CANTO 23
Pagué moneda de dolor profundo
al barquero que por el río lleva
al último viaje.
Nos entendimos con un gesto.
Aún oigo el tintineo del metal
y el golpe sobre el agua.
CANTO 20
Por la ventana entra un gran cielo.
A mi costado,
en el doblez de la sábana,
se arruga un hilo de bruma.
Sobre él,
paso los dedos como si acariciara
el estertor de una llaga.
CANTO 17
Cuánto de mí
en este dolor continuo.
Empecinado dolor
que zurzo y zurzo.
Cuánto de mí
para seguir teniendo
el sudario hilvanado
sobre la carne.
CANTO 13
Campo minado
mi corazón poeta
levita
hasta que tierra le echen,
algún día.
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