La poesía de Marita Rodríguez-Cazaux fluye a través de un lenguaje depurado. Aborda al lector con bellas imágenes, guiándolo entre multitud de sentimientos. Juega sin perder profundidad, libremente, dibujando un caligrama, suprimiendo una letra, resbalando de un renglón a otro. Rinde homenaje a Alejandra Pizarnik, y dialoga con Idea Vilariño y Dulce María Loynaz al margen de los tiempos. Llega directo al pecho, sin escalas, como cálida caricia o dolor lejano, y anida en la memoria haciéndose recuerdo.
Amor y desamor, sensualidad y erotismo, melancolía y nostalgia dominan buena parte de la obra, fusionándose, encarnándose en la voz deseada o el nombre aborrecido, en los ánimos que la lluvia arrastra, en el cautiverio o la fragilidad de una rosa, en el aleteo de una mariposa, en ausencias, en una mar ardiente, en heridas que nunca olvidan.
La voz de la autora está dotada de musicalidad y aguda sutileza, retrata la femineidad con elegancia, penetrando en fibras intimas, en la angustia de un pasado que retorna impío, en la soledad y, por supuesto, en el goce, la dicha del amor. El intimismo no le impide reflejar el contexto social con humor e ironía.
Hallarán una obra capaz de eclipsarlos, de sostenerles el interés hasta el final. Una obra misteriosa, que transforma recónditas penas en poemas. Una obra conmovedora, como bien reza el título, escrita a Escote abierto, exhibiendo el pecho, carne y alma, y ofreciéndolo como los valientes, como los poetas.
Adéntrense en el universo poético de Marita Rodríguez-Cazaux, déjense invadir por las pasiones, el ingenio y el amor, y comprueben que, al final, cuando todo ha quedado atrás, una bella voz, de cadencia pausada y sensual, los acompañará.
VENTAS: EDITORIAL DUNKEN - Ayacucho 357 CABA
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