jueves, 12 de febrero de 2015

POESÍA CONGREGADA



LA  SILLA
                   A mis padres

Quién tendrá el honor de sentarse mañana
en esta silla que compraste, padre,
una tarde,
después del trabajo.
Esta silla vienesa, de madera clara y barnizada,
piadosa voluntad de árbol
que ocupaba mamá.

La miro en el rincón de las ausencias
y guarda todavía el gesto de tu mano
acercándola al lugar más luminoso de la sala.
Luego, era su voz menuda,
la simpleza del secreto, la confidencia.

Cuando quedaste solo, segado de su presencia,
la vida te pareció desnuda.
Y la silla, huérfana de peso dulce
se arrinconó en un vértice de sombra.
Ansiosa de su cuerpo,
apenas decorativa, sobrevivía.

Hoy sé, que siempre viste,
liviana y bella,
la imagen rubia, bajo la luz de la ventana.


                            
                                                             
                                                                      Buenos Aires, 2006
                                                           


                                                       

                                                          *  *  *
                  
                    CORAZÓN DE VERDÍN
Tapia desnuda de perfumes
donde el verdín ha definido
un herrumbrado corazón
de grietas desparejas.

Húmedo moho que el cemento ahoga
en apretado encaje carcelero.

Se parece mi andar por este mundo
a su rasa y gris fisonomía.

En cárcel de soledad empalada,
son mis grietas heridas de distancia
y, sobre ellas, mi corazón se oxida.











PERFUMES DEL CÁNTARO MANABAN

Aventurada y venturosa hora
atizada de fuegos salvadores
la que el vibrante shofar predecía.


Era tu espalda muralla de victoria.


Tendido a mis plantas, abierto mar
en júbilo de ondas, gravitaba
a un paso del valle prometido.


Fresco verdor en el destino errante.


Vida eterna estalló tras el destierro.
Salmos y cánticos de gloria y alabanza
al purísimo templo de las carnes. 


Tablas de la Ley, tus brazos eran.


Pleno de luz, tu acero refulgía
y delicia de mieles te brotaban
al paso de las preces del hosanna.


Tu voz, era timbal sagrado.


Arriada en divina justicia,
toda yo, predestinada,
fui pueblo bendecido.


Rocío de maná, me sació el hambre. 







DESIERTO DE LUZ EN LA ESCALERA
A ciegas, alas ateridas serpentean
el bronce que en caracol asciende.
Hierros de soledad agobian
en la penumbra.
Tantea el pie la sombra del abismo
y contra la pared, la espalda,
es un cuenco de sal.

Ayer,
cubierto de alborada
en elástico malabarismo
el arco perfecto de los pies
una convexa caricia prometía.

Ayer,
todo mi cuerpo era,
un destino de luz irreverente
que trepaba
de dos en dos, la vida.





REAPROPIACIÓN



Alejada de desamor me busco

para placer mi placer por otros rumbos.
Dejar atrás las danzas
que sobre mi almohada bailaron sonámbulas,
en un atlas de ausencia.





Aquellas sombras sobre el sofá sentadas,
deslucidas de pasiones,
invitándome al abrazo miserable.


Labios sellados, 
lapidadas bocas de besos desertados
que a perderme de mí, me destinaron.


Ánimas de ceniza,
regateos de amor que he perseguido
en espiral inútil
por el claroscuro espejo de la vida.


Asomada a la baranda de la tarde,
al fin,
–y porque la razón es trágica– 
después de naufragar
y desandarme de pasos escapados,
tendré el acierto bien dispuesto
de votar a mi favor todas las causas.


Y rescatada de mí, 
sin rastro de naufragios, de nuevo concebirme. 
EMIGRA AL SOL









Desde la roja carne del lapacho
vuelo se torna en serpentina de trigales
sobre el verdor de mi llanura pampeana.

Aleteo de zamba y valsecito
en la falda de la loma toma Oriente
emigra hacia otro sol americano
cruzando el eco de los mares fríos
con el trino del Sur en la garganta.

Brisa de píos remonta nido tibio
en el alto cardón mesopotámico
o en la rama del ciprés de cordillera.

Coral y turmalina, rosa Inca,
esmeralda y Jaspe Cebra,
abanica el oro de sus alas.

Abierto en hebras, canto de araucana
rocío parpadea sobre el laurel criollo,
ñandubay de selva misionera,
perfumado naranjal que orilla el Delta,
cuando camino elije hacia la tierra
donde levitan de gozo las Nereidas. 

Dentro del pecho de argento campanario
ondas le crecen de océano caliente
bajo los cielos de americano rumbo.

Bello pájaro que arpegia en su garganta
erke, charango de la Puna, quena,
trompa, pilagá, timbal mapuche,
y el hechizo de mi patria indiana. 





"POESÍA GONGREGADA"
          de M.R.-C.

Publicado por Editorial Dunken 
Ayacucho 357 - CABA

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