A continuación y en el orden en que fueron leídos en el Ciclo Cultural,
poemas de Marita Rodriguez-Cazaux
UN HOMBRE
A Santiago
Un hombre no es una aguja en un pajar
ni sombra perdida en las estepas.
Un hombre no es letra de molde en un periódico
ni sonsonete de noticiero en la televisión.
Un hombre no es discurso de ministros
ni absorta boca que lo nombra sobre un muro.
Un hombre es un hombre, carne viva.
Y vivo queremos que regrese.
AGAZAPADOS, VELAN
Se guardan en el rincón oculto,
en el desván,
en el último cajón de los roperos
los cuerpos desnudos de los amores muertos.
Se lavan, se perfuman, se despojan
del brillo más humano de la vida
para que duerman el sueño de los justos.
Y se entierran
con ceremoniosos rituales de silencio,
debajo de algún libro, detrás de una chalina,
escondidos en el estante más alto del placard.
Allí se quedan, como quedan los muertos:
ateridos; vacíos de nosotros, día a día.
Y sin embargo, aún desde el exilio,
sus ojos de amor muerto,
nos miran y nos miran.
ESTÉRIL
A Dulce María Loynaz
Esta que soy, Loynaz,
pasa por la vida
sin haber advertido en el espejo
la dulce redondez de carne viva.
Esta que soy, solo arulló
la orfandad del vientre.
Sin embargo,
cuando la piadosa morfina me entre en los despojos
aún he de soñar con el hijo que no tuve
que no tuvimos, Loynaz, que no parimos.
Y alguien -no sé quién-, después del duelo
levitará este verso como yo palpé en las ruinas de los suyos
las trágicas palabras de sequía.
Es posible, Loynaz, que en ese instante,
como suelen estallarse los milagros,
demorada preñez meza la cuna.
DEBAJO ESTOY YO
A Pizarnik
Me canto, me cobijo, me celebro.
Paseo por mi espacio
y me complazco.
Sin embargo, soy más plena si me olvido
de todo cuanto soy
y me reinvento.
Cincelada en diversas posiciones
me crezco más genuina
bajando dentro de mí
pisando sobre espejos,
reciclada.
Tan cierto es ser la misma,
diferente,
de la otra que soy, que más celebraría
ser más yo,
cuanto menos yo de mí, me sienta.
Y hasta el nombre tentada estoy
de abandonar,
dócilmente,
si perdiera las voces que me nombran
abortando de mí,
para nacerme
más libre por fin,
debajo de mi último resquicio.
AMOR ES UN NAVÍO
Mi nombre es una cuña en marcha avante,
mascarón de proa
sobre el agua de tu nombre.
Abordaje de voces como barcas corsarias
a estribor por la garganta.
Serena luz refracta el levantisco fragor de la batalla.
En ese instante,
mudez de soledades sobre velamen, alza.
Y la luz serena se torna más osada.
Tu faro encandila el mapamundi de mi espalda.
Amor es un navío
que navega Plus Ultra de la entraña.
La autora agradece al poeta Gustavo Tisocco, la invitación a participar en la Mesa de lectura correspondiente al ciclo Mis Poetas Contemporáneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario