ENCIERRO GRIS
El mar era gris cuando la tarde
de luciérnagas grises, se mecía. Y gris
la piedra de la calle ancha,
y gris el árbol de la esquina vieja.
Eran grises los pájaros marchitos de sol.
La voz de los niños en las plazas.
El grafitti quebrado en la pared de cal,
y la música y el piano y la ventana.
Era gris tu nombre, y tu palabra más gris,
aún más gris que los silencios.
Era la copa gris, y el vino
era gris como la copa, y los labios y la lengua.
Hasta los leños ardidos eran grises.
Y la mañana,
que llegaba en vela.
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