Por Marita Rodríguez-Cazaux
Al leer cartas de amor que intercambiaron
grandes mujeres y grandes hombres, se llega a la convicción de que el
sentimiento es tan idéntico, tan implícito en todos, que podríamos nosotros
también , alejados de esa cumbre de talento , transitar los mismos afanes y
atrevernos a poner en renglones que nada tienen que ver con computadora s y
celulares , aquellas palabras llanas y sentidas, que desnudan momentos
amorosos.
De eso se trata, ir a la llaneza del papel y, con mano alzada, rubricar lo
que nos circula por los laberintos, algunos tan recelados, que apenas tanteamos.
A esta invitación, va dirigida la carta que comparto, extraída de un cofre
familiar, con la esperanza de que emulemos la actitud de quien la escribe tan
bellamente, y obsequiemos, en las Fiestas que se acercan, el regalo más digno de ser depositado al pie del
árbol de Navidad.
Buenos Aires, 28 de noviembre de 1922
José mío:
Falta casi un mes para las Navidades, y
las cartas tardan días en llegar, por eso te escribo como si lo fuera, al
pensar que la presente estará en tus manos para esas Pascuas.
Hace calor por aquí, mira qué distinto, de
todas maneras me parece que cae la llovizna en el monte y que el viento aúlla.
Dos niños de la escuela me trajeron un
libro, María, de Jorge Isaac, y como me gustó mucho te lo mando también en el
paquete con la ropa. Pepe, no lo pierdas, habla de amores. Cuando lo leas has de imaginar que soy yo misma quien
te habla.
Todos te mandan algo, hasta Jacinto que
ahora escapa porque lo persiguen, te dejó un
cinturón de él, hay que arreglarle la hebilla que está doblada. Yo pensé
que era mejor mandarte este libro, porque un libro, es mucho más que ningún
otro regalo.
Pepito, le hice una cruz a las declaraciones de amor
que Efraín dice a María. Cómo quisiera que me dijeras también estas palabras
José, cuando nos veamos… que será pronto,
porque de este año no ha de pasar, ¿verdad? Es triste estar separados,
para mí resulta más fácil en este país tan grande, pero no es igual allí. Muchas
veces me quedo pensando en eso y me da por llorar.
Te cuesta escribir José, eres un tonto en
eso, y tu novia se enfada porque no recibe las cartas que quisiera. Te perdono
si me contestas la presente, porque en ella te mando cariños.
José, no me engañes, mira que me entero y
entonces no te perdono, por más que lo pidas mil veces. Lee el libro, déjate de
dar vueltas y ponte a leer que es bueno y más cuando estamos separados, y acuérdate de que te digo eso
mismo que lees, a ver si te emocionas tal como yo.
Dale respetos a… (Sigue la carta con asuntos familiares)
Áurea.
* La carta ha sido
traducida al castellano y algunos
párrafos se han evitado. La familia de José y Áurea, acepta la traducción del
gallego y permite su publicación en todo medio gráfico.
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jueves, 4 de diciembre de 2014
PUBLICADO POR EDITORIAL DUNKEN
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