“MUNDOS
Y OTRAS DISTANCIAS”
Oscar Vicente Conde
(Poemas,
2020)
TAHIEL
EDICIONES
Quién apagará el
fuego
si
las lluvias se han dormido.
O.V.C.
(Fuego)
Dos poetas excelsos, Federico
García Lorca y Rainer M. Rilke, orientan el corpus del reciente poemario de
Oscar Vicente Conde, detalle de agudeza que el autor elije para dirigir la
memoria sobre el batallar humano y abrir el universo de “Mundos y otras
distancias”.
En el umbral, el poeta asevera
que hay un dios dormido y gris,
atmósfera de reflexión e indagación interior —sin ser elegíaca, Nunca es el fin (Mundos y otras distancias) o No todo está perdido (Llamado)— donde el
objeto en el poema es alcanzar la conciencia, intención que sostendrá a lo ancho
y largo de la obra, como se manifiesta en El ojo, breve poema que desdobla la aciaga
inmensidad de la displicencia del ser humano contemporáneo sobre sus semejantes,
los hombres andan pequeños e indiferentes.
Para ello, O.V.C. observa el mundo con mirada próxima a la de Roberto
Juarroz, de quien toma una voz con su
propio eco a cuestas para el
fenomenal poema Mundo que amerita lectura detenida.
En Resistir, el mensaje se
dirige plus ultra de la propia existencia y se eleva hacia la evocación de
otros andantes antiguos que siempre regresan sobre las huellas, seres que
rondan furias y sosiegos y que habitan el mundo del recuerdo, acaso porque resisten la muerte para otorgar
simiente, fruto y flor como herencia sempiterna.
El tema del recuerdo ocupa
espacio en la obra de O.V.C., territorio al que vuelve desde otras distancias y al que se acerca con axiomático sigilo,
quizá porque los enigmas palpitan entre versos, descarnando un abismo celeste y etéreo y un ínfimo punto que late como un corazón a
punto de estallar (Así).
O.V.C. suma sagaz inspiración
al momento de titular los poemas recurso que orienta cuadro y temperatura lírica.
Como ejemplo, […] un hombre reclama por otra
vida que no sobra, cuyo título es Siete, afín al dicho popular que pone
número exacto a las vidas de los gatos.
La palabra toma el espacio
de la imagen y puede tocarse el flash sobre el instante poetizado, Hablamos de la muerte dormida y agazapada
hasta que comienza a caminar sobre las cornisas (Conversación). Asimismo,
se aprecia en todo el corpus un vocabulario rico en originalidad y cercanas
lecturas del género, pues el oficio de poeta se nutre en expediciones por el
atlas de otras voces, práctica que califica la cabal selección de los
epígrafes.
Lúcido observador del mundo,
sin cadenas que lo aten ni temores que lo detengan, O.V.C. muestra con agudeza
a los otros, ellos, unos, los
innombrables (Contienda), aquellos
que deambulan mugientes con la terquedad de los sueños difusos […] las ratas que hacen coro a los pies silenciosos […] danzas de las moscas que se animan al destierro […] como
un ejército obsecuente de primates (Destino infiel) o las palomas negras acostumbradas a tanto llanto
(Santuario).
El poeta se asoma, y logra
que el lector también lo haga, a un cosmos donde vagan testigos pacientes en un mundo que se desangra (Testigos) a la vez
que los muertos que no se reconocen
muertos deambulan entre los laberintos entre las sombras, mientras su
ingenio apunta a enardecer la voz que
continúa reclamando y ya nadie escucha (Poema del fin) y
desvelar que la tierra tiembla y nadie
escucha su queja casi humana (Revelación).
Sin embargo, reserva una alborada cuando ya parecía que las sombras latían cuando el fin crecía a
bocanada llegaron ellos con su aún frágil desnudez y la luz la luz en sus almas
(Niños) y acerca un deseo allí quizás
algún atormentado dios comience a salir de su letargo (Luz).
El remate se empina —como en
toda obra de significancia— y pone en evidencia el fervor, incluso metafísico,
y el latido del poeta sobre un mundo en el cual algunas bocas se silencian regodeándose con el dolor de los otros y sus
garras brillan como luces endemoniadas este mundo no es el mundo que nos cobija
es otro mundo llorando con infinitas llagas sus llagas (Otro mundo) y La incertidumbre es una aliada de las
sombras[…] Las voces de las bocas mudas resisten en el orillo de los labios
impacientes […]Nadie canta. Nadie se ilusiona. […] Nadie se compadece. Nadie
reza. […] Dicen que Dios se ha vuelto ateo. (Declive) y termina ofreciendo
imágenes estremecedoras de presencias que a
pesar de los esfuerzos en todos los relojes las horas […] no puede saberse si van a volver
(Visitantes).
Claudia Masin sostiene en su
ensayo Partículas de la luz, que los maestros zen del arte del tiro con arco
consideran “que el tiro certero no es para ellos aquel que da en el blanco sino
el que se desprende, como una gota de una rama, cuando es inevitable que suceda”.
Este fenómeno preciso es el que alcanzan los poemas que habitan MUNDO Y OTRAS DISTANCIAS,
nos van impregnando de la atmósfera que corona el prodigio en el cual la gota
se desprende inevitablemente. Temblor de cristal, casi imperceptible, que antes
de deslizarse se ilumina, titila. El instante en que ya no existe como gota y,
sin embargo, sigue estando dentro de nuestra pupila con el mismo palpitar. La huella que deja sobre la rama, la travesía
y la reverberación de su nuevo acontecer. Y de ello se trata la magnitud de la poesía
de Oscar V. Conde: Mantener viva la gota en cualquiera de sus mundos de agua.
Marita
Rodríguez-Cazaux
Buenos Aires, mayo de 2020.
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OSCAR VICENTE CONDE
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Lanús, provincia de Buenos Aires (1947)
Primer Premio Concurso Internacional Roberto Arlt del Centro de Lertras y Artes San Telmo y Revista Arlequín año 2000.
Es autor de varios libros de poemas y ha recibido numerosas menciones y dintinciones a lo largo de su trayectoria literaria.
MUNDOS Y OTRAS DISTANCIAS
TAPA DEL POEMARIO ILUSTRACIÓN DE GABRIELA MIGLIANO SOBRE IDEA DEL POETA OSCAR V. CONDE.
Ventas: Tahiel Ediciones