lunes, 17 de septiembre de 2018

"EL JUICIO FINAL y otros relatos"

Prólogo de “El juicio final y otros relatos” de David Sorbille. 

Por Marita Rodríguez Cazaux

Ensayista brillante, poeta exquisito, David Antonio Sorbille es –además- fenomenal narrador. Para afirmarlo, EL JUICIO FINAL Y OTROS RELATOS, obra que congrega cuentos y relatos recreados en diferentes épocas de inspiración y que se presentan en orden cronológico bajo los títulos: SELECCIÓN, con seis cuentos de otras publicaciones, e INÉDITOS, trece cuentos que cierran el libro.
Quienes conocemos la nutrida obra del escritor argentino, sabemos del genuino compromiso que D. A. Sorbille mantiene con el hombre y su espacio social, la reflexión constante en la palabra y la ética del mensaje. Así, este libro vuelve a evidenciar su relevante estilo, acreditado por lecturas de multiplicidades y calibrado manejo de la atmósfera; cualidades de significativo peso que aportan agudeza y fluidez y destacan los atributos que tornan creíbles voces y avatares en los personajes.
En los cuentos La noche boca abajo y El límite de la razón, coinciden en evocar la figura de Julio Cortázar (… “un hombre que no es precisamente un personaje de Rayuela” o en el epígrafe: “uno no sabe cómo ni por qué hace las cosas cuando ha cruzado un límite que tampoco sabe”), aunque gozan de distintos recursos manteniendo fuerza narrativa, deshabitada de adjetivaciones y directa al punto. Fechado en el año 2012, La dama del sueño, finísimo homenaje in memorian a Susana Fernández Sachaos, permite participar del perfume de una amistad dulce y sincera.
Los siguientes cuentos, Reunión de consorcio, Se hizo justicia y El juicio final, logran que los personajes transciendan el argumento, es decir, muestren su superficie humana, la intimidad que los circula y el significado sentencioso de cada gesto que los personaliza. La trama entonces, va más allá de la escenografía o el armado literario, apunta al detalle para establecer voces, presencia, conductas, intencionalidades.
D.A. Sorbille “filma la historia” y proyecta el cuadro dejando que el lector se asuma también como observador inmediato, listo para manifestar su pensamiento, su preferencia al momento del remate.
Como corolario de disfrute, se suman a este libro varios relatos y cuentos inéditos que penetran diferentes climas, tratamientos y recursos de armado renovador.
En El calesitero, El lugar elegido, destinado a la cercana memoria de F.D. Sorbille, y La película, de sustanciosa intriga, el Autor ha utilizado con dominio la primera persona, de igual forma en El día del barrio. Los restantes, contados desde la tercera persona, logran la fórmula adecuada para sostener la tensión sin obstáculos ni hilos sueltos.
Este impecable acierto de D.A. Sorbille, se optimiza en La apuesta, cuento magistral en el cual el principal protagonista -el Tolo-es víctima del costado oscuro y enfermizo de quienes lo rodean, aunque finalmente consigue salvarse de las manipulaciones de esas nefastas compañías, rescatando la verdadera cualidad viril: la hombría de bien.
La mano dura vuelve la reflexión a un tiempo de pesadilla del que la memoria debiera preservarnos para siempre, tal como La ceremonia, donde se descubre una de tantas acciones genocidas de la Conquista del Desierto, y la ancestral violencia de género con nombre y apellido. El loco del pelo rojo añade intertextualidades y demuestra que el Autor es un lector constante, lúcido y analítico del universo humano, características que se destacan en El incidente, donde Angélica y Amanda, anticipan con sus nombres su propia condición, un hecho no menor al momento de dar cuerpo a la trama utilizando la voz del profesor que compone el triángulo amoroso, Bergesio “…la narración acopia, despliega sus herramientas para crear el entorno de la historia”, y asombra con un final que deja claro que en cuestiones de amores nada puede darse por sabido. La percha, objeto inanimado donde todos colgamos la propia vida, “podría coincidir con una frase de su admirado Macedonio Fernández, “morir es sacarse el sobretodo”; El dibujo y La caja musical remiten a pasado y presente, trabajan el recuerdo y la ficción de la evocación, realidad que se toca y realidad que se sueña y también se toca. Quizá, razonando, hasta sea lo que nos contenga cuando presente y pretérito ya no pesen y solo quede el realismo fantástico que llamamos futuro.
Respecto al cuento El día del barrio, exultante de paisajes de carne y hueso dentro del paisaje de asfalto y verdor, cito para su interpretación la propia confesión del escritor: “Detrás de cada historia había una parte de mí, es decir, de mis pasos por el barrio que animaron mis apuntes y se mezclaron con los objetos que me acompañan…// las voces del atardecer de los vecinos, la nostalgia en los días de lluvia …// la tristeza por los que ya no están, la ilusión, el compromiso y el renunciamiento, el trino de los pájaros…// los sueños y el misterio del destino…// la memoria que acumula datos que a veces nos hacen dudar, los espacios vacíos y el tiempo que no tiene nombre ni apellido, apenas una marca, una señal, un signo, un lapso, un momento, un lugar”.
Análisis detenido amerita el último cuento Cartas a papá, epistolario con fractura de tiempo, que delata reflexiones entrañables, filosóficas, verdadera celebración entre el escritor y su padre. Hay en este escrito mucho más que un diálogo familiar, es la hoja de ruta que va cerrando un hombre probo, una persona de bien que tejió su propia mitología, la que se conserva como sostén de generación en generación, en épocas de diluvios o sequías.
Para finalizar, quien se acerque a esta obra apreciará no solamente excelencia narrativa sino –y de manera muy diáfana- el innegable carisma que encumbra al hombre con su oficio. Atributos que convierten a David Antonio Sorbille en uno de los más singulares escritores argentinos.


Enigma Editores (2018)

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