viernes, 19 de octubre de 2018

POEMAS EN HOMENAJE


ÁLBUM 

                                                                              A la memoria de mi madre María del Pilar


Hay días en que una nostalgia me visita.
Deja, como al descuido, la puerta entornada
y se instala en la poltrona azul.
Siempre en mismo lugar, como si fuera
el único en la casa
donde pueda mejor caber la pena.

Me mira desde la orilla celeste de sus ojos
y toda su vida me confiesa.
El mar y el barco que de Ítaca se aleja,
en un opaco silencio de sirenas.
Una piedra le atraviesa la garganta
y el pecho es una herida sin cerrar.
Sus dedos acarician las fotos color sepia,
borrosas sonrisas familiares,
la casa de piedra, el huerto de olivas.

Ayer es nunca, sé que piensa bajo esa luz
de perenne lozanía.

Mi madre sigue -aún muerta-
reconciliando inútilmente la tragedia del adiós.




PADRE

                                                                                  A la memoria de mi padre Leandro

Tal vez, desde otra vida,
puedas acceder
a un mirador desmesurado
y veas
esta forma de mí
que transita por el mundo.

Es posible que seamos transparentes
contemplados desde otros universos,
y me veas por dentro
y sepas, con certeza,
el batallar de mis días y mis noches.

Allí, en ese espacio secreto, secretísimo,
sabrás
cómo camino por el filo de la ausencia,
mientras yo misma ignoro
la medida exacta de la nostalgia
que me envasa.

Seguramente,
sabes más de mí de lo que sabe
mi precaria carne
de paso por esta vida tan pequeña.


POEMAS DEL EXILIO (Inédito)

FIAT

                                                                                   A Las Madres y Las Abuelas


Que su lágrima se vuelva mariposa.
Y cese el cruel dolor de las mujeres
que acunaron ausencias.
Sonrían los hijos desde el surco
que enemigos de luces y de rosas
a pleno sueño de juventud, les dieron.

Que tantos que han parido, resuciten,
después de haber buscado desveladas,
a tientas,
amordazados pájaros sin vuelo.

Que se limpien de ocasos las auroras.
Y crezcan sin herida las simientes
para aquellas que cantaron
rumores de amor,
sobre el bombardeo de las cunas.

Que sea su dolor en salvas de verdad enarbolado
y su canto de memoria arrulle el aire.
Que sean bendecidas en justicia
y benditos y alabados sean sus vientres.
Por los siglos de los siglos.



CÓMO ME MUERO

                                                                            A las mujeres que sufrieron violencia

Filo, esmeril, lengua de acero.
Mariposa sin vuelo me late el vientre.
Terror ocre lame mi carne.

Ciego. Callado. Es cómplice el mundo todo.
Cómo me voy muriendo,
cómo me muero.


COMO MÓRROME


Fixo, esmeril, lingua de aceiro.
Bolboreta sen voo láteme o ventre.
Aterrecer acre lámbenme a carne.

Cego. Silente. É comprice o mundo todo.
Como voime morrendo,
como mórrome.



DESDE EL SILENCIO

                                                                                   A mi prima Beatríz, en su memoria

Una niña regresa por los pliegues del silencio
y su figura delgada y menudita
desplaza una sombra afinada en el damero
negro y blanco del patio de la escuela.

Mientras destrenza el pelo,
sueña un mundo
que en la orilla lejana del espejo, habita.

Es esa misma niña que persigue
el malabar del puente al cielo que cruza la rayuela
en las tardes, donde la siesta se deshoja.

Al verla,
siempre tengo la certeza
de haber vivido con ella confidencias. Antes,
cuando era nómade la infancia.
Cuando era un mar inmenso, incalculable,
el vértigo del tiempo.

Ahora, el vértigo, es la causa del insomnio.



ESTÉRIL

                                                                               A la poeta cubana Dulce María Loynaz


Esta que soy, Loynaz,
pasa por la vida
sin haber advertido en el espejo
la dulce redondez de carne viva.
Esta que soy, solo arulló
la orfandad del vientre.
Sin embargo,
cuando la piadosa morfina me entre en los despojos
aún he de soñar con el hijo que no tuve;
que no tuvimos, Loynaz, que no parimos.
Y alguien -no sé quién-, después del duelo
levitará este verso como yo palpé en las ruinas de los suyos
las trágicas palabras de sequía.
Es posible, Loynaz, que en ese instante,
como suelen estallarse los milagros,
demorada preñez meza la cuna.

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