jueves, 11 de octubre de 2012

MISERICORDIOSA SOMBRA DE PÁJARO



Un pájaro perdido 
tiene un tierno descansar
en el rincón más sombrío de mi patio.

Ha volado dos, tres veces,
sobre la mata que recoge el rocío en la mañana,
y, en vuelo leve
bajó hasta el vértice de una baldosa.

Un pío destemplado lo agita y sin embargo,
su cabecita erguida no consiente
que el dolor, sobre su pecho la recline.

En perpendicular mirada,
parece mirarme sin temor
quizá esperando que mi mano,
lleve hasta su rincón, una caricia.
Has perdido, pobrecito, el rumbo, - pienso -
y sientes angustia de desolado nido.

Y tengo para él, como él conmigo,
la mansedumbre que en la noche pende
en agudezas de triste lejanía.

Tal vez, mañana,
hayas comido el pan que te he dejado
y oriente tu levedad, otro destino.
Al tacto de atardecer final,
desde mi patio te eleves a tu cielo
y solamente de tu alma, quede el trino.

O tiemble de igual modo tu corazón de ave
al verme en el recodo del camino, 
tiritando tanta pena en tan poca baldosa.
Y por piedad,
tu sombra de pájaro, me roce. 

Una estrella huidiza ha cruzado
- misericordiosa - 
la llama incierta sobre el menguar del fuego.





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