Ando
desmemoriado de aurora,
sediento de lunas, ando.
Los pasos deshilvanados
de su imagen,
como un ciego
dando vueltas
a la ochava de su nombre.
Todo el mundo apenas es un mundo
a las andadas,
ir y venir de abajo a arriba
oliendo los rincones
donde su cuerpo anduvo.
Al fin, me salen los demonios de lazarillos:
Basta cerrar los ojos
para encontrarla.
Alejo Arazo
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