"EL CONVENTILLO"
DE ELISA SINGER
DE ELISA SINGER
PRESENTACIÓN DE LA MESA LITERARIA A CARGO DE LA LIC. ESTER SPINER
Hoy nos reunimos para presentar el primer libro de
narrativa de Elisa Singer: El conventillo.
En primer lugar, nos
referiremos a la autora. Tuve el placer de conocerla hace unos pocos meses
cuando me convocó para meterme en “la cocina de la escritura”. El libro ya
estaba casi terminado. Elisa lo escribió a lo largo de estos últimos años,
Gabriela Moka, su nieta, se ocupó de la primera edición. Entonces apareció la
necesidad de revisar algunos textos y buscar una editorial. Trabajé con Elisa
para que alguna de sus ideas llegaran aún con más claridad a los lectores.
Luego, el director de la editorial Acervo Cultural, Ricardo Feierstein, leyó el
texto y se entusiasmó con la propuesta. No pasó mucho tiempo hasta que el libro
fue publicado con una muy buena edición, con la colaboración de Lautaro Cucuza
como ilustrador y Rubén Longas como diseñador y corrector. El libro incluye,
además, valiosas imágenes: fotografías, planos, gráficos e incluso cartas
manuscritas.
Ya tenemos el libro en nuestras manos. No fue fácil para
Elisa elegir los momentos más significativos de su vida, Es evidente que
estamos ante una excelente autobiografía. Podemos señalar el carácter
multifacético de esta mujer: hija, estudiante, esposa, madre, abuela,
bisabuela, docente, física médica, investigadora y militante política. Las
páginas de su libro trasuntan vida y una vida plena de experiencias, tanto
gratas como dolorosas. Pero al leer su relato se percibe la valentía, la
inteligencia y el amor por su familia y por el género humano. Del dolor y la
tristeza, la autora supo rescatar el aprendizaje y el deseo de salir adelante
enfrentando todo tipo de adversidades. Me recuerda las palabras del gran
pedagogo brasileño Paulo Freire: “Convertir las dificultades en posibilidades”,
tan acorde al modo en que Elisa Singer atravesó sus avatares, logrando alcanzar
sus objetivos profesionales y, al mismo tiempo, luchar por el bienestar de su
familia. Y allí aparece la niña, hija de inmigrantes judíos, en un conventillo
del barrio de Palermo. La pobreza y los conflictos entre sus padres no
impidieron que Elisa encontrara amistades y disfrutara de su infancia en el
conventillo. Ese lugar de inquilinato que, en la Argentina, fue quizás el
primer hogar de muchos inmigrantes a fines del siglo XIX y comienzos del XX.
En las primeras décadas del siglo XX
se producen acontecimientos históricos, como los enfrentamientos entre
potencias europeas, que echan por tierra la confianza en el progreso y el
modernismo anunciados a fines del siglo anterior. Dentro de este contexto se
producen grandes flujos migratorios intentando dejar atrás la guerra, la
pobreza y la miseria. La búsqueda de trabajo, en algunos casos, y la
posibilidad de vivir en libertad, en otros, empujan a muchas familias hacia
otras tierras. América es uno de los puntos de destino preferidos. La historia que nos
cuenta Elisa Singer empieza allá por 1930 y se extiende hasta nuestro días. El
conventillo de la calle Billinghurst 1125 se convierte en el protagonista principal de sus vivencias,
ya que marca sus comienzos. La autora lo describe en detalle: el zaguán, los
patios, sus plantas, las habitaciones, los baños, las cocinas. Espacios propios
y espacios compartidos. Una “comunidad” ligada por lazos de solidaridad y , a
la vez, de respeto por la intimidad .
Leemos en el capítulo VIII, El secundario y sus
amistades:
A Yolanda
Torrisi yo le relaté con tanto detalle y con tanto amor cómo era el conventillo
y sin inventar aparentemente nada que cuando terminé ella me dijo: “ Entonces
vos vivís en un palacio”. Me emocionó su reflexión porque recién ahí percibí
que mis sentimientos conducían a que el otro lo viera como yo lo vivía.
Uno pone un poco de creatividad en las paredes que habita
y aprende a quererlas según cómo le va entre ellas. Eso se transmite.
El texto tiene mucha frescura y espontaneidad. El
narrador en primera persona es testigo y a la vez protagonista. Aparece también
el uso del impersonal cuando reflexiona acerca de la anécdota. Y allí reside
también uno de los aciertos del libro. El relato de experiencias conduce casi
siempre a la reflexión. Es frecuente, durante la lectura de El conventillo,
que el lector sienta la necesidad de detenerse, levantar la cabeza y hurgar en
sus propios recuerdos.
Otro elemento que destacamos y que le da un toque de
humor al texto es la ironía:
La vivienda de los gatos, únicos inquilinos que no
pagaban el alquiler, estaba por encima del techo de los baños y de la cocina de
la pieza del fondo; (...)Y, más adelante, leemos: Nosotros, los chicos,
éramos muy importantes en el barrio. Cortábamos el tráfico por Billinghurst
entre Cabrera y Gorriti para jugar al vigilante y al ladrón (y vaya casualidad
era más atractivo ser ladrón que vigilante), (...)
Con respecto a la temporalidad, podemos señalar que el relato
no sigue siempre un estricto orden cronológico, puesto que avanza y retrocede
en el tiempo cuando alguna vivencia lo requiere . Además, establece conexiones
entre los hechos de su biografía y el momento histórico que está atravesando el
país en el contexto mundial:
Casi sin darme cuenta, desde muy chiquita yo fui
absorbiendo la situación política de aquel entonces. Las noches de verano, los
vecinos se sentaban a tomar fresco y compartir recuerdos de sus años mozos, y
los menores éramos testigos del relato de su pasado, mezclado con los cuentos
de terror y la ausencia de esperanzas. Desfilaban las críticas a Hipólito
Yrigoyen, a Alvear y su esposa (…), y bajando el tono, nombraban a Uriburu.
Después irrumpían contra el gobierno de Justo. Yo asociaba la Semana Trágica
con represión, muertes e incendios, y el sentimiento que expresaban era algo
así como el “Nunca más” actual. (…)
En cuanto a los personajes, la autora los retrata con
tanta fidelidad que permite imaginarlos aun antes de observar la hermosas
fotografías que acompañan el texto:
Este era el
hogar de Doña Balbina, con su elegante rodete, el cabello liso, semicanoso
recogido prolijamente para atrás; alta y delgada, erguida, de buenas formas no
prominentes, nariz recta, labios sensuales y ojos apacibles. Usaba tacos finos
y altos que resaltaban sus tobillos y piernas delgadas, bien formadas, de buen
andar, agradable y gran garbo. ¡Cómo la quise! Ella usaba ropa adecuada para su
edad -en esa época se era mayor a los cuarenta y pico- y vestía lutos que nadie
recordaba bien por quién.
Son muchos los personajes descriptos por la autora y ella
misma se ocupa en tanto narradora de señalar que son “sus personajes” . La
verosimilitud del relato no está en juego. Ficción y realidad se entrelazan en
los recuerdos. Así cuando al poeta Baudelaire le preguntaban: "¿Cómo sabes que esa leyenda es la verdadera?".
Él respondía:¡Qué me importa la realidad que se halle fuera de mí, si me ha ayudado a vivir, a sentir que soy y lo
que soy.” Del mismo modo, nos dice Elisa Singer:
No
sé cómo se conforman los recuerdos, pues en mi mente está grabado un coche de
carrera en la puerta de la cocina de ellos (Doña Balbina y sus hijos), en el
segundo patio. (…) Lo que debo reconocer
es que nunca supe si participaron en una carrera o no, pero eso es lo de menos,
son mis personajes.
Los recuerdos se presentan, algunas
veces, de manera desorganizada creando imágenes y sensaciones entremezcladas; sin embargo, la autora los ha
reunido en una historia atrayente que aborda distintas temáticas; entre ellas,
el lugar que ocupa en su vida la docencia y la militancia.
A veces es penoso tomar
conciencia de lo que significa una educación para pocos; la batalla que
librábamos era para asegurar que la transmisión de la enseñanza permitiera
incorporar a la mayor parte de alumnos. La Carrera de Ciencias Físicas estuvo
durante muchos años en manos de gente carente, (…) de un vínculo humano que
posibilitara la transmisión de conocimientos a los demás, y mucho menos la planificación de los contenidos y el lugar
de trabajo e investigación para los físicos egresados de nuestra Universidad.
Elisa va a ejercer la docencia
en forma particular en su vivienda del barrio de Devoto -en una primera etapa-
para suplir necesidades económicas, más adelante en la Universidad Tecnológica
y actualmente en Mevaterapia con el objetivo de formar y asesorar a los
profesionales en su especialidad como Física Médica: la Radioterapia. Con
respecto a la militancia, comienza en el conventillo cuando Elisa no acepta las
injusticias, cuando quiere salir de la pobreza, cuando escucha las discusiones
entre sus padres, cuando describe a a sus personajes: vecinos, familiares y
amigos con toda la crudeza de las circunstancias que les toca vivir.
Y los días de lluvia, ¿dónde se
meten los niños pobre en los días de lluvia? En la escuela los chicos somos
pocos. Por el agujero de la suela, los zapatos absorben el agua de la acera
mojada, el delantal se moja y parece arrugado, y uno parece más flaco y
chupado, (…) La pena como una llovizna también se mete en los huesos y se
absorbe por la piel, se inhala en el ambiente, se hace más temprana y uno
camina agachadito y tímido, como perro en cancha de bochas, pero la escuela es
un premio, llegar a ella y encontrar a tu maestra te enaltece.
Allí se percibe la sensación de
desamparo, pero también el deseo de participar en el entorno social y político
con el compromiso de ayudar a sus semejantes en la conquista de sus derechos. “Uno se conciencia
de que la “pertenencia” o la “identidad” no están talladas en la roca, de que
no están protegidas con garantía de por vida, de que son eminentemente
negociables y revocables. Y de que las propias decisiones de uno, los pasos que
uno da, la forma que tiene de actuar (y la determinación de mantenerse fiel a
todo ello) son factores cruciales en ambas.”, señala el sociólogo Zygmunt
Bauman.
Lic. Ester S. Spiner presentando el libro de Elisa Singer |
Finalmente, no pretendemos abarcar
en esta presentación todas las reflexiones que surgen frente a la lectura de El conventillo
de Elisa Singer, pero quisiera marcar aún dos aspectos. Por un lado, la fuerte
emoción que traspasa las páginas del libro en los relatos de Elisa- niña y
Elisa -adolescente acerca de su familia: sus padres, su hermano, el abuelo, los
tíos, los primos y luego, Elisa- mujer
cuando habla de su esposo, suegros, hijos, nietos y bisnieto; por otro lado, la
conformación de la identidad de una hija de inmigrantes polacos que traen
consigo sólo una “pequeña valijita”, el idish como lengua materna, la cultura
del esfuerzo y del trabajo y la esperanza de adaptarse y ser incluidos en una
sociedad muy alejada de sus raíces.
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