En un verano
hablamos una tarde
de la rosa y el mar y la llovizna.
Y del perfume traicionero de la espina.
de la rosa y el mar y la llovizna.
Y del perfume traicionero de la espina.
Hablamos de nosotros y tenía
total y clara coincidencia la palabra.
No hubo báscula más justa en mi existencia
que aquella que pesó nuestra certeza
de saber lo que sentía
- exacto, exacto-
el corazón que apenas se asomaba
al inexacto encuentro con la vida.
Hoy sé que ni siquiera
era el mismo paisaje el que mirábamos
aquella misma tarde de verano.
Ni el mismo mar, ni la misma lluvia.
Ni la rosa era la misma.
total y clara coincidencia la palabra.
No hubo báscula más justa en mi existencia
que aquella que pesó nuestra certeza
de saber lo que sentía
- exacto, exacto-
el corazón que apenas se asomaba
al inexacto encuentro con la vida.
Hoy sé que ni siquiera
era el mismo paisaje el que mirábamos
aquella misma tarde de verano.
Ni el mismo mar, ni la misma lluvia.
Ni la rosa era la misma.
Ni la herida.
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