lunes, 9 de diciembre de 2013

El chileno SEBASTIÁN ALLENDE acaba de publicar su libro  ENTRE ZAPATOS, LIBROS Y SERRUCHOS - Anarquismo y Anarcosindicalismo en Chile (1920-1955), cuyo Prólogo es del literato argentino CARLOS PENELAS y se reproduce a continuación.



                                                            Anarquista es el observador que ve lo que ve
                                                                         y no lo que es costumbre que se vea.
                                                                                                               Paul Valéry


En nuestro tiempo todo ha cambiado. Aquello que entendíamos por cultura – en su sentido más amplio – se ha esfumado. La noción de cultura se volvió fantasmal, mezcla de frivolidad política, banalización del arte, propensión al entretenimiento. La cultura fue una forma de la conciencia que nos acercaba a la realidad, a comprender o intentar comprender el ser, nuestra sociedad, nuestro estar en el mundo. Hoy parece que fuera un mecanismo de diversión cuando no de chabacanería y dejadez. Casi no hay polémicas ni debate público. La pesadilla orwelliana está entre nosotros. Aquellos hombres que soñaron la libertad y la justicia, los ateneos obreros, el anarco sindicalismo, las colonias ácratas a la usanza de los cristianos primitivos, inspirados por León Tolstoy, ya no existen. El mundo es otro; la sociedad, el sentir es otro. Curiosamente en estos tiempos en los cuales vivimos una época plena en descubrimientos científicos, hallazgos tecnológicos y mejor preparada para derrotar enfermedades, pobreza e incultura. Esta adulteración de lo cultural, esta metamorfosis – que incluye daños irreparables en la naturaleza y en la ecología – son datos que debemos tomar en cuenta.
El libro que escribió Sebastián Allende nos atrajo desde su primera lectura. Su título es insinuante, es atractivo, es necesario: Entre zapatos, libros y serruchos. Y como subtítulo: Anarquismo y Anarcosindicalismo en Chile (1920-1955). Un ensayo escrito con claridad, con lenguaje preciso, con ideas que conforman una visión amplia del pensamiento libertario. Y sobre todo con información que es fundamental para las nuevas generaciones que poco o nada conocen de este movimiento humanista.
George Steiner nos dice en Extraterritorial (1971) que “las tecnocracias populistas y de masas se caracterizan por el semialfabetismo. Por una habilidad elemental para leer textos sencillos y la incapacidad consiguiente de profundizar en la sintaxis…” Más adelante nos explica: “El “fracaso de la palabra” es un tema esencial en la literatura moderna, desde Lichtenberg y Kafka hasta Paul Celan y Beckett. Darse cuenta de este complejo y amplio fenómeno debería ser un lugar común.” El traer estas palabras nos ayudarán a comprender con total objetividad el tema que Sebastián Allende nos acerca. No es sólo el movimiento social, el pensamiento anarquista en Chile, sus conflictos, su sentido. Es ver eso desde una perspectiva mayor.
El autor analiza situaciones sociales, nos presenta ciertos estímulos de una nueva enseñanza de principios del siglo XX, una relación entre cultura y parámetros históricos. Pero lo hace con inteligencia, evocando la teoría social y el estudio, la renovación radical de la imagen del hombre y su relación constitutiva con un universo. Eso lo sugiere, requiere del lector una formación en la cual acceda a un ideal sin caer en la trivialidad. Y nos enseña, además, que no hay dogmatismo. Parecería decirnos que la libertad, la imaginación y la cultura se incorporan a la vida sin formas especulativas.
Veremos desfilar en estas páginas un rigor intelectual sin poner en peligro la coherencia, desfilar paradojas flagrantes de la historia, no sólo de la historia del movimiento obrero y social de Chile, sino los devaneos y alardes de una sociedad de inconstancia y frivolidad, oscilando siempre entre el escándalo y el fraude. Es por eso que aparece el pensamiento ético si observamos lo que nos ofrece este ensayo maduro y reflexivo.
Al evocar nombres como Octavio Paz, Clotario Blest, Albert Camus o Manuel Rojas nos está induciendo a una apertura mental, a una línea estética y ética que nos lleva a visualizar espacios brumosos, apelmazados con olores y ademanes. Sabemos, por otra parte, que el testimonio de la novela chilena, ya sea por influencia del naturalismo hacia el 1900 o de las tendencias criollistas de la década del 20 (esto lo analizó hace décadas David Viñas), insiste en la demostración de la fachada y del revés de la trama. Ejemplos: El roto de Joaquín Edwards Bello, La viuda del conventillo de Alberto Romero, Hijona, La fábrica y Camarada de Carlos Sepúlveda Leyton y finalmente La sangre y la esperanza de Nicomedes Guzmán.
Estos son algunos de los títulos que se especializan, por darle un nombre, en “la ciudad oculta”. En esta zona de literatura exasperada, de recursos donde el biologismo se incorpora en algunas tendencias literarias, podemos agregar el moralismo de mirada zoliana de “la ciudad sumergida”. Hablamos de Hijo de ladrón de Manuel Rojas.
No podemos dejar de citar la intensa actividad sindical y de base que específicamente desarrolló el anarquismo en Chile sobre todo la influencia tolstoiana. Ejemplo de esto lo podemos sintetizar en la obra de Fernando Santiván, Memorias de un tostoiano (1955).
Sebastián Allende nos genera desde el comienzo una relectura, un trayecto en espiral que regresa sobre tópicos. Nuevas lecturas y diversas experiencias para la comprensión profunda. A modo de ejemplo:
Rudolf Rocker en su obra “Nacionalismo y Cultura”, o Camilo Berneri en “El culto al obrero”, cuestionando el dogmatismo teórico presente en los trabajos del marxismo“clásico”, con el corolario de la “falsa conciencia”, sentaron un precedente-no único por supuesto- a las posteriores interpretaciones de un Edward Thompson o Eric Hobswam en torno a la relación entre clase social y acción política. De igual manera, la concepción de Gustav Landauer sobre el poder, obviada incluso por los propios ácratas, pareciera ser corroborada mucho tiempo después en las obras de Michel Foucault, específicamente en “Microfísica del poder”.
Debemos reflexionar: el mundo moderno nos presenta personajes carismáticos que no son, desde luego, del todo lo espontáneo. Y sus dotes, no son por lo general innatas. En su divulgación –políticos, intelectuales, creadores– hay mucho de artificio, métodos de coerción psicológica, asesores de imagen, estilistas y maquilladores. No es un tema menor y me interesa la comparación del siguiente texto con lo que acabo de señalar.
Ahora bien, los anarquistas chilenos y extranjeros reivindicaron, al menos en un aspecto discursivo, el rol de la mujer tanto en la lucha social, como en la “sociedad libre”. Tómese como ejemplo, el sinnúmero de artículos firmados por mujeres en la prensa ácrata extranjera y nacional. Aunque debemos ser cuidadosos ante ese aserto, pues los hombres podían firmar como mujeres para despistar a la policía. Y si bien esto no podemos perderlo de vista, los escritos de Luisa Michel, Teresa Claramunt, Juana Rouco, María Luisa Capetillo, Virginia Bolten, Emma Goldman, van a testimoniar la presencia de la mujer en las corrientes libertarias.
Otro tema fundamental es la diferenciación con el marxismo. Desde la difusión masiva de la imagen del ídolo, la iconografía como medio de propaganda –data desde la antigüedad clásica, Alejandro fue el primero que difundió su rostro en medallas y monedas– los emperadores romanos, agregaron las estatuas y, a partir del Renacimiento, la pintura adornó el retrato con decorados fastuosos y puestas en escena. Nos dice Sebastián Allende: desde le teoría, el pensamiento anarquista rechazó el carácter monolítico del ideario marxista clásico en torno a la revolución socialista.
También hace referencia a la parte cultural del movimiento anarquista, enlazado siempre con los movimientos de acción, las huelgas y las reivindicaciones. Y estas líneas son verdaderamente significativas. Por lo general el ser humano no tiene ganas de saber qué sucede. Pero además sospecho que tengan ganas de querer. Por eso, desde el gobierno, se les fabrica una elección. Y Sebastián Allende nos recuerda una de aquellas publicaciones históricas de América. Olvidada, desplazada sin duda, pero con una constelación donde se eliminaba el tedio, la distracción y la imbecilidad.
Ahora bien, por qué hablar sobre la influencia anarquista en “Babel”, –cuyo creador Enrique Espinosa fue su alma pater– en primer lugar, porque no ha sido estudiada, y segundo, porque nos permite comprender cómo la tradición libertaria mantiene un eco creador en la literatura nacional. Así, la narrativa chilena mantendrá un núcleo socialista libertario, encabezado por Manuel Rojas, González Vera y el desconocido Laín Diez. En más, el comité asesor de “Babel” estaba formado por estos tres autores, más el escritor argentino Luís Franco, de tendencia trotskista y el Español Mauricio Amster. Como tal, literatos como Ciro Alegría, Albert Camus, Gabriela Mistral, Ernesto Montenegro, Hannah Arendt, entre otros.
Un texto claro, esencial, clásico ya, es el que escribió para siempre el tipógrafo Enrique Arenas (1894-1928): La rebeldía no es anarquismo. Un breve ejemplo de su mirada, que es la nuestra.
Debido a un desconocimiento absoluto de las teorías anarquistas, a menudo se confunde la rebeldía con el anarquismo, y las manifestaciones violentas se toman como actos engendrados por la idea misma, lo que no es exacto si sometemos estas cuestiones a un examen prolijo.
Un individuo atenta contra la vida de un rey, presidente o cualquier hombre de Estado, se le llama anarquista. Otro se rebela contra esta o aquella imposición, y también se dice que es anarquista.
Si admitiéramos esta teoría daría por resultado que la humanidad entera es anarquista, porque la rebeldía es ingénita en el ser humano, y no obstante esto, no todos son anarquistas; lo que evidencia pues, que no todos los actos de rebeldía son manifestaciones del anarquismo, ni puede decirse que la rebeldía lo constituye.
Se puede ser rebelde y no anarquista; pero no se puede ser anarquista sin ser rebelde; de aquí que, afirmemos que la rebeldía no es anarquismo.
Y estas palabras fundamentales:
La violencia no es la finalidad del anarquismo, sino actos engendrados por la represión y persecución de que son objeto los anarquistas; pero de ningún modo puede decirse que la violencia es una consecuencia engendrada por la idea misma.
Sabemos, desde siempre, que el culto a los héroes es pernicioso. Proclama el fanatismo, el dogma, el odio, la intolerancia. El estudio y análisis que realiza Sebastián Allende nos distancia de la fusión tribal, de los regímenes autoritarios. Y nos acerca a los individuos, a la conciencia de la libertad, a la responsabilidad de forjarnos nuestro destino. Nuestro propio destino. Lo otro son los aparatos políticos administrativos y policiales, el manejo de una burocracia partidaria.
Pierre-Joseph Proudhon, les recuerda a ciertos proletarios advenedizos que “los primeros que han planteado la cuestión social no fueron obreros, por cierto: fueron hombres de ciencia, filósofos, literatos, ingenieros, antiguos magistrados, representantes del pueblo…”
No debemos olvidarnos: “la real politik” es también un ideario, aunque vergonzante. La demagogia es un engendro de la emoción. Vale la pena, para finalizar, recordar a Ionesco: “…de Goering a Lenin todos los totalitarismos se hermanan…”




CARLOS PENELAS (1946), literato argentino de extensa trayectoria poética, autor de notables ensayos literarios.
Cursó estudios en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, donde siguió el profesorado en Letras, Historia del Arte y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Colaborador en diarios y revistas literarias nacionales y extranjeras, conferencista en seminarios y centros culturales de la capital y del interior de la República Argentina, ha dictado en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad de La Coruña, Cátedra de Literatura Latinoamericana.
Disertante en mesas redondas en ateneos y centros culturales en España, Chile, Uruguay, invitado a viajes culturales a Madrid, Barcelona, Londres, Edimburgo, París, Roma, Bruselas, La Habana, Montevideo, Amsterdam, Viena, Frankfurt, Praga, Budapest, Lisboa, Florencia, Venecia, Sicilia, su presencia es de importancia requerida en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Actualmente reside en Argentina.



                                                       * * *



MARGARITA

CUENTO                                                                                

                                                                                       
                                                                                                       Por Leonardo Vinci *                                                                                      
                                                                                                                                         
      Todos los días la tía Margarita se sienta en una silla en la vereda. A eso de las cinco de la tarde sale a mirar no sé qué. Siempre tiene el pelo revuelto, como si acabara de levantarse o  hubiese un viento tremendo. Sus ojos se agrandan  como ciruelas secas detrás de los vidrios  verdes de los anteojos, mientras frunce el ceño como si buscara algo. Por esos intervalos de la vida yo había prescindido de su imagen, o casi creí hacerlo; itinerarios en los que uno se aleja de fisonomías, épocas, y hasta sensaciones, creyendo que la vida misma se presenta en fragmentos inconexos. Mi madre siempre hablaba de Margarita; hasta imaginé una vez que el silencio de Margarita se pronunciaba a través de ella. Su marido se había ido con Francia, así la llamaban, la rubia de la panadería que decía tener un departamento en París; razón por la que la tía Margarita compró durante años el pan en otro lado. No he podido retener estas historias sino por escucharlas; mi realidad  no menoscababa su vida ni murmuraba entonces, pero sí retuve su idea, algo como su síntesis para mí. Yo vi fotos de ella, de su casamiento con Norberto, y de cuando, juntos, inauguraron  el almacencito a la vuelta, acontecimiento que causó alboroto entre los vecinos, y del que me acuerdo bien; Margarita era preciosa, llamativa, se la veía como muy alta, luminosa y con mirada soñadora. Caminaba por el barrio con docenas de ojos encima, así decían; pero mi mirada era comprendida por mí mismo como distinta. Por entonces yo formaba parte, casi sin querer, de un grupo de admiradores de ella; creo haber sido el más chico, tenía  catorce años. Nos comandaba Raúl, de diecisiete, la cita era los sábados de verano sobre el cuarto de herramientas del padre de Tito, a la hora de la siesta. De ahí se divisaba el patio de Margarita, y a ese patio daba la pequeña ventana de su baño. Norberto iba los sábados a comprar mercadería para el almacén; y ella, que levantaría la persiana entonces a las cinco, se duchaba antes, y cantaba. Teníamos todo calculado, Raúl lo hacía; entrábamos saludando a la madre de Tito caminando en fila y mirando el piso; después poníamos la escalera de madera, y nos acostábamos sobre las chapas calientes del techo a esperar. Nunca vimos más que un mechón de cabello negro levantado cada tanto por sus dedos entre las hendijas de los vidrios, síntesis completada por el golpeteo de la ducha y algo de vapor. Eso sí, yo cerraba los ojos y prestaba atención a su voz; su voz que venía directo a mí; ella tarareaba Gershwin, yo entonces no lo sabía, Porgy and Bess.  No fueron tantas veces, al menos para mí; no quería verla así  o imaginarla así. Sólo yo sabía lo que su rostro producía en mí, su manera, ese alboroto salido de su voz y sonrisa, y sus ojos estallando en el vértigo de mi estómago. Tantas veces, al ponerse en movimiento el engranaje véspero, hoy casi desdentado, y encenderse los faros de las ruedas de mi imaginación, he visto  su boca entreabierta venir a la mía, y casi sin saberlo entonces, escandalosa y mojada, sentirla. Era aquel beso el deseo incoercible, amor para el que no imaginé nunca la existencia de palabra  alguna que lo describiera, y es que no la hay. 
      Decían que después tuvo otro novio; y parece que el tipo la quería, pero ella se había vuelto difícil escuché, y eso que ya había pasado mucho tiempo desde la huída de Norberto. Cada tanto, que vengo al barrio, se mezclan las imágenes; y cada vez que la veo en su silla, que la busco, no puedo moverme; es como si yo mismo fuese una copia de ella. La miro a través del vidrio de la ventana, y ella está allá enfrente, sentada y quieta a pesar del frío. Pareciera no temerle a nada, y menos a la soledad, pero justamente es ese gesto el que se asemeja a una hoja temblando en el extremo de una rama. Se ve tan escalofriantemente diminuto su mundo que no se sabe si ella misma se da cuenta. Su expresión, o desierto de expresiones, baja por los brazos gordos que rellenan el saco de lana gris abotonado hasta el cuello, y se retiene a sí misma en sus manos sobre el rellano de la falda atestada de flores agobiadas. A veces parece decirle algo a Teté, la gata de doña María, que se pasea por  la vereda en una combinación fortuita de  tiempo y espacio como si cualquier cosa. Nunca supe ni pregunté por qué le decían tía, o le decíamos o decimos. Margarita desapareció de mí por un tiempo, extenso o antojadizo. Una o dos veces a la semana me ve pasar, no sé si me reconoce, si sabe quién soy. Desde la esquina le digo que voy a pasar, que soy yo; ella me pide la contraseña, y que si no, no me va a dejar; entonces yo le aviso que voy a volarle por encima lanzándole bombas o tirándole del pelo, que después de treinta baldosas bajaré en paracaídas; se ríe, y me magrea el pelo con los dedos. Margarita tiene el pelo grueso y desordenado como resortes o un garabato surrealista moviéndose con el viento, es lo único que se mueve, y que ni setecientas mariposas los dibujarían mejor. Me da electricidad pasar por al lado, pero podría mirarla horas enteras desde acá. Ella bate sus alas en una jaula, se lastima, algo así como una jaula que compartimos; como si yo fuera ese lugar tan chico para ella y a la inversa, sin salida. Tiene la cualidad de atravesarme y quedarse como esquirlas, no importa si ayer u hoy, ella está, y es acuciante su mirada volando entre las ramas de los árboles. El vidrio de la ventana está helado, las bisagras tienen ese atributo de poder hacer volver las cosas sobre sí. Mi madre busca afanosamente en la basura su anillo de casamiento; yo busco afuera la figura de Margarita mientras oigo el revuelo; miro sin saber por qué algo que me conmueve allá enfrente, algo paralizante. Parece que el jabón hizo que se deslizara el anillo del dedo cuando lavaba en la pileta, y fue a parar con las cáscaras de papa y todo lo demás a la basura; entonces el tacho culo arriba, dejándose escudriñar entre los deshechos de familia en pos de encontrar el lazo eterno. Pero ella sigue allá, sentada  a la derecha de su puerta fría; acá la estufa enrarece el aire; parece como si ella se hamacara, pero está más quieta que un ladrillo, es uno mismo, yo, el que no puede sostener la mirada.
      Según contaban, su madre había muerto de leucemia y su padre anteriormente en una guerra. Creo que vivió mucho tiempo con unos tíos,  quizás de ahí le haya venido el apodo de “tía”, digo yo. Ella tenía historias fascinantes de niñez, de barcos y mares, puertos de gente extraña; y sin embargo ahora navega en el agua podrida que corre con desgano debajo del cordón. Se me cruza que un día ella empezara a elevarse, quiero decir, que con silla y todo comenzara a subir por el aire, como si levitara; yo saldría a la calle entonces, y no le sacaría los ojos de encima hasta que fuera un punto en el cielo, como un globo que se pierde. No sé si acaso esto produjera calma en mí o en ella, o más dolor. Cuando estoy quieto igual que ella, mi cabeza se mueve rápido y engendra a su vez más quietud de la que no puedo salir. No sé si será cierto que este es el mejor de los infiernos, o el peor, depende. Margarita es un trazo sin coordenadas, un ideograma, también un paréntesis y por casualidad un centro, también el margen; es como los segundos eternos de un ahogo. Pero tal vez, puede que sea al revés; porque Margarita paraliza al mundo cuando sale a la vereda a pegarle cuatro gritos, diría que lo hace temblar, que le da pavura. Ni siquiera vacila al levantarse, le da un tirón a la silla hacia adentro, como si le dijera: “vamos, ya está”;  y entonces nosotros quedamos estupefactos, compungidos, con el corazón tan apretado y lleno de culpa. Yo siempre me quedo con esa nada de cuando algo nos traiciona. Su soledad hace un pozo, es una trinchera en la que no hay nadie. Ella es la prueba de que existe la vida después de la muerte. Nos abrazamos sin habernos tocado ni siquiera una vez, ella me agarra de la mano cuando cae, y juntos rodamos por ese vacío tan temido, y no lo sabe, yo casi tampoco, pero así sucede. Margarita me salva, me condena y también me mata, resuena. Margarita y yo nos entendemos, no sé si me reconoce, pero nos entendemos. Yo le tiro una piedrita y me corro hasta deformarla horriblemente en el bisel del vidrio de la ventana; entonces me mira, me intercepta con su miopía verde y una sonrisa antigua; le hago pito catalán y me escondo, levanto un pie, le muestro un zapato a través del vidrio moviéndolo de un lugar a otro; y entonces ella se ríe, y hace un gesto con la mano, de que ya voy a ver cuando me agarre. Pero ni ella ni yo nos hemos movido un sólo centímetro. A veces me muero por abrazarla, y pienso que así será, que el principio y el fin son como uno solo. Son esas cosas que van de la mano, como Margarita y yo, ayer hoy y siempre. Las anécdotas son chispas que sólo agrandan un poco el diámetro de los caminos circulares; ruidos en la masa más concreta de la realidad, los sentimientos, después no queda nada. Margarita ausente o presente, ella sabe, yo sé. El primer amor, quizás el único, el de dos caras, el implacable e irónico. A veces Margarita es todo lo que tengo; otras, lo único que necesito;  algunas, lo que más odio.
* Leonardo Vinci, (Argentina -1959)
Artista plástico, escultor, poeta, escritor.
Premiado en diversas disciplinas literarias, integra las antologías "Señales", "De las Provincias", "Al ras del trino".
Es autor de obra inédita.


Imagen: "Mujer sentada" de José Luis Sánchez (Albacete, 1926) 
Internet - Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid.

Se agradece  al escritor Leonardo Vinci la deferencia en permitir la publicación de su cuento en el presente blog literario.
Al Autor corresponden y pertenecen todos los derechos y atribuciones sobre la obra. 

                                                                          * * *

domingo, 8 de diciembre de 2013

SHOPPING EN DICIEMBRE




 Diciembre llegó y es hora de rescatar  las cajas que guardan adornos de mil años y sacudirle las ramas al pino, porque el 8 de diciembre está a las puertas y es buena suerte armar el arbolito. Para eso, los chicos que de orden saben poco pero arreglan con genialidad el desorden de tanto adorno kirsch.
Ahora, a pararse frente a él y a mirarlo. Las luces, las campanas, las bolitas de colores, las guirnaldas. Todo un chiche con sonsonete a cuerda.
Sin embargo, el desajuste recién empieza. Queda un pozo al pie del árbol, un campo minado que tenemos que cruzar con paso certero munidos del medio aguinaldo y los ahorritos sisados a otros gustos.
Nadie puede dejar de recibir un regalo en Nochebuena, a las 12 en punto y mientras Papá Noel transita con los remos por otros cosmos, en los que deja gratis lo que a nosotros nos cuesta un Perú.
Infancias plenas de buenos paquetazos, quedaron en recuerdo sepia. Más cerca estuvieron siempre tiempos de flacura en los bolsillos donde los regalos pertenecían a la rama de artículos de tocador, nacionales por supuesto. Y fueron aún más nefastas aquellas épocas de hipócritas vacas gordas donde los obsequios iban desde un televisor color hasta un arrolladito de billetes de dólares.
Hoy, ni artículos de tocador. Entonces, manos a la obra, iremos a la magnífica idea de hacerlos nosotros mismos. Un cuadrito, un servilletero, una carpetita. Los moñitos no son problema, siempre se guardaron en un cajón de la cocina y salen a la luz en apurados momentos, igual las hojas de papel celofán. El problema mayor es que cuadritos, servilleteros y carpetitas están plagiados por cuñadas y primas. La cosa requiere Eureka inmediato. Nada mejor que pedirle al Niño del pesebre que nos abra la cabeza y nos surja la idea del regalo que no desfalque los bolsillos y, a la vez, nos haga quedar como duques, o como Reyes Magos, en este caso.
Y no falla. No hay nada como diciembre para el milagro. La solución está a un palmo, estirando la mano. O las dos manos para mejor sostenerlo: un libro. Un libro, a ver si nos entendemos, un libro como regalo de Navidad.
Libros para chicos y para no chicos. Para los que necesitan autoayuda y para los que  escapan de las necesidades. Para las mujeres liberadas y para las que no quieren liberarse. Hombres altos, bajos y medianos de mente. Abuelos, tíos, amigos. Compañeros, colegas, camaradas. Vecinos. Todos tienen target para recibir un libro. Poemas, cuentos, misterio. Relatos, policial negro y novelitas rosas. Remarques espantosos y zafadísimos entuertos filosóficos. Análisis políticos y políticos con necesidad de análisis. Hay para todos los gustos. Es cómodo de comprar, no ocupa mucho lugar y se puede trasladar sin peso. Se puede prestar, volver a regalar o perder.
Puede remontar época sin perder vigencia.
No hay inconveniente de talle, nadie se ofende si es apretado o muy holgado. Ninguno rechaza el color, todas las cubiertas combinan y no ocasiona tener que modificar la escenografía del living para hacerle sitio, como a esos floreros horripilantes que escondemos hasta que llega el que los regaló. Y lo mejor, incluye un mundo, que se hará mítico, íntimo, evocativo, a medida que le pasen los ojos por encima.
Tan oportuno regalo tiene buen calce  y mejor promesa: al cabo de un tiempito, y mucho antes de lo que esperamos, mientras disfrutamos relajados mirando el mar, ha de sonar nuestro celular y una voz dirá, -Che, qué buen libro se te ocurrió regalarme, lo estoy pasando genial. Pero, ya lo terminé, ¿no sabés si el mismo autor tiene algún otro?-




* AUTORES Y LUGARES DE VENTA

Editorial Dunken - Ayacucho 357 - CABA
Mercado Libre Argentina
*Stella Victoria Tejerina
*Pablo Palermo
*Carlos Penelas
*Ricardo Tejerina
*Marita Rodríguez-Cazaux
*María D´Alessando
*Rolando Paciente

Editorial Serendipidad - Huergo 1485 - CABA
Club del Comic - Montevideo 255 CABA
Del Naranjo  www.delnaranjo.com.ar
*Germán Cáceres

 Librería Hernández - Corrientes 1311/1436 - CABA
 Cúspide Libros - Sucursales varias
 Mercado Libre Argentina
 *Carlos Penelas

Alfaguara Argentina - CABA
*María Rosa Lojo



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POÉTICA

                                                      Todo acabó quizás, menos mi pena,
                                                      puñal de doble filo.
                                                                                  Rosalía de Castro

SENTIDOS A LA MUERTE

Filo de esmeril, puñal sesgado.
Cuchillito de nácar, lengua de acero. 
Saeta, cimitarra. Navaja abierta. 
Cómo me muero, palpo, cómo me muero.

Herida  soterrada. Inadvertida. Penetrado dolor.
Crepitar de inquietud en el vientre,
mariposa que repta como una sierpe.
Cómo me muero, veo, cómo me muero.

Espejo de locura, malos presagios.
 -Ay, no cruces la calle; Ay, no te asomes.
No te acerques al fuego; Ay, no lo ames-.
Cómo me muero, oigo, cómo me muero.

Quebrada y malherida, amor blasfemo,
ajada de metralla de las traiciones.
Cómo me muero, grito, cómo me muero.

Feliz llegue la muerte y salvadora
del hierro de la espada de tantos goces.
Cómo me muero, siento, cómo me muero.



M.R.-C.
PASOS DESNUDOS
(2012) 

viernes, 6 de diciembre de 2013

POÉTICA GALEGA

Fragmento del poema de Manuel Rodríguez López


Castrapo,
si meu neno,
falan castrapo.
Son siñoras da vila.
Falan bruando
chaman ós séus meniños
con berro estrano.
Empregan unha lingua
de xeitos raros,
deprendida na escola,
nos vellos pazos,
na botica, no cine
e no igrexario.

Para distinguirse sempre
do probe aldeán
interpoñen adrede
ise valado
entre a caste dos ricos
e dos escravos.
Isas maís os meniños,
anxos xugando,
ensinan o linguaxe
dos castelans.
Esmaiolado o probe
cando erros tantos,
qun burgalés chorara
si ouvir falalo.
Elas coidan ¡Oh, parvas!
que o castelán
abriralles camiño aos fillos, doado,
e mañá fará diles
cregos,
fidalgos.

Adeprende linguaxes
maós endexamáis renegues
do idioma patrio.
O xeito para barrer o cacicado
non se da ca humildade.[...]
A unión da nosa caste
fará o miragre,
desvencellados somos
parias, escravos.
[...]i eles son dunha caste:
"O cacicado"
nos somos doutra caste:
"A do traballo"
Si eles falan e pensan
no seu castrapo,
nos falaremos
o idioma patrio.

Poeta galego  Nacido en Paradela, Lugo (1934-1990)

POÉTICA



CISMA

Opaca laxitud por esta vida, por este universo
de tantos como existen,  enflaquecida sombra.
Escueto caminar, siempre en grilletes.
Siempre omitir, callar. Siempre en declive
la procesión de amores que me llena.

Harapos sobre mí ha dejado el cisma, y el pecado,
encontró en mi corazón lugar seguro.
Sólo resta velar en mortecina hucha
un corazón en marejada ahogado.
No habrá liturgias que salven mi condena.

M.R.-C.
PASOS DESNUDOS

jueves, 5 de diciembre de 2013

CRÍTICA LITERARIA



      “Del Glamour a la ciénaga” 
      de Marita Rodríguez-Cazaux
 
                                Por Germán Cáceres *


Una escritura musical y concisa, disparadora de bellas imágenes, caracteriza a esta colección de veintiséis cuentos. Como opina Federico von Baumbach en la contratapa: “La sensibilidad de la prosa de Marita Rodríguez Cazaux rodea la creatividad mágica del aura del instante, de lo diferente, lo distinto…”
El primer cuento es “El glamour” y se refiere a la tan humana aspiración de seguir viviendo después de la muerte, a la vez que se percibe en el amor un sentido caprichoso, inesperado y traicionero. El último, “La ciénaga”, en cambio, señala cómo la envidia puede desembocar en una venganza implacable.
Hay audacia en “Reggio Parnaso”, que propone una historia casi naturalista en la cual un padre rudo y machista impide a los golpes que su hijo se asuma como artista plástico.
Una clave importante en la narrativa de la autora es el intercambio entre realidad y ficción y cómo esta última termina apoderándose de la primera. En “Ella era todas las mujeres”, un joven empleado de un estudio de abogados, antes de vivir la rutina aplastante de su trabajo, prefiere dejar atrás el mundo real e ingresar al reino de la fantasía: “Era mía. Aún antes de haber existido para otros, aún después de haber amado a muchos. Yo era el dueño de aquel temblor imperceptible que me pertenecía, sin haber pertenecido a nadie”. Lo mismo ocurre en “Una vieja foto” y en “Diciembre milagroso”, relatos en los que sueños y deseos parecen concretarse. “El héroe encubierto” señala la yuxtaposición de identidades, “El espíritu de la botella” presenta a un personaje que vampiriza a otro, mientras en “El espejo de los charcos” se impone una idealización propia de los cuentos de hadas.
Rodríguez-Cazaux también apela a los climas sugestivos. “Pedime la luna” obliga a hilvanar una historia que solamente está insinuada. “El tapado de mezclilla” genera una cuota de suspenso ante el inminente desenlace y “Avíseme antes” se revela como un sentido homenaje a la figura de Jorge Luis Borges.
La introspección de los personajes se destaca en “Página 23, quinto renglón”, donde una mujer casada y desilusionada sueña con el deseo en tanto se ocupa de sus quehaceres domésticos (“…cerrada al paisaje de ese oleaje arrebatado, consumiéndose en la impotencia que replegó el deseo, la pasión había resbalado por nuestros cuerpos…”). Por el contrario, la sensualidad del placer prohibido surge con fuerza en “Secretos”.
Resulta palpable el espíritu de la galleguidad que la narradora lleva en sus entrañas, no sólo en las frases de ese idioma que emplea constantemente -incluso en el título del cuento  ”O tempo noque forámos rapaces”- sino por el aliento emotivo que anida en su obra.
El libro también se ocupa de la temática rural, zona cuyas costumbres y hábitos la narradora da pruebas de conocer: “Las aguas” y “El Santo” enfocan a campesinos agobiados por fuertes tormentas descritas con sumo verismo.
Hay varios cuentos con finales sorpresivos, de los cuales “El glamour” forma parte, además de “Propina”, “A media sombra”, “Vedette” y “Coronada”. Otros, como “La geografía del espanto”, asumen el humor, el cual se canaliza hacia el candor en “Las dos pinturitas”. Tampoco falta el costado trágico: “Apenas Casandra” refiere cómo una persona despreciada es capaz de hacerse valer con el filo de un cuchillo y “La peor traición” muestra que el afán poético puede conducir a la máxima desesperación. En “Por un graffiti” emerge el sentimiento solidario acompañado por un soplo romántico.
Del glamour a la ciénaga brinda un material narrativo amplio, de exquisita calidad literaria. Un libro que colmará de placer al lector.




* Dramaturgo y escritor argentino.