lunes, 7 de abril de 2014

ENTRE LAS TAPAS DE UN LIBRO

                               
El sábado 5 de abril fue presentada en el salón de Editorial Dunken la compilación de obras que conforman "Letras del Face 5", poemas y cuentos que seleccionó el escritor argentino Ricardo Tejerina.

El evento que contó con el profesionalismo de Sabrina Vega y de los colaboradores de la Editorial, tuvo la calidez que es marca de orillo en los encuentros literarios propuestos por Dunken. 
En ese clima, volví a participar en mesa de bienvenida a los autores noveles y a disfrutar del carisma de Ricardo Tejerina, en un magnificente intercambio de valores entre el orador y el público presente. 
Sin embargo, hubo un anterior contacto entre ambos, el primer peldaño por el que sube la impecable retórica de Tejerina en el Prólogo que el escritor entrega al libro. Uso este verbo, remontando al significado de "el dar" y de la manera más íntegra.

Ya en su introito, Tejerina tiene palabras fulgurosas para quien escribe este artículo, abriendo un abanico de generosidad al describir como "jornada fantásticamente luminosa" la primera edición de Letras del Face, proyecto literario por Internet que inauguró Dunken, tirada inicial que tuve el honor de compilar y prologar, cuya premiación desbordó la sala Victoria Ocampo en la Feria Internacional del Libro en la Ciudad de Buenos Aires en abril del año 2013.

Ricardo Tejerina, quien me acompañó en la mesa de dicha presentación, reflexiona en este prólogo presente sobre la trayectoria de la existencia, "la vida se abre paso a como dé lugar" y pone sobre el tapete con esta enunciación la prepotencia del vivir de la que habla María Zambrano. Quizá, el empuje que abre paso a las libertades para darle aire -y aquí acentúo actitud y vocablo-, "a cómo dé lugar" la vida.
Tiene Tejerina buen oriente tentando a transitar verbos que se habrán de capear con garbo; al fin, eso será escribir y de la mejor manera que talle el sentimiento.

Hasta aquí, clara imagen: vida y escritura; pero, por si fuera poco, el Autor del prólogo suma osadía mayor: incita a un triángulo amoroso al acercar la "presencia" del libro. Bien hallada imagen física, tangible, porque hasta el menor y más delgado libro, deja sombra.
Me detengo en este punto para destacar el temple que Tejerina quiere imponer al testimonio presencial del libro, no ya como objeto de identidad -que también lo es-, sino como donoso símbolo que habrá de contener lo sempiterno, la infinitud. Ese cosmos que abarca la incógnita humana, luces y sombras (y medias luces y medias sombras) de tal magnitud que se olvidarán nombres propios para no olvidar palabras. Verdad sin refute aquella frase dedicada a Guillén: "oí decir a la gente que no los ha escrito nadie".
Tendríamos pues, vida, escritura y libro. En ese orden, o en el orden que cada mortal prefiera, y como o cómo, den lugar a llegar. 

Significativo si se piensa en profundidad la referencia de Tejerina a "autores pretéritos". 
Evidentemente, en el deambular que tiene todo lo celeste -vida, palabra y libro incluidos-, sin mandamiento a cumplir ni frontera para la imaginación, todo lo que lleve a renovar, reciclar, dinamizar, entroniza cupo válido y permite la "democratización de la cultura". Es el "todos culturamos" del antropólogo tucumano Ricardo Santillán Güemes, que abarca pretéritos y futuros.

Nadie ignora que cuando el prólogo se escribe sobre la propia obra, se tiene la oportunidad del cara a cara con el Amigo Lector. Cuando el preámbulo se extiende sobre obra que no nos pertenece, hay que espejar la sensibilidad de su hacedor y abarcar la expectativa del receptor.
Acercar el cuerpo al otro cuerpo, percibir el silencio y el acento del otro, dejar de estar en uno mismo para respirar la atmósfera que sofoca, apasiona, conmociona a quien se desnuda y se descarna para tender ese velamen a la intemperie. Nada fácil, y mucho menos cuando las obras reúnen distintos géneros y distintos estilos. Trabajo, y del escarpado, para el compilador pues deberá transitar infinitos paisajes, algunos enfrentados.

Se diría que para esto, hay que concebir el prólogo desde la grandeza del espíritu. Y hacia esa virtud de puerto pródigo dirige el cierre Ricardo al dar la mejor noticia que pueda recibir un escritor, un poeta, un artista: "lo que hasta aquí ha llegado, por siempre vivirá".
¿Qué mayor buena nueva puede anhelarse?
¿Qué más esperar que trascender haciéndolo desde una obra de íntima orfebrería?

Este requiebro que Tejerina hace a los autores de Letras del Face 5, no es galeato, téngase claro, porque la intención del escritor no es defender ni obra ni obreros, y menos aún, conociendo la esencia ética de Ricardo, debe interpretarse como atento panegírico. 
Es -y sépanlo los numerosos autores que componen esta antología-, un peregrinar por recodos, abismos y llanuras a través de sus composiciones sin "cortar camino" (recurso que se tiene a mano cuando el oficio es de años...). Muy por el contrario, "fue ardua y minuciosa selección" y yo agregaría, iluminada y selectiva porque  mantiene altura literaria sin mella, principio elemental en compilaciones de mérito.

Volviendo al "por siempre vivirá", ¿no es acaso ese sentimiento el que desnuda el lado más frágil, el más intenso, el más real?
Fernando Pessoa, que de fragilidades supo, poetiza que escribiendo se desnuda la nobleza, finalmente, esa es la parte que exponemos de nosotros mismos. Pues, a ese territorio acudió la mirada de Ricardo Tejerina. 
Al ir y venir en sobrevuelo bajo, por esos campos que se desmalezan y se aran y se siembran. Por ese huerto excarcelado que late entre renglones.
Mundo real y mágico, encerrado en un puño o estallado de universos, que aguarda habitar entre las tapas de un libro. 
Ese mundo, que Tejerina supo decir. Y decir, de la mejor manera.

                                                                                                              M.R.-C.
Buenos Aires, abril, 2014


Marita Rodríguez-Cazaux y Ricardo Tejerina
Salón Editorial Dunken


Publicado por Editorial Dunken
Foto: Gentileza del escritor Ricardo Tejerina


                                                                     * * *

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