Kaneko Misuzu, la gran poeta japonesa
a la que su marido prohibió escribir
Por Carmen Sigüenza - 2 octubre, 2019
“El alma de las flores” es el libro con el que se
recupera en español a la poeta japonesa Kaneko Misuzu (Nagato, Japón,
1903-1930), una voz que hoy es una figura central de las letras en su país,
forma parte de los planes de estudio de los jóvenes y sus poemas están muy
presentes en toda la sociedad.
Su poesía fue un símbolo
en Japón, tras el tsunami
Tanto es así, que uno de sus
poemas “Eres un eco”, un canto a la empatia y solidaridad, fue utilizado
en 2011 por las autoridades de su país como un símbolo para abrigar y consolar
a los millones de personas que se sintieron desoladas tras el terremoto y el
tsunami que destrozó el norte del país.
Pero la vida de esta gran poeta
no fue un camino de rosas y estuvo marcada por la desgracia a raíz de
casarse, de formar parte de un matrimonio concertado, “en una época
en el que el papel de las mujeres comenzaba-y terminaba- en el cumplimiento de
su rol de esposa y con una ley que privilegiaba a los hombres”, como
recuerdan las traductoras en el prólogo de este libro en bilingüe, Yumi Hoshino
y María José Ferrada, publicado por Poética Satori.
Misuzo pudo estudiar hasta los 18
años, algo raro para la clase media, pudo formarse gracias a que su familia
tenía una librería, y leía sin descanso desde los autores clásicos japoneses
hasta los occidentales. Estuvo muy influida por Hans Christian Andersen y
a los 20 años mandó sus poemas a varias revistas obteniendo “un relativo
éxito”, como recuerda a Efeminista, la editora de Satori, Marian
Bango.
Una Gloria Fuertes
japonesa
Un éxito que tuvo mucho eco en la
literatura infantil, con poemas sutiles sobre la naturaleza, los objetos
cotidianos, personas, animales, flores, la luz o el vacío. Y una circunstancia
que podría trazar un cierto paralelismo con la poeta española Gloria
Fuertes, en opinión de Bango.
Su marido la prohibió
escribir
Pero toda esta creación y amor
por la poesía quedó ensombrecida al casarse Misuzu con un marido que la
prohibió escribir y tener contacto con los círculos literarios,
poetas y editores. La separó de los libros. Le fue infiel, la despojó de todo
lo que amaba y para más abundamiento le contagió una enfermedad de transmisión
sexual.
Se suicidó en 1930 al
perder a su hija
Ya enferma la poeta, en 1939, la
pareja se divorció y ella regreso a la casa de su madre, pero le esperaba el
último golpe final, su exmarido reclamó la custodia de su hija pequeña Fusae, y
el 10 de marzo de 1930, Misuzo se suicidó con una sobredosis de
calmantes en protesta por haberle quitado a su hija.
Misuzu dejó una carta pidiendo
que le dieran la custodia de su hija a su madre, y dejó los cuadernos con sus
poemas al cuidado de su hermano, pero no se pudieron publicar.
En 1966, un poeta llamado
Setsuo Yazaki investigó sobre ella y su pseudónimo, y tras 16 años de profunda
investigación dio con su nombre y con el hermano de la poeta, que era quien
conservaba sus manuscritos, en total 512 poemas.
Así, su obra fue rescatada en
Japón en tres volúmenes. Este libro que ahora se publica reúne una
selección de estos poemas.
“Amanecer, esplendido
amanecer/Gran captura,/ gran captura de sardinas/Arriba en la playa, hay una
fiesta, pero en el mar, celebrarán funerales/por decenas de miles”, dice uno de
los poemas de Misuko, con el título “Gran captura”.
La literatura japonesa
nació de la mano de mujeres
Como relata a Efeminista la
editora Marian Bango, la literatura japonesa nació de la mano de las mujeres
en la corte imperial, con su máximo referente sería Murasaki Shikibu
(alrededor de 978-1014) , autora de “La historia de Genji”,
considerada la obra maestra de la literatura japonesa. Durante esa época los
hombres tenían vedada la creación literaria, excepto la poesía y la narración
de hechos históricos.
“Solo las damas de la corte podían escribir a
corazón abierto y lo hacían desde una perspectiva que hoy diríamos moderna . En
el siglo XIV con el ascenso al poder de la clase militar (Los
samurais) y el declive de la cultura cortesana, la literatura se convierte en
un terreno vedado para mujeres (salvo alguna excepción en escritura haiku),
que se ven sometidas al varón siguiendo los preceptos confucianos más
estrictos”, subraya Bango.
Habría que esperar hasta finales del siglo XIX
para que Japón se abriera a la influencia occidental tras siglos de aislamiento
y para que las mujeres recuperaran una voz propia.
Higuchi Ichiyo (1872-1896) es la primera escritora moderna
de Japón y una de las voces literarias más importantes de su generación.
Source
www.efeminista.com
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