas por su vientre antes de morderla”, se comenta mientras se le
aplicaba un tratamiento tradicional al personaje de María Teresa von Paradis.
Al principio la noche era música (un
título muy bello) se centra en el intento de Mesmer por curar a la nombrada
pianista, compositora y cantante ciega, cuya madrina era nada menos que la Emperatriz María
Teresa de Austria. Fue ovacionada en distintas ciudades europeas, se codeó con
Haydn y Mozart, y este último interpretó varias de sus composiciones, entre
ellas su celebrada Siciliana para
orquesta de cámara. Mesmer aparentemente logró por un breve lapso de tiempo que
María recobrara la visión, pero luego ella volvió a su estado inicial y la
sociedad vienesa condenó el método, se produjo un escándalo, y el médico debió abandonar
Viena en 1977 para instalarse en París.
Alissa Walser
recrea con frescura la citada atmósfera del siglo XVIII. Además, realiza
jugosos e irónicos comentarios acerca del pensamiento de Mesmer: “el hombre
despierta para comer y beber y así poder dormir sin morirse de hambre. El ser
humano despierta para dormir”. Más allá de sus intenciones, en su propia
clínica los pacientes entraban en trances similares a la posesión satánica.
Sufrían también de alucinaciones, crisis nerviosas y convulsiones.
La prosa de
Alissa Walser es cortante, filosa, de
párrafos brevísimos, y a la vez frenética, exultante, como escrita
compulsivamente. Narra en tercera persona pero parece indicar en forma oblicua que
son monólogos de los personajes. En el
caso de Mesmer da cuenta de que se comportaba como un exaltado
megalómano que discurría sin interrupción. En María Teresa brotaban a
borbotones las palabras que transmitían sus sensaciones. Hasta la mitad el libro
es moroso, pero a partir del capítulo
once su ritmo se acelera.
Por esta primera
novela, Alissa Walser (cuentista, traductora y dramaturga) obtuvo el Premio
Literario Spycher de Leuk.
Excelente la
traducción de Claudia Baricco.
Germán Cáceres *
* Germán Cáceres, escritor, ensayista, dramaturgo, periodista.
Adriana
Hidalgo, Buenos Aires, 2011- (300 páginas)
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