viernes, 12 de junio de 2015

DÍA DEL ESCRITOR



Entre tantos conflictos y contradicciones, existe un territorio llamado libro en donde el placer, los sueños, la memoria y las ideas conviven y confrontan a través de la palabra. En sus páginas se mezclan la sensualidad, las pasiones, la intriga, las imágenes y las ideas a través del lenguaje, vehículo integrador que nos permite hacer clic cuando queremos sin que la pantalla oscurezca nuestra imaginación”.
                                                                                               Manuela Fingueret.








PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

                                  Julio Cortázar


Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amàs
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caìda la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazòn
habìa que tirarlos
habìa que llorarlos
habìa que inventarlos otra vez.







                                          TODO EL DOLOR DERRAMADO

                                                                                             Norah Lange



Todo el dolor derramado
sobre el paisaje.
La tarde transparente
como un agua
se ha mirado en tus ojos.
Lejos
la noche arrodillada
trenza tinieblas
ante su espejo.
Mi corazón es un plenilunio de tristeza.




EL POEMA Y SU LECTOR


Si me preguntan para quién escribo, me preguntan por el destinatario de mis poemas. La pregunta garantiza, tácitamente, la existencia del personaje.

De modo que somos tres: yo; el poema; el destinatario. Este triángulo en acusativo precisa un pequeño examen.

Cuando termino un poema, no lo he terminado. En verdad lo abandono, y el poema ya no es mío o, mas exactamente, el poema existe apenas.

A partir de ese momento el triángulo ideal depende del destinador o lector. Únicamente el lector puede terminar el poema inacabado, rescatar sus múltiples sentidos, agregarle otros nuevos. Terminar equivale aquí a dar vida nuevamente, a re – crear.


Alejandra Pizarnik. Obras completas, Corregidor. Bs. As. 1994





Haroldo Conti (1925-1976)



MI HERMANO HAROLDO


                                                                     Por Eduardo Galeano



[Revista Crisis Nº 38, Buenos Aires y diario Excelsior, Mexico, junio de 1976], 

Escuchamos el ruido del motor creciendo desde lejos. Estábamos en el muelle, de pie, esperando. Haroldo balanceaba el farol con un brazo; con el otro envolvía a Marta, que temblaba de frío.
El faro buscahuellas atravesó la neblina y nos encontró.
Saltamos a la lancha.
Por un instante alcancé a ver el bote destartalado, bien tirante de la cuerda; en seguida se lo tragó la neblina. En ese bote yo remaba, todas las tardes, hasta la isla del almacén.
La neblina brotaba del río oscuro, como un hervor.
Hacía mucho frío en la lancha. Los pasajeros cuchicheaban. El frío golpeaba más porque se estaba acabando la noche. La Cruz del Sur descendía lentamente tras las negras siluetas de los álamos.
Remontamos un arroyo angosto, luego otro más ancho, y desembocamos en el río. Al mismo tiempo irrumpió en el aire la primera claridad del día.
La vaga luz iba desnudando las casitas de madera medio comidas por las crecientes, una iglesia blanca, las hileras de álamos, los sauces llorones. Poquito a poco se iluminaban los penachos de las casuarinas.
Me alcé en la popa. Se sentía un olor a limpio. La brisa fresca me daba en la cara. Me entretuve mirando el tajo de espuma que perseguía a la lancha y el brillo creciente de las ondas del río. Por el aire iba subiendo un calor lento.
Haroldo se había parado a mi lado. Me hizo volverme y lo ví, un enorme sol de cobre estaba invadiendo la boca del río.
Haroldo conoce como pocos este mundo del delta. Sabe cuáles son los buenos lugares para pescar y cuáles los atajos y los rincones ignorados de las islas; conoce el pulso de las mareas y las vidas de cada pescador y cada bote, los secretos de la comarca y de la gente. Sabe andar por el delta como sabe viajar, cuando escribe, por los túneles del tiempo. Vagabundea por los arroyos o anda días y noches por el río abierto, a la ventura, buscando aquel navío fantasma en que navegó allá en la infancia o en los sueños; y mientras persigue lo que perdió va escuchando voces y contando historias a los hombres que se le parecen.
Triste, solo y manso, Haroldo vive al ritmo del río, que corre sin apuro. Cuando llega la violencia, le sube de a poco, como crece suavemente el agua, pero que se cuiden los hijos de puta: la corriente alzada arranca árboles y casas: lo he visto embestir y le conozco las furias.
¿Cuántos naufragios sufrió mi hermano Haroldo, además de aquel que le rompió el barco contra las costas del Brasil? ¿Cuántas veces creyó descubrir, en la bruma, la perdida nave azul? ¿Cuántas veces se reventó contra las rocas? ¿Para qué escribe mi hermano Haroldo si no es para salvarse y salvar lo que merece ser salvado?.
Los pescadores van y vienen por el Paraná. ¿Qué aventuras prometen o devuelven, hermano Haroldo, el río barroso y la alta mar? ¿Encontrarás lo que venís persiguiendo, un mediodía cualquiera, en el centro de las aguas o del cielo? ¿O has descubierto ya que tu navío imposible viaja por los caminos del jodido mundo? ¿Es dura la travesía hermano? ¿Andar duele? Al final del recorrido no está la eternidad sino nosotros. No te detengas. No te vayas a caer, que te andamos precisando.
El río se vuelca en la gran vertiente y moja y abraza las islas solitarias. Así nos dan tus palabras agua y calorcito.
¿Está muerto? Quién sabe. Hoy hace una semana que lo arrancaron de su casa. Le vendaron los ojos y los golpearon y se lo llevaron. Tenían armas con silenciadores. Dejaron la casa vacía. Robaron todo, hasta las frazadas. Los diarios no publicaron una línea. Las radios no dijeron una palabra. El diario de hoy trae la lista completa de las victimas del terremoto de Udine, en Italia.
Hoy Marta me estrujó llorando, y me dijo: "Dame fuerzas". Ella estaba en la casa cuando ocurrió. También a ella le habían vendado los ojos. La dejaron despedirse y se quedó con un gusto a sangre en los labios.
Hoy hace una semana que se lo llevaron y yo ya no tengo cómo decirle que lo quiero y que nunca se lo dije por la vergüenza o la pereza que me daba.

Buenos Aires, 12 de mayo de 1976

[De "Haroldo Conti, Biografía de un cazador", de N. Restivo y C. Sánchez, TEA. 1999]


A modo de homenaje, la fecha que marca la desaparición de Haroldo Conti ha sido elegida para conmemorar, cada año, el Día del Escritor Bonaerense.




ARTE POÉTICA

                            Juan Gelman



Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.




CASTELAO






Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao (Rianxo, A Coruña, Galicia 1886 – Buenos Aires, Argentina, 1950) Doctor en Medicina, político, escritor, pintor, escultor, dramaturgo, periodista, ensayista gallego fallecido en el exilio.



1 comentario:

  1. ¡Feliz día, altísima escritora! Te admiro profundamente. A ti, todo mi respeto y cariño. ¡Gracias por escribir! (Laura)

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