TALENTOSO ESCRITOR PERGAMINENSE
PRÓLOGO
En
este último libro de su autoría, José M. Ramallo, ofrece, bajo numerosos
recursos literarios, nutrida compilación de cuentos cortos a los que suma once
poemas de gozosa intimidad que ameritan detenida lectura.
Tal como dijo Cortázar, el cuento es un género poco encasillable, sin embargo, hay dos
obligatoriedades: superar la “primera etapa ingenua” del cuentista, refiriendo
a la equivocada sensación que lleva al escritor a creer sin refute que el
lector entiende cabalmente su narración, y el justo cierre, la tensión del
conflicto que habrá de rematar la historia.
Es aquí
donde, resulta imprescindible el oficio de escritor, oficio que consiste en
ambientar, atrapar, desviar de toda otra atención a quien lee, para meterlo en
la trama, conduciéndolo a un final que tenga el milagro de conectarlo “con su
circunstancia de una manera nueva, enriquecida, más honda o más hermosa”.
Por
supuesto, para lograr este milagro, es primordial trabajar expresivamente los paisajes
de los cinco sentidos y, por sobre todo, la originalidad. Puntos esenciales que
lograrán que el lector se mantenga en el asombro, y quiera seguir indagando, ya
no como espectador sino dentro del espacio del cuento, a la par de los
protagonistas o decantando preferencias por alguno de los que componen el
elenco de la trama.
Afortunadamente,
por estos rumbos, van los cuentos de Ramallo con atinado ritmo, haciendo gala de
un lenguaje absoluto de veracidad y desplegando cabales escenarios.
En el
combate de pasiones que se entabla -porque no hay cuento sin conflicto-, y
advirtiendo ya la intención del golpe desde las primeras frases, Ramallo sacude
a última campanada y se vale del knock-out ganador. Tarea nada fácil pues
atmósfera y voz, aportan el hilo que debe seguirse hasta el cierre, tópicos que
tiene claro el joven escritor pergaminense al acatar la premisa de Cortázar.
Merece destacarse
“Cartas a mi madre”, fenomenal
narración llevada a primera persona, que, a partir de misivas continuadas, va
desnudando dolorosos secretos de familia. Un cuento impecable, de trasfondo
sicológico que sacude.
También
es manejado con destreza literaria “Futuro
incierto”, micro cuento donde el narrador omnisciente llama por sus nombres
a los actores de la trama y concluye sabedor del destino que ellos ignoran.
En “Castillos de ilusión” el personaje
femenino, Esperanza, conjura un recorrido de intimidades que rematan en
paralelo a las miserias humanas.
Esa
particular manera de narrar de Ramallo, casi confidencial entre personaje y
lector, tiene impronta en “El Feo”,
cuento breve que desencadena hondos razonamientos tras su lectura.
En “Veterano de guerra”, la crudeza y el
simbolismo mantienen el ansia en la trama, en la que, desde las primeras líneas,
se intuye la tragedia. A diferencia de otros donde el drama es el lev motiv desplegado, este cuento permite al lector ir por los recónditos pretéritos de
un escenario inamovible -allí la
tragedia-, amurado a los jóvenes protagonistas.
“Abuelo”, cuento intimista sin golpes
bajos, de bella prosa abundante en tropos, dirigido al personaje que lo titula,
logra que el lector se empalme a Manuelito, y no puede evitar sentir que, el
próximo domingo, tiene una cita impostergable con el anciano.
“Aquel cigarrillo en tu boca”, “Espejos”, “George” aunque diferentes en temáticas, presentan la dinámica del
personaje como fuente de argumento, la particularidad del temperamento y el
destino que los rodea, siempre, inmanejable.
“Holograma”, una verdadera placa
fotográfica, donde la imagen óptica mantiene tridimensional atmósfera porque
los amantes -de los cuales solo se menciona el nombre de la mujer-, están
frente a la mirada que espía, la del lector que trasvasa el clima de intimidad.
“Miguelito”, cuento magistral que se
presta a múltiples análisis por tu reflexivo avance. De relieve los párrafos
que llevan a mostrar al personaje aseverando que “…Es feliz, Miguelito hace todo lo que hace para ser feliz […] se integra
al sistema como lo que es, una persona común y corriente. Quizá tenga un solo
detalle, que lo notan todos menos él”, con el afán omnisciente de
convencernos de que el protagonista ha elegido la dicha como puerto para anclar
una carencia insalvable.
Entre
los jóvenes narradores del momento, José M. Ramallo sobresale en la elaboración
de los personajes, más allá de la carnadura del argumento, y es clara la
intención del Autor de darle a éstos el primer plano para que sean ellos mismos
quienes cuenten desde su esencia propia.
Influyen
en el escritor pergaminense, posturas eclécticas, independientes y liberales
que levitan su universo personal, y lo trascienden, a tal extemo que conecta
con el Lector, quien no puede escapar de la carga emocional ni de los mensajes
directos o subliminales del Autor.
Esta
conducta que Ramallo evidencia en sus cuentos, toma un giro diferente en la
factura de los poemas, donde se refractan los pasos que el poeta encauza,
vagando por sombras y luces de amores y desamores.
En la presente
selección poética, los paisajes desérticos o pletóricos de fructificación, vocablos
y sentidos se abren en pareja sintonía, al tiempo que el Poeta vaticina
infiernos miserables y paraísos prometidos. La fragilidad del ser humano, sus
cuestionamientos, sus dudas y sus certidumbres, los imprevistos estados de ánimo,
se ven proyectados en penumbras de íntima reflexión.
Ha de
saberse que la altura narrativa de Juan M. Ramallo, evidenciada ya en su novela
“La mujer de los 35” y en los
numerosos cuentos y poemas que figuran en antologías independientes, pronostica
anudada relación para quien se acerque a sus tentadoras historias y vislumbre
el cosmos apasionado de su lírica. Finalmente, este nudo milagroso entre Autor
y Lector, se convertirá en la mitología de sus propias existencias y conciliado
disfrute.
Marita Rodríguez-Cazaux
PRÓLOGO DEL LIBRO por Marita Rodriguez-Cazaux
No hay comentarios:
Publicar un comentario