martes, 23 de enero de 2018

NICANOR PARRA, VIVO SIEMPRE (1914-2018)





Poeta, físico, matemático y académico, falleció Nicanor Parra, literato chileno, figura destacada en la literatura hispanoamericana del siglo XX.
Hijo de una familia campesina por parte materna y de un profesor de música, sus estudio básicos los realizó en el Liceo de Chillán y en 1938 en la Universidad de Chile.


1969 Premio Nacional de Literatura de Chile por «Obra gruesa».
1991 Galardonado por segunda vez en su país, obtuvo el Premio Internacional Juan Rulfo.
2000 Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
2010 fue finalista al Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
2011 Premio Miguel de Cervantes.
Su nombre fue propuesto en reiteradas oportunidades para el premio Nobel de Literatura.



Nicanor Parra (sentado tercero desde la izquierda)
A partir de los años 30 se dedicó al cuento y al ensayo y publicó su primer libro de poemas, «Cancionero sin nombre».

Quien dijera "Nunca fui el autor de nada porque siempre he pescado cosas que andaban en el aire", (periódico El País, 2011) fue creador de la corriente llamada antipoesía, integrada por el grupo más señero de poetas chilenos contemporáneos junto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Gonzalo Rojas.

Publicó en 1937 "Cancionero sin nombre", influenciado por la lírica del español Federico García Lorca, y en 1954 el poemario que resalta la poesía hispanoamericana del siglo pasado, "Poemas y antipoemas".



Otros libros: «La cueca larga», «Versos de salón», «Los profesores», «Artefactos», «Sermones y prédicas del Cristo de Elqui», «El anti-Lázaro», «Chistes para desorientar a la poesía», «Poesía política», «Páginas en blanco» o «Discursos de sobremesa».

De notable presencia en la cultura occidental su obra ha sido llevada al inglés por afamados traductores como Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Thomas Merton, Denise Levertov, William Carlos Williams.



IMAGEN DE MI PADRE


Yo tenía un fiel amigo 
de lento mirar cansado 
triste como un jardinero 
y puro como un relámpago. 

Tenía las manos suaves 
como el corazón de un pájaro 
al andar casi danzaba 
y hablaba casi cantando. 

Como ríos paralelos 
vagábamos por los campos 
yo lo confundía a veces 
con la sombra de algún árbol. 

El cielo que lo cubría 
no podía ser más alto 
y el nardo azul de su alma 
no podía ser más nardo. 

Si hubiera sido de agua 
¡qué compañero tan claro! 
serenos como sus ojos 
nunca se verán dos lagos. 

Amigo dulce dormido 
que nunca será olvidado 
ni en el día en que se cierren 
para mí todos los astros. 


NICANOR PARRA, VIVO SIEMPRE



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