jueves, 23 de marzo de 2017

JUAN GELMAN, Por Osvaldo Victor Fernádez




ANTOLOGÍA DEL LECTOR CÓMPLICE TOMO II


           “Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando ahora al lado de mi perro. ¿Qué dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde el ave del ser se balancea ante la noche?” 
                                                                                                                 J. G.

Afirma un artículo del periódico bonaerense “Diario de la Poesía”, en su publicación de primavera de 1992, que “Desde Violín y otras cuestiones” (1956) pasando por “Gotán”, “Cólera buey”, “Fábulas”, “Relaciones”, “Si dulcemente”, “Com/posiciones”, “Citas y Comentarios”, “Cartas a mi madre” y “Anunciaciones” -por citar apenas algunos de sus títulos más importantes-, hasta los actuales sonetos, los poemas de Juan Gelman no cesan de sorprender a sus lectores”.
Sin duda, este sentimiento enigmático y hondo, es el que pulsa al momento de desentrañar la poética del escritor argentino.
No puede despegarse a Gelman-hombre del Gelman-poeta, es decir, no pueden transitarse sus cauces literarios prescindiendo de la esencia humana y social que lo destaca. El cosmos de Gelman, contiene su creación y su interiorismo en una equilibrada coherencia, desde luego, pasando por su apasionamiento.
Pasión de la que se desprende cierta añoranza de sensible mirada al confesar, Mi infancia está muy lejos, en el barrio de Villa Crespo, en Buenos Aires. Nací ahí porque en un momento tan delicado como un alumbramiento quise acompañar a mi madre. Corresponde a un caballero estar con una mujer querida en una zona difícil como el parto.
Y, más tarde, la descripción de un hogar donde la libertad era principal eje: De niño recuerdo todo lo que se hizo en favor de los republicanos durante la guerra española. Las pintadas en el barrio y nosotros los pibes, juntando el papel plateado de los chocolates porque se creía que con eso se fundía el plomo para las balas de los republicanos; pero también el problema de la guerra mundial que en mi casa se vivía con intensidad y todo lo que ocurrió después: el golpe de estado del 43, el advenimiento del peronismo, el golpe del 55. Es decir que había todo un clima, un contexto de efervescencia social muy grande en todos esos años que sin duda impregnó nuestra actitud practicante; párrafo que identifica una infancia y adolescencia, donde fragua la imprescindible posesión de libertad y justicia, dos atributos que supo poner a disposición de ideales y que acercaría con el paso del tiempo, el intenso dolor que surge en su poética.
No recuerdo cuál fue el primer poema que escribí, pero si cuál fue el primero que publiqué. Vivíamos en Canning y Vera, y desde muy chico, desde los ocho años o tal vez antes, leía mucha poesía. La poesía era como una hipnosis; me atraían los sonidos por un lado, y por el otro el sonido de algunas palabras incomprensibles… Boris leía mucho. Fui saqueándole a mansalva la biblioteca.
Los niños de su tiempo, recurrían al cine y a las historietas para penetrar el mundo de la aventura, y en él recrear una vida de mayor vuelo, héroes y antihéroes que despertaban en los chicos, poemas amorosos o para hacer referencia a sus propias palabras “de amor”: Tenía once años, yo leía la revista “Rojo y Negro” cada vez que caía en mis manos porque tenía unos cuentos de aventuras buenísimos. En cada número traía una sección de filatelia y otra de espontáneos. Muchas veces traté de sobornarlos mandándoles cincuenta, sesenta estampillas pero me rechazaban el poema. Hasta que una vez por fin, me publicaron. Era, por supuesto, un poema de amor.
Un escenario amoroso que lo lleva a los bailes de barrio, a las milongas, desde los quince años. Así, como Borges decía que el tango es una forma de caminar, Gelman lo veía como forma de conversar. La milonga, aseveraba, es un diálogo bailable.
Inclinado a romper con la poética en boga, a decir lo justo y de la manera más realista -aseguraba que escribía poesía de puro holgazán, por la ventaja de la brevedad de los versos -, su interés intelectual iba acorde a su ética socio comunitaria, y junto a otros jóvenes poetas como José Luis Mangieri, Juan Hierba (Nemirosky), Carlos Somigliana, Navalesi, Harispe, Mezzera, Mase, Héctor Negro, Julio C. Silvain, Juana Bignozzi, Hugo Ditaranto.
El grupo, que destacaba una posición radical en la poesía como actitud libre, se concentraba bajo el nombre de “El Pan Duro”, y funcionaba como una cooperativa con el fin de la publicación de autor, mediante bonos. Proponían una poesía vinculada con la acción social y política, el lenguaje coloquial y los temas urbanos del paisaje popular.
El primer libro editado de Gelman, “Violín y otras cuestiones”, fue prologado por el notable poeta y periodista Raúl González Tuñón. Ambos se habían conocido en un recital dado en el teatro La Máscara, también organizado por el grupo. De él, confiesa el propio Gelman haber aprendido la finura.
Finura que no le no impidió, sin protocolo, retirarse del PC -A mí me echan del PC por haberme ido antes-, en 1964 cuando cumplimentaba funciones como corresponsal de la agencia China en París.
Atento a los movimientos de revolución e igualdad, luego de producida la muerte del Che Guevara, la derrota en Bolivia, decidió incorporarse a las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias).
Creía en una revolución ineludible en el país: Una revolución no sé si posible, pero indudablemente necesaria. Una revolución que en 1973 me parecía al alcance de la mano.
No es mi intención profundizar en los aspectos políticos de este escritor/revolucionario/ idealista, sino ver algunos aspectos interesantes de su poesía.
Gelman sostenía que la poesía no tenía aspectos prohibidos, aunque él no escribiría nunca un poema a Hitler, ni siquiera para insultarlo. Sobre el oficio de poetizar hay una clara confesión donde se percibe la sencillez en su contacto con la inspiración: Claro que escribir poesía no es una mera cuestión de voluntad, cuando me toca me toca, y no hay vuelta. Hubo un momento en Paris en que me tocaba todas las noches.
Sobre su obra en el exilio, baste este fragmento: A mí me decía Marechal que cuando él se iba del país no podía escribir, pues necesitaba estar entre su gente, oírlos hablar, para poder seguir escribiendo. En mi caso personal eso es una razón que influye, y más en la poesía, que la materia prima es la palabra. Sin embargo he podido advertir una característica de la poca literatura que conozco escrita en el exilio: no es una literatura de derrota ni de autocompasión, donde predomina el sentimiento alguno de la diáspora. Los que predominan son otros criterios, la sensación de que estamos de paso.
Después de la dictadura militar en 1976, retorna a la Argentina en junio de 1988 en época democrática, cuando la justicia deja sin efecto la orden de captura, aunque decide radicarse en México. Denominado “expresionista del dolor”, recibe el Premio Miguel Cervantes en 2007.
Juan Gelman, es considerado como uno de los más importantes creadores latinoamericanos de nuestra época y su lírica es el resultado de un inquietante camino por la vida.
Los temas que fueron apareciendo a través del tiempo, sin duda han sido una marca a fuego en la piel y el interior del autor -la vida y la muerte, el dolor y el amor, el desgarro y la derrota, el exilio- , reflejados en voz sencilla y despojada de toda grandilocuencia en su obra, convirtiéndola en una marca personal, una voz propia.
Para finalizar algunos poemas inéditos, los cuales tal vez tenían algún destino próximo a ese 14 de enero de 2014, en el que fallece en México a los 83 años de edad.

EL ANIMAL

Cohabito con un oscuro animal
lo que hago de día, de noche me lo come.
Lo que hago de noche, de día me lo come
Lo único que no me come es la memoria.
Se encarniza en palpar
hasta el más chico de mis errores y miedos.
No lo dejo dormir.
Soy su oscuro animal.

INTERRUPCIONES

La lengua del dolido jadea de amores indecibles, apenas entrevistos,
como fuegos que le asechan la boca y ningún daño apaga y arden en
lo que será.

EL AVE

¿Qué soy sino mi estado de desertar, ave dura del siendo, vacío que no puedo agotar?

                                                                         ***

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